lunes, 8 de diciembre de 2025

Las memorias de Oswaldo

EL DEBER DE CONTAR

Luis Barragán

Circula desde mediados del presente año, un espléndido testimonio de vida en el que propios y extraños deben abrevar también con urgencia para superar la sórdida y descarada puerilidad alcanzada por la política en la presente centuria. Independientemente de sus vicios y fallas, quizá menores de compararlos con otros quehaceres sociales, heredamos y malbaratamos una sustancial tradición partidista de la que va quedando poca memoria. Por ello, valoramos y mucho la responsabilidad que ha asumido Oswaldo Álvarez Paz al publicar un libro de título inusualmente entrecomillado: “Lo que debo contar” (Altolitho, Caracas), cuyo inventario de experiencias y vivencias, juicios y sucesos, sospechas y constataciones, asombrará a las nuevas generaciones.

Igualadas las oportunidades, no le ocurrió a la multiplicidad de partidos que concurrieron a las elecciones de 1958, algo semejante al demócrata-cristiano, por ejemplo, convertido en la irrepetible escuela de una rica dirigencia con tendencias y matices que sortearon la tentación del fraccionalismo hasta que la organización arribó a una definitiva y paradójica crisis de agotamiento que sobra comentar.  Haciéndose evidente el contraste con el modelo antipuntofijista hoy en boga, por darle alguna denominación, el joven diputado Álvarez Paz fue candidato exitoso a la presidencia de la cámara al ganar la consulta interna realizada en la bancada de adscripción y, casi dos décadas después, se convirtió en el abanderado presidencial del partido gracias a la efectiva e inédita realización de unas primarias abiertas.

Una faceta que necesitamos reivindicar entre los venezolanos, destaca el extraordinario sentido de unidad familiar, sin que jamás peligrara el sentimiento de hermandad por las marcadísimas diferencias políticas e ideológicas con su tío Jesús Ángel y su hermano Fernando. Un respeto hogareño tan fundamental que le ha permitido a Oswaldo dar su versión de la consabida y muy antes impensable ruptura con Rafael Caldera, sin hacer mella en el reconocimiento de los grandes aportes históricos que hizo el yaracuyano.

El Zuliano Mayor, como subtitula el libro, con más de sesenta años de itinerario político acumulado, añadido el liderazgo estudiantil, enfrentó asimismo difíciles circunstancias requeridas del coraje que explica el largo recorrido. Ascendió a la conducción juvenil en medio de una complicada situación interna, confrontó desde el parlamento al movimiento de renovación universitaria que décadas muy después ha demostrado lo que es el socialismo, presidió una comisión investigadora del narcotráfico en el extinto Congreso de la República, afrontó el golpe de Estado de 1992 siendo gobernador popularmente elegido en el estado Zulia, defendiendo la propiedad privada y el libre mercado en el apogeo de las tesis comunitarias. 

Admitimos que nunca tuvimos coincidencia política interna y cercanía personal alguna con Oswaldo, en el partido demócrata-cristiano, pero creció nuestro respeto y admiración por la valentía y el temple que demostró al sufrir la injusta prisión, prohibida todavía su salida del país, pregonando la posibilidad de una sociedad abierta y una economía competitiva.  Nuestro reconocimiento por cumplir plenamente con la responsabilidad de contar y ojalá que pueda hacerlo aún más, porque seguimos cojitrancos en el conocimiento y el debate de las postrimerías del XX que ayudan a ocultar las realidades de un XXI que no termina de arrancar.

09/12/2025:

https://www.elnacional.com/2025/12/el-deber-de-contar/

Cfr.

https://elestimulo.com/opinion/2025-05-26/memorias-de-oswaldo-alvarez-paz/


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