FUEGO,
VIDA Y DIVISIÓN
(San Lucas, 12: 49-53)
José Luis Sicre
Después de las enseñanzas de los domingos anteriores sobre la oración,
la riqueza, la vigilancia, centradas en lo que nosotros debemos hacer, en el
evangelio del próximo domingo Jesús nos sorprende hablando de sí mismo: de su
misión y su destino. Lo hace con un lenguaje tan enigmático que los
comentaristas discuten desde los primeros siglos el sentido de estas palabras.
Presupuesto para entender este evangelio es la mentalidad apocalíptica,
de la que Jesús participa en cierto modo. Según ella, el mundo malo presente
tiene que desaparecer para dar paso al mundo bueno futuro, el Reinado de Dios.
Lucas va a introducir algunos cambios importantes en esta mentalidad,
reuniendo tres frases pronunciadas por Jesús en diversos momentos: la primera y
la tercera hablan de la misión de Jesús (prender fuego y traer división); la
segunda, de su destino (pasar por un bautismo). Esta forma de organizar el
material (misión – destino – misión) es muy típica de los autores bíblicos.
La misión: prender fuego
He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!
Lo primero que viene a la mente es un campo ardiendo, o el fenómeno
frecuente en la guerra del incendio de campos, frutales, casas, ciudades… Esta
idea encaja bien en la mentalidad apocalíptica: hay que poner fin al mundo
presente para que surja el Reino de Dios. Esta interpretación me parece más
correcta que relacionar el fuego con el Espíritu Santo,
El destino: la muerte
Tengo que pasar por un bautismo.
También esta imagen es enigmática, porque “bautizar” significa
normalmente “lavar”; por ejemplo, los platos se “bautizan”, es decir, se lavan.
Esa idea la aplica Juan (y otros muchos judíos desde el profeta Ezequiel) al
pecado: en el bautismo, cuando la persona se sumerge en el río Jordán, se lavan
sus pecados; al mismo tiempo, simbólicamente, la persona que entra en el agua
muere ahogada y sale una persona nueva.
El bautismo equivale entonces a la muerte y el paso a una nueva vida.
Así lo usa Jesús en un texto del evangelio de Marcos, cuando dice a Juan y
Santiago: ¿Sois capaces de beber la copa que yo he de beber o bautizaros con el
bautismo que yo voy a recibir? (Mc 10,38). Jesús ve que su destino es la muerte
para resucitar a una nueva vida.
La misión: dividir
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.
Estas palabras se podrían interpretar como simple consecuencia de la
actividad de Jesús: su persona, su enseñanza y sus obras provocan división
entre la gente, como ya había anunciado Simeón a María: este niño “será una
bandera discutida”.
Jesús dice todo lo contrario: hace falta acabar con este mundo, y por
ello él ha venido a traer división en el seno de la familia.
La unión de las tres frases
¿Qué quiere decirnos Lucas uniendo estas tres frases? Que Jesús anhela y
provoca la desaparición de este mundo presente para dar paso al Reinado de
Dios, pero que ese cambio está estrechamente relacionado con su muerte.
¿Tiene sentido todo esto para nosotros?
Este mensaje apocalíptico resulta lejano al hombre de hoy. De hecho,
Lucas lo matiza y modifica en el libro de los Hechos de los Apóstoles: los
cristianos no debemos estar esperando el fin del mundo, aunque pidamos todos
los días que “venga a nosotros tu reino”; nuestra misión ahora es extender el
evangelio por todo el mundo, como hicieron los apóstoles. Y la idea de la
segunda venida de Jesús cede el puesto a una distinta: el triunfo de Jesús,
glorificado a la derecha de Dios.
* * *
Por una feliz casualidad, la segunda lectura ofrece cierta relación con
el evangelio: el destino de Jesús sirve de ejemplo a los cristianos. La imagen
de partida ya la uso Pablo, y es especialmente actual en estos días de
Olimpiada: un estadio lleno de espectadores que contemplan el espectáculo.
Jesús, como cualquier atleta, se entrena duramente, en medio de grandes
renuncias y sacrificios; sabe, además, que competirá en un ambiente adverso,
hostigado y abucheado por los espectadores. Pero no se arredra: renuncia a
pasarlo bien, aguanta, soporta, y termina triunfando.
Ahora nos toca a nosotros coger el relevo. Hay que despojarse de todo lo que estorba, correr la carrera sin cansarse ni perder el ánimo.
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 1-4
Hermanos:
Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos
estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin
retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que,
renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y
ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó la
oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no
habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Fuente:
https://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/7893-fuego-vida-y-division.html
Reproducción: Paul Klee, "Tomb in three parts" (1963).
Fotografía: Cruz hallada en el abandono, en la inmensidad del pavimento, camino a la Iglesia de la Coromoto, El Paraíso (Caracas, 17/08/2025).
Padre S. Martín: Radicales liberales en el Jubileo:
https://www.youtube.com/watch?v=BiSjBvqFUME
Homilía papa León XIV: https://www.youtube.com/watch?v=pBwNDJqefgE
Misa monseñor Biord: https://www.youtube.com/watch?v=ya_d3L1aZ4U
Misa padre S. Martín: https://www.youtube.com/watch?v=wxt3tq2AL1s
Homilía monseñor Munilla: https://www.youtube.com/watch?v=JnNijEorzlc
Fotografía: https://x.com/PabloEsparzaa/status/1953106196581249036
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