Escribimos este ensayo a un
mes del fallecimiento de un noble compañero de luchas y combates cívicos: Julio
César Moreno. Este texto consta de tres partes. La primera y la última parte la
dedicamos a una sencilla elegía en su memoria y la segunda la dirigimos a
comentar, junto a nuestros amables lectores, cómo surgió nuestra fraterna
amistad y cómo se enmarca armoniosamente en el complejo universo de las
divergencias político-ideológicas que afloraron hacia el interior de la
Juventud Revolucionaria Copeyana, durante la década de los años sesenta del
siglo xx. Este acontecimiento tuvo un dinámico y sustancial impacto en la
historia de las ideas políticas en Venezuela, en la acción militante de los
social cristianos, en el estilo de gobierno democrático y en el espíritu de las
siguientes generaciones democráticas.
Deseamos, además, señalar
que la primera y la segunda parte de este ensayo conservan el formato que
utilicé para que sirvieran de fundamento a las palabras que pronuncié durante
el acto celebrado, el 27 de noviembre pasado, por el Consejo Superior de la
Democracia Cristiana, que fue un acto de honor en reconocimiento de los aportes
que Julio entregó con absoluta generosidad a la lucha cívica, popular,
democrática y social cristiana a la cual dedicó toda su vida.
Comienzo diciendo que sigo
embargado en la tristeza y el dolor. Nuestro grande y querido hermano Julio
Cesar se nos ha ido de viaje, súbita e inesperadamente, hacia la Jerusalén
Celestial. Todavía mi corazón no se recupera del impacto doloroso causado por
su fallecimiento.
Fue una vida plena de
fraterna y cercana solidaridad desde que, siendo apenas unos jóvenes muchachos,
nos conocimos al calor de la lucha estudiantil, liceísta y universitaria, de
comienzo de los años sesenta. Compartimos ideales, sueños, proyectos dirigidos
a la transformación estructural de la nación que amamos, propuestas para
acercar el amor y la esperanza a toda la comunidad venezolana. Hablamos con
frecuencia a través de muchas décadas y hace apenas algunos días, concretamente
el 18 de octubre, tuvimos la suerte de hablar por teléfono, conversar,
discutir, disentir y luego volver a acordarnos sobre temas políticos y
geopolíticos tales como la situación del Régimen, que hoy sigue operando
dictatorialmente en Venezuela, y la posibilidad de su reemplazo por la acción
eficaz de la soberanía popular.
El primero de octubre lo
llamé, además, para darle un fuerte abrazo de felicitación y, en compañía de
Yolanda, le cantamos en coro ¡cumple años feliz! Pero la muerte es una gran
disociadora impura, tal como la calificó la noble Gabriela Mistral en uno de
los poemas que incorporó en su obra Desolación en la primera edición del año
1922. Y esa gran disociadora nos ha separado, pero guardamos tu imagen, tu
recuerdo, tus pensamientos, tu acendrada nobleza, y así siempre estarás con
nosotros en la esperanza fiel de que compartiremos el encuentro final.
Por eso hoy deseamos decir,
otra vez, lo que en anteriores oportunidades hemos expresado: Julio César,
fuiste un gran líder, un gran dirigente, un gran organizador. Marcaste bien tu
camino como un excelente conductor en todos los peldaños de dirección de la
Democracia Cristiana, impulsado por un sólido compromiso político ideológico.
Navegaste en todas las latitudes de la tarea parlamentaria durante varios
lustros, con profundidad y deseos de servir al Bien Común. Fuiste el paradigma
prolífico, audaz y perspicaz de un periodista concentrado en su tarea que
analizaba con precisión y rigor, a lo largo de los años, los temas más
relevantes de la política nacional y de la geopolítica Internacional.
Todas estas complejas y
difíciles tareas las ejecutaste siempre encuadradas en un marco construido
sobre cuatro fuertes columnas:
- Tu esencial identificación con un compromiso político-ideológico sustentado en los principios permanentes de la Doctrina Social de la Iglesia que han sido adoptados por la Democracia Cristiana en muchos países de la tierra. El primero de esos principios, que es, a su vez, la sólida base sobre la que se desarrolla toda la concepción social cristiana de la sociedad y de su evolución y transformación, es el reconocimiento de la dignidad esencial que integra indisolublemente a cada una de las personas humanas que habitamos este planeta. Desde allí se desprende tu búsqueda incesante en la tarea de que la Democracia Cristiana de Venezuela comprendiera que el Ideal Histórico, según la propuesta de Mounier y de Maritain, debería constituirse en el compromiso programático de nuestra organización en la titánica tarea de transformar la sociedad venezolana.
