EL ITINERARIO HEMEROGRÁFICO DE JULO CÉSAR MORENO
Coincidimos por muchos años con Julio César Moreno en
las hemerotecas del Foro Libertador y de la Academia Nacional de la Historia,
cuando el tiempo y el tráfico caraqueño lo permitían. En la última década, la
situación económica del país y la consabida pandemia, contribuyeron a
reducir el horario de consulta y, varias
veces, con la progresiva jubilación del personal más diestro y experimentado,
había que sortear el franco deterioro de los servicios en la sede de la
Biblioteca Nacional y las limitaciones presupuestarias de todas las
instituciones que operan en el Palacio de las Academias.
Se dirá que pesó más la vocación política del
trujillano que la del periodista de formación académica, como si fuese tan
simple elegir exclusivamente una u otra, sobre todo, cuando se tiene talento
para ambas y es posible descubrir otras actividades que las complementen. Y,
aunque pudo ser un magnífico y acucioso reportero después conductor o
propietario de algún medio preferiblemente escrito, o contentarse con una larga
carrera de burócrata exitoso por el solo y resignado cumplimiento de las más
grises funciones en la maquinaria del Estado, prefirió explicar la vocación y
el talento políticos a través de la militante defensa de la libertad de
expresión, demostrada con el brillante ejercicio de la presidencia de la
Comisión de Medios del extinto Congreso de la República, por no mencionar otras
y riesgosas actividades parlamentarias; o el desempeño eficaz de la embajada
venezolana en Chile y, después, en Guatemala por los años noventa del pasado
siglo. No obstante, despuntó otra faceta de la que se sospechaba desde siempre:
la del historiador, y para corroborarlo nada mejor que acudir a la fuente
noticiosa de décadas atrás en la que no atinan las nuevas generaciones tan absorbidas
y condicionadas por las redes digitales.
Quizá fue consecuente con una tradición inadvertida en
numerosos dirigentes políticos que dedicaron muchas horas de supuesto ocio a
los periódicos y revistas de tiempos remotos, afanosos por despejar las trampas
e incógnitas de los tiempos más recientes. Si antes, las oportunidades fueron
escasas para la tarea, ahora las hubo más en el esfuerzo de reinterpretar el
pasado que permitiera precisar mejor las coordenadas del presente: privilegió
los períodos de Eleazar López y Contreras,
Isaías Medina Angarita y, agregaría, el de la llamada dictablanda,
derrocado Rómulo Gallegos, consiguiendo una interpretación distinta a la
consagrada por el llamado trienio adeco; y esbozó otros temas y períodos que el
investigador abordó con su instinto político y las habilidades del periodista
atento y acucioso.
Acordados, en una u otra hemeroteca que resultase
auspiciosa, solíamos comentar nuestros
puntuales hallazgos y avisar de alguna curiosidad con la prudencia que
reclamaban la sala y los otros vecinos que investigaban. Nada casual, surgían
las diferencias y el esfuerzo era por contener y postergar toda observación de
modo que, a la salida, faltaba tiempo para la discusión. Por cierto, transitar
por las calles aledañas suscitaba todas las reminiscencias que muy bien condensaba
la empinada cuesta ubicada entre las esquinas de Truco a Cardone, el liceo
Fermín Toro y la sede partidista de la esquina de Mijares, sitios en los que
vivió, estudió y despuntó prematuramente su vocación política.
Para el suscrito, la ventaja era inmensa por razones más
que obvias, pues, unas veces, no fue Julio César el espectador sino el
protagonista mismo de los hechos indagados, y, otras, daba pie para recordar
distintos eventos que incluía un estupendo anecdotario. Bastaba con una pequeña
pista y prendía el motor de la memoria y, por supuesto, exhibía su
característico y corrosivo sentido del humor del cual fui un indefenso, torpe y
aplazado aprendiz repitiente de la materia.
Investigador y provechoso contertulio, tuvimos el
privilegio de compartir con Julio César muchísimas horas de vuelo hacia un
pasado que persistentemente nos devolvió al presente por siempre ineludible. Y esto,
porque la lectura de la vieja prensa no fue un recurso para el escapismo,
porque él era el político de vocación capaz de cumplir y ayudar a cumplir con
el indispensable itinerario.
Fotografías: LB: Hemeroteca Nacional / Foro Libertador (CCS, 03/09/2012); y Hemeroteca de la Academia Nacional de la Historia (CCS, 01/11/12).
15/12/2025:
https://encuentrohumanista.org/2025/12/12/el-itinerario-hemerografico-de-julio-cesar-moreno/
Cfr.
https://encuentrohumanista.org/


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