EL DEBER DE CONTAR
Circula desde mediados del presente año, un espléndido
testimonio de vida en el que propios y extraños deben abrevar también con
urgencia para superar la sórdida y descarada puerilidad alcanzada por la
política en la presente centuria. Independientemente de sus vicios y fallas,
quizá menores de compararlos con otros quehaceres sociales, heredamos y
malbaratamos una sustancial tradición partidista de la que va quedando poca
memoria. Por ello, valoramos y mucho la responsabilidad que ha asumido Oswaldo Álvarez Paz al publicar un libro de título inusualmente entrecomillado: “Lo que debo contar” (Altolitho, Caracas),
cuyo inventario de experiencias y vivencias, juicios y sucesos, sospechas y
constataciones, asombrará a las nuevas generaciones.
Igualadas las oportunidades, no le ocurrió a la
multiplicidad de partidos que concurrieron a las elecciones de 1958, algo semejante
al demócrata-cristiano, por ejemplo, convertido en la irrepetible escuela de
una rica dirigencia con tendencias y matices que sortearon la tentación del
fraccionalismo hasta que la organización arribó a una definitiva y paradójica crisis
de agotamiento que sobra comentar. Haciéndose
evidente el contraste con el modelo antipuntofijista hoy en boga, por darle
alguna denominación, el joven diputado Álvarez Paz fue candidato exitoso a la
presidencia de la cámara al ganar la consulta interna realizada en la bancada
de adscripción y, casi dos décadas después, se convirtió en el abanderado
presidencial del partido gracias a la efectiva e inédita realización de unas
primarias abiertas.
Una faceta que necesitamos reivindicar entre los
venezolanos, destaca el extraordinario sentido de unidad familiar, sin que
jamás peligrara el sentimiento de hermandad por las marcadísimas diferencias
políticas e ideológicas con su tío Jesús Ángel y su hermano Fernando. Un
respeto hogareño tan fundamental que le ha permitido a Oswaldo dar su versión
de la consabida y muy antes impensable ruptura con Rafael Caldera, sin hacer
mella en el reconocimiento de los grandes aportes históricos que hizo el
yaracuyano.
El Zuliano Mayor, como subtitula el libro, con más de sesenta años de
itinerario político acumulado, añadido el liderazgo estudiantil, enfrentó
asimismo difíciles circunstancias requeridas del coraje que explica el largo
recorrido. Ascendió a la conducción juvenil en medio de una complicada situación
interna, confrontó desde el parlamento al movimiento de renovación
universitaria que décadas muy después ha demostrado lo que es el socialismo,
presidió una comisión investigadora del narcotráfico en el extinto Congreso de
la República, afrontó el golpe de Estado de 1992 siendo gobernador popularmente
elegido en el estado Zulia, defendiendo la propiedad privada y el libre mercado
en el apogeo de las tesis comunitarias.
Admitimos que nunca tuvimos coincidencia política
interna y cercanía personal alguna con Oswaldo, en el partido
demócrata-cristiano, pero creció nuestro respeto y admiración por la valentía y
el temple que demostró al sufrir la injusta prisión, prohibida todavía su
salida del país, pregonando la posibilidad de una sociedad abierta y una
economía competitiva. Nuestro
reconocimiento por cumplir plenamente con la responsabilidad de contar y ojalá
que pueda hacerlo aún más, porque seguimos cojitrancos en el conocimiento y el
debate de las postrimerías del XX que ayudan a ocultar las realidades de un XXI
que no termina de arrancar.
09/12/2025:
https://www.elnacional.com/2025/12/el-deber-de-contar/
Cfr.
https://elestimulo.com/opinion/2025-05-26/memorias-de-oswaldo-alvarez-paz/


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