- Tu entrega decidida al Bien Común de la nación y de su pueblo está inspirada en los valores de un mundo que aspira a crear cada vez más fuertes lazos de vida comunitaria.
- La corriente cálida y generosa, de prístina y potente amistad, que dirigías a raudales hacia todos aquellos a los cuales nos diste el honor de estimarnos como tus amigos cercanos y solidarios los cuales, por cierto, iban mucho más allá del universo social cristiano.
- En este mismo campo inscribimos tu tierna y amorosa experiencia familiar con Maru y tus tres hijos Hilda Elena, César Humberto y Julio César Hijo; sólida, intensamente afectuosa e indoblegable.
- Tu férrea decisión de aportar a la Democracia Cristiana tu talento, tu capacidad organizativa y tu lealtad con independencia de las coyunturas y circunstancias de la vida política en la cual transcurren infinidad de cambios y de ajustes de acuerdo con la marcha de los acontecimientos históricos.
A raíz de la dolorosa
noticia de tu fallecimiento algunos compañeros, que hacen filas en nuestras
recientes generaciones social cristianas, han desarrollado estupendas y
sentidas semblanzas tuyas, Julio César, en las cuales nos presentan una visión
certera sobre todos estos aspectos que conforman una personalidad tan compleja
como la tuya, querido amigo del alma. Dentro de ellos podemos citar los
artículos de Luis Barragán, César Pérez Vivas, Gehard Cartay, Eliécer Córdoba y
Marcos Villasmil.
Julio César en la Jerusalén
Celestial
Por eso hoy deseamos
compartir contigo nuestra íntima fe, así como nuestra esperanza, de que ya
estés en el Reino y que una legión de ángeles haya salido a recibirte para que
te incorpores con plenitud a las moradas eternas del Padre.
Julio, estás hoy aquí
compartiendo con nosotros y en este encuentro tenemos una magnífica plataforma
para poder acceder con más claridad aún, que en otras oportunidades, al
contenido esencial de las palabras de nuestro iluminado Pablo; por cierto,
Julio, tengo la seguridad de que recuerdas en cuántas oportunidades hablamos de
sus enseñanzas y de lo mucho que nos habían impactado. Por eso te pido que me
permitas citarlo para que todos bebamos de su sapiencia y nos ilumine la eterna
esperanza que ellas esparcen. Dice Pablo:
“Y cuando este corruptible
se haya vestido de incorrupción, y este mortal se haya investido de
inmortalidad entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la
muerte en victoria. ¿Dónde está oh muerte tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro,
tu victoria? (1ª Corintios Cap. 15; 54.55).
II
El debate ideológico en la JRC. Años de la
década de 1960. Hacia la creación de la corriente de Avanzada
Pero más allá de estas tristes, esperanzadoras
y profundas reflexiones que la lectura de Pablo me ha inspirado sobre tu
partida, me he animado a pergeñar, de manera breve, cómo fueron aquellos
tiempos en que Julio y yo, entre otros jóvenes militantes, lanzamos la
coordenada histórica de crear el movimiento Avanzado dentro de la JRC y de cómo
surgió y se robusteció la indisoluble amistad que nos mantuvo unidos durante toda
la vida.
Por eso deseo narrarles
algunos hechos y coyunturas que ocurrieron en aquellos años en la JRC cuando
Julio no era sino un joven liceísta, que empezaba su andadura en el combate
político, y yo, un joven universitario, que ya cursaba el tercer año de
economía en la amada UCV, y que estaba dando sus primeros y tímidos pasos en la
absorbente y multifacética vida política nacional.
En cuanto a cómo fue nuestro
encuentro personal, y el comienzo de nuestra amistad, no hay nada especial a lo
cual hacer referencia. Basta decir que comenzamos a coincidir en una multitud
de encuentros, de conferencias, de eventos, de actividades de la JRC tanto en
Caracas como en el interior de la República. Hicimos innumerables viajes por
carretera, y en algunos casos incluso a caballo, a las principales ciudades de
la República, así como a sus aldeas y pueblos, distritos y municipios, a lo
largo y ancho de toda la geografía nacional. En esos viajes conversábamos,
explorábamos los alcances de las razones por las cuales participábamos en la
política juvenil y social cristiana. Al calor de esas interminables carreteras,
en el frío de las madrugadas andinas, en las olas de calor de Bolívar y
Amazonas, en las vastas llanuras llaneras, en las orillas acogedoras del Mar
Caribe, en las hermosas playas de Margarita, en las tibias mañanas del Lago y
en los tórridos caños del Orinoco surgió nuestra amistad, nuestra conjunta
identificación de la acción política como una causa de fe, como un proyecto de
transformación estructural de Venezuela, como una propuesta para aplicar con
justicia el poder del Estado a los cambios políticos, culturales, económicos y
sociales que el país requería. Nuestra amistad nació fuerte desde el comienzo
y, gracias al Señor, Julio me concedió el privilegio de contarme siempre entre
sus amigos queridos hasta el último momento de su vida.
En los próximos párrafos voy
a incorporar algunas concepciones importantes que están incluidas en un libro
no publicado, que elaboramos Johnny Diaz Apitz y quien escribe, unos años atrás
y que denominamos “Historia de la JRC. Una Juventud Victoriosa”.
Este libro constituye una
fuente de referencia fundamental para acercarnos, mediante una crónica objetiva
y breve, a cómo se gestó y desarrolló la interesante controversia ideológica
que tuvo lugar en la JRC fundamentalmente a lo largo de la década de los
sesenta del siglo pasado. Por supuesto que los elementos incluidos en el libro
que acabamos de mencionar han sido adaptados al lenguaje familiar que
utilizamos, reducidos en extensión y simplificados en este ensayo, pero, en lo
fundamental, ellos contienen nuestra visión sobre aquellos hechos que
constituyeron historia para el universo social cristiano de Venezuela.
El tema neurálgico, me
parece, alrededor del cual se desarrolla el proceso de diferenciación entre las
corrientes internas de la JRC, estuvo constituido por un esfuerzo notable para
precisar sin dejar dudas y para escudriñar minuciosamente cuáles eran las
características relevantes que deberían identificar la cosmovisión político-ideológica
del Partido Social Cristiano COPEI de Venezuela.
La Cuarta Convención de la
JRC, 29-31 de octubre de 1965, fue el escenario ideal para la presentación
pública de las corrientes que configuraban en aquel momento la JRC y que se
asentaban tanto en la juventud universitaria y liceísta, como en la política
global del país. Su anclaje en la juventud era evidente para todos y en cuanto
a su impacto sobre la política global se fundaba sobre el hecho de que, siendo
todos hombres y mujeres muy jóvenes, comenzábamos a emitir opiniones sobre
temas que trascendían la esfera juvenil y se dirigían a señalamientos amplios
sobre cuestiones cruciales tales como la naturaleza de la democracia, la
construcción de un nuevo orden social, la descentralización y renovación de las
estructuras políticas, la lucha contra la marginalidad y la pobreza y el cabal
aprovechamiento de los recursos naturales propiedad de la nación.
Una de estas corrientes se
denominaba “Los Astronautas” y proponía una visión hacia la izquierda de la
Iglesia, se identificada con la Teología de la Liberación, se acercaba a las
propuestas del Arzobispo Helder Cámara sobre la justicia social y la liberación
de los más pobres. Esta corriente, en el devenir de los años, se fue acercando
a la cosmovisión marxista de la sociedad y de la historia.
El nombre de esta corriente,
Los Astronautas, nos parece apuntaba certeramente a como se les percibía desde
afuera: Lejanos de la realidad social palpitante del país y adscritos de manera
ferviente y militante a teorías y doctrinas socio económicas lejanas e
inapropiadas para las circunstancias entonces relevantes de la nación. Sin
duda, era una visión heterodoxa que pretendía que la Democracia Cristiana
reescribiera sus fundamentos sociales, económicos y políticos. Este sector
contaba con un conjunto de líderes brillantes y prestigiosos como Joaquín Marta
Sosa, Rafael Iribarren, Gustavo Escobar, Juan José Monsant, Oliver Belisario,
Otto Maduro, Francisco Parra, Fernando Eurea, Pedro Luis Castellanos, Antonio
Barroeta, Germán Arenshburg, etc.
Por otro lado, la corriente
conservadora, conocida como “Los Araguatos”, quienes manifestaban una ortodoxia
completa y sin excepciones con relación al Partido Social Cristiano COPEI, su
liderazgo, su estructura, su adscripción doctrinaria y sus propuestas políticas
de gobierno. Claro está que, dentro de estas aceptaciones, se incluía el
reconocimiento, seguimiento y acatamiento, sin discrepancias ni reticencias,
del liderazgo básico del Partido Social Cristiano a cuyo frente estaba la
brillante personalidad de Rafael Caldera quien, para entonces, era el líder
máximo de COPEI, como su Secretario General y como candidato en ciernes para
las elecciones presidenciales que se aproximaban, y que se realizaron en
diciembre del año 1968. Esta corriente incluía un grupo de jóvenes brillantes
que, andando el tiempo, llegarían a ocupar posiciones claves en la política de
Venezuela, tales como Gustavo Tarre Briceño, Oswaldo Álvarez Paz, Álvaro Páez
Pumar, Rafael Peña, Naudy Suárez, Luis Betancourt Oteiza, José Rodríguez Iturbe,
Hilarión Cardozo, Eduardo Fernández, etc.
La tercera de estas
corrientes se denominaba “Los Avanzados”; a ella pertenece quien suscribe este
ensayo y de la cual formó parte muy importante nuestro hermano Julio César.
Representaba una corriente heterodoxa en el seno de COPEI y hasta en el más
amplio encuadramiento de la política nacional. Su nombre apuntaba a la
percepción que se tenía, desde otras esferas del espectro político nacional,
así como del propio mundo social cristiano, de constituir un sector crítico con
el Partido, con su estructura, con su liderazgo, pero que deseaban ir más allá,
avanzar, desde las propuestas reiteradamente doctrinarias de COPEI hacia nuevos
horizontes ideológicos; según Los Avanzados el cambio y la revolución había que
hacerlos dentro de COPEI, nunca fuera de él.
Esta corriente proponía
conducir al Partido hacia una definición más concreta en el plano histórico,
basada sobre la concepción del Proyecto Histórico de Maritain, que se expresaba
en la creación de un nuevo orden social que denominábamos Sociedad Comunitaria.
Este nuevo orden comprendía, entre otros elementos claves, la construcción de
una nueva economía, una de cuyas bases era la propiedad autogestionaria o
comunitaria, para ir desarrollando desde ella un mundo de solidaridad, así como
una sociedad respetuosa de la dignidad de la persona y ganada para el papel
fundamental que debe desempeñar en la economía el trabajo como elemento
esencial del proceso productivo. Aún más, esta corriente proponía incorporar, dentro
de las ejecutorias de los programas de gobierno del Partido Social Cristiano,
todos estos elementos claves en el proceso de transformación de la sociedad,
tomando en cuenta la realidad imperante en el caso concreto de Venezuela tales
como la transformación de la estructura política, la descentralización del
poder nacional, la mejor utilización de los recursos naturales de la nación y
la participación de la sociedad civil en las ejecutorias del gobierno en
ejercicio. Todos estos elementos deberían ser recogidos en los programas de
gobierno que, desde esa época, fueran ofrecidos por el Partido de manera que
reflejaran aquella amplia visión doctrinal e ideológica.
En esta corriente participó
un importante número de dirigentes universitarios, liceístas y del mundo del
trabajo, militantes calificados y emergentes, de la JRC tales como Abdón Vivas
Terán, Rubén Darío González, Adel Muhammad Tineo, Rafael Domínguez Daly, Julio
César Moreno, José Ramón Solano, Milton Granados y Julio César Pineda, entre
otros.
Dentro del Partido este
sector de “Los Avanzados” estaba en cercanía al liderazgo político de Luis
Herrera Campins, Rodolfo José Cárdenas, Valmore Acevedo Amaya y Hugo Briceño
Salas, entre otros muy distinguidos dirigentes copeyanos, quienes también
estaban en la búsqueda, en aquellas jornadas pletóricas de controversias y
esperanzas, de una forma de articular armoniosamente una visión práctica y
realizable de la acción política, con los principios y valores de la Democracia
Cristiana pero que, además, mantenían con discreción la vista puesta en la
posible renovación interna de las autoridades nacionales del Partido.
Dentro de las influencias
que enmarcaron y estimularon el debate ideológico en el seno de la JRC en el
año 1965, pero en particular los diálogos sostenidos con perseverancia hacia el
interior de la corriente de los Avanzados, deseamos señalar el profundo impacto
del Concilio Vaticano II y de Encíclicas como la «Mater et Magistra» y la
“Pacen in Terris”, emitidas ambas por el Papa Juan XXIII, con fechas 15 de mayo
de 1961 y 11 de abril de 1963, respectivamente, y la “Populorum Progressio»
emitida por el Papa Pablo VI el 26 de marzo de 1967. A estos documentos debemos
añadir toda la copiosa literatura y reflexión recogida en otras encíclicas
sociales, desde la llamada Rerum Novarum del 5 de mayo de 1891.
Dada la enorme importancia
que, para el mundo cristiano, tuvo el desarrollo del Concilio Vaticano II y,
sin pretender entrar a un análisis siquiera somero de la copiosa y relevante
documentación que este produjo, cosa que no corresponde al alcance de este
sencillo trabajo, si vale la pena recordar que este Concilio Vaticano II fue
una trascendental decisión tomada por el Papa Juan XXIII quien lo dirigió a
poner en marcha de manera clara, profunda y directa un proceso que permitiera a
la Iglesia avanzar en su aggiornamento en todos los terrenos, y en el entorno
de la sociedad, en aquellos años de la década de los sesenta del Siglo XX.
En materia de influencias
sobre las corrientes en controversia en el seno de la JRC, es indispensable
referirse también al aporte clave de pensadores cristianos del siglo XX, -estos
materiales impactaron más en las corrientes de Los Astronautas y de Los
Avanzados que en la de Los Araguatos-, dentro de los cuales podemos citar a
personajes de primera línea como Maritain, Mounier, Teilhard de Chardin, N
Berdyaev, G Marcel, Lebret, M.F. Sciacca, Perroux, Lepp, La Pira, Silva Solar y
J. Chonchol, Rodolfo José Cárdenas, Lacroix, Folliet, etc.
Otra expresión de las
influencias político-ideológicas sobre la JRC debe verse en la producción
intelectual de discursos, manifiestos, pronunciamientos, políticas elaboradas
por la fuerte corriente de Partidos y de organizaciones internacionales
Demócratas Cristianas en especial en Europa y en América Latina, así como la
actuación de importantes liderazgos tales como los de Adenauer, Caldera, Frei,
De Gásperi, etc.
En el caso de Los Avanzados
quisiéramos añadir que concretamos una importante dirección de nuestra línea
política, al proponer acercarnos integralmente al movimiento de jóvenes
trabajadores y campesinos. De este esquema surgió la fórmula electoral que
propusimos para la Secretaría y la Sub Secretaría Nacionales de la JRC en la
jornada política que estamos analizando.
Durante el período que
analizamos, al comienzo de la experiencia democrática de 1958, la JRC mantuvo
su crecimiento y se convirtió en un sólido movimiento estudiantil que asumió la
defensa de la experiencia democrática venezolana, surgida a raíz del
derrocamiento de la dictadura del General Pérez Jiménez. Para ello no tuvo otra
opción que enfrentrar en aulas, auditorios, jardines, cafetines, comedores y
pasillos de liceos, institutos pedagógicos y universidades a las fuerzas de
izquierda marxista expresadas en la juventud del Partido Comunista y del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria quienes habían iniciado, desde el
segundo año del gobierno del Presidente Betancourt, una lucha violenta contra
las instituciones democráticas.
Esta defensa de la
democracia se extendió en varios frentes. En el de las ideas con debates,
seminarios, discusiones en clases y en auditorios sobre la pertinencia y
validez de las ideas democráticas frente a las obsoletas, atrasadas, e
inconvenientes que se derivaban de los principios marxistas. Otro frente de
lucha se dio mediante numerosas y multitudinarias manifestaciones, marchas y
desfiles juveniles, con preponderancia del mundo estudiantil, en las cuales la
JRC se jugaba su papel de expresar con fuerza y gallardía su acerada defensa
como agente activo en pro de la democracia, la libertad y el progreso.
Es decir, a la JRC le cupo
jugar el papel de defensa de la experiencia democrática en los sectores
juveniles del país, en la misma proporción en que las juventudes del PCV y del
MIR actuaban, en toda la estructura estudiantil, como los representantes de las
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), que, apoyados por el Régimen de
Cuba, deslumbrados por los sucesos de la Revolución Cubana y, a partir de una
interpretación equivocada de la historia en aquella coyuntura de Venezuela,
habían declarado una clara hostilidad a los gobiernos democráticos.
El documento Una Juventud
para el Cambio, importante producto del universo Avanzado, causó un formidable
impacto en el país. Se convirtió en una bandera de debates y de controversias a
lo largo de todo el movimiento juvenil en liceos y universidades. Fue elaborado
al unísono, pero por varias manos, a lo largo de visitas y reuniones de
naturaleza política, mientras transcurría el tiempo de la campaña electoral
interna, que concluiría con la reunión en Caracas de la IV Convención Nacional
de la JRC. Por eso, el entorno en que tal texto se escribió no correspondía al
ambiente apacible de bibliotecas y estudios, sino al ajetreo propio, continuo y
extenuante de una campaña electoral. Algunos nombres que participaron en su
redacción fueron Julio César Moreno, José Ramón Solano, Carlos Julio González,
Adel Muhammad, Rafael Domínguez Daly, Milton Granados, Rubén Darío González y
Abdón Vivas Terán, entre otros. El nombre del documento surgió de una propuesta
concreta que Julio César nos hizo en una amplia reunión para decidir sobre el
tema.
El texto Avanzado se inspiró
a partir de dos consideraciones básicas. La primera era de naturaleza
estrictamente política. Los Avanzados estimábamos que la democracia, inaugurada
en Venezuela a partir de 1958, era una nueva coordenada para el afianzamiento
del poder que reside en el pueblo y que este expresa a través del sufragio. Sin
embargo, nos parecía que, luego de siete años en su ejercicio, ya habían
comenzado a aflorar en la sociedad venezolana una serie de problemas
económicos, sociales y políticos que no estaban siendo respondidos con las
medidas rápidas y eficaces que sus graves consecuencias demandaban. En la
enunciación de tales problemas tenían cabida temas tales como: aumento de la
pobreza, aumento de la marginalidad, desigualdades crecientes en la
distribución del ingreso, la riqueza y la propiedad, falta de atención a
servicios vitales tales como vivienda, educación, sanidad, transporte y
recreación, obsolescencia e ineficacia de la centralización del poder que
disminuía el papel de órganos como los consejos municipales y las juntas
locales, ineficiencia en el uso de los recursos naturales por parte de agentes
extranjeros que abusaban de las riquezas minerales y petrolíferas de la nación
etc. Concluíamos que la democracia representativa no tenía la potencia para
emprender el amplio abanico de reformas estructurales que era indispensable
poner en marcha para enfrentar tan vitales asuntos. Había que avanzar hacia
otras formas de acción política que la complementaran y completaran.
La segunda consideración que
inspira el texto Avanzado de Una Juventud para el Cambio mantiene con claridad
una profunda imbricación con el tema doctrinal e ideológico. Se trata de que
esta corriente interna de la JRC se sentía plenamente identificada con la
adscripción doctrinal que contempla COPEI y que ha incorporado a su lucha
política desde el principio mismo de su fundación. Este cuerpo doctrinal es, a
su vez, tomado de la Doctrina Social de la Iglesia Católica la cual considera
que tales principios deben guiar la conducta de los seres humanos en cualquier
tiempo y lugar del devenir histórico civilizado.
Los Avanzados proponíamos,
sin embargo, que el Partido estudiara, discutiera y elaborara una propuesta
concreta de transformación estructural profunda del orden social que permitiera
realizar, -en un tiempo histórico dado y en el cuadro de una situación
económica, social y política concreta-, la construcción de una nueva sociedad.
El mundo de los Avanzados no entendió nunca por qué razón el Partido no se
atrevía a dar ese paso y, por su cuenta, concluyó que era necesario proponerle
al partido sus líneas generales para incitarles a tomar decisiones en la
expectativa difícil de que aquél aceptase sus planteamientos. Esa sociedad la
denominamos Sociedad Comunitaria y la base sobre la cual ella desarrollaría su
actividad productiva, le colocamos el nombre de la propiedad comunitaria.
Los Avanzados sosteníamos
que la sociedad es comunitaria cuando reposa sobre la existencia de lazos
profundos de solidaridad entre sus integrantes. De esta manera todos se sienten
parte del conjunto global al compartir sueños, trabajos, ilusiones, tristezas y
dolores. Se extiende a todas las comunidades intermedias y propicia sustituir
el “tú y yo” por el “nosotros”.
La sociedad es comunitaria,
y esto está en clara armonía con el punto anterior, cuando hace del Bien Común
su fin propio y específico. Esta sociedad comunitaria es, complementariamente,
un norte tendencial para adelantar acciones, políticas y proyectos de
transformación. Resulta, en conclusión, que la sociedad comunitaria es el
nombre propio y adecuado de la sociedad, que los Avanzados, nosotros jóvenes
idealistas, proponíamos construir.
En cuanto al tema de la
propiedad comunitaria se produjo un encendido debate alrededor de esta idea.
Algunos sostenían que era tan solo un disfraz para ocultar un tipo de propiedad
que se acercaba mucho al mismo que se utiliza en las economías capitalistas.
Otros sostenían que ese tipo de propiedad era totalmente desalineado,
heterodoxo, en relación con el concepto de propiedad privada que brotaba del
derecho positivo y desde la tradición cristiana desde hace centurias atrás. Por
nuestra parte, los Avanzados procuramos demostrar su legitimidad doctrinal
amparándonos en la letra del Evangelio, en los aportes invaluables de la
Patrística y en el aporte de pensadores cristianos modernos. Fue ampliamente
positivo este trabajo que nos permitió acuñar un concepto de propiedad
comunitaria que debería entenderse como aquel tipo de apropiación de los medios
de producción en que el sujeto es la comunidad organizada de trabajadores la
cual dispone del dominio sobre los activos de la empresa y su hacienda a través
de una doble titularidad: la personal y la comunitaria. A partir de la primera
cada trabajador obtiene los beneficios derivados de su trabajo, que dejarán de
llamarse salario, y que, desde el momento de la puesta en marcha de este tipo
de propiedad se reportarían como un mero adelanto sobre los beneficios a
percibir por la empresa autogestionaria; estos beneficios los puede dedicar el
trabajador, a su sustento, a su ahorro o a la adquisición de cualquier tipo de
bienes dentro del marco legal establecido. Por la segunda, cada trabajador
tiene propiedad sobre los bienes totales de la empresa y adquiere el derecho de
administrarlos y el derecho de decisión sobre las políticas, sobre los temas de
mercado y de tecnología de la empresa, facultad que solo podrá ejercerse
colectivamente a través de los organismos gerenciales organizados y puestos en
marcha por la comunidad de trabajadores en el marco del sistema legal operante
en ese momento.
A los amables lectores, que
hasta ahora nos han tenido paciencia, deseamos informarles que, si están
interesados en ahondar sobre este tema de la propiedad comunitaria y de la
creación de una economía autogestionaria, no duden en consultar la obra de Lino
Rodríguez Arias Bustamante que lleva por nombre “De la propiedad privada a la
propiedad comunitaria”, la cual tiene un prólogo de Abdón Vivas Terán dedicado
al análisis del sistema autogestionario de producción, y que fue editada por
Monte Ávila Ediciones en Caracas.
Todas estas materias
esenciales se exponían en Una Juventud para el Cambio y se referían a la
construcción de ese anhelado orden social nuevo, que incorporaba en su núcleo
vital el desarrollo de una economía autogestionaria que se apartaba del
capitalismo histórico y se presentaba en compañía de una serie de reformas
estructurales que deberían ser emprendidas, paralelamente a aquellas, con el
propósito de ir acelerando el paso de la sociedad venezolana existente hacia un
estadio superior de justicia, equidad, igualdad y eficiencia.
Dentro de estas reformas
estructurales el sector de Los Avanzados señalaba las siguientes: Proceso de
descentralización del poder, nueva división político territorial del país,
reestructuración organizativa profunda de los poderes del Estado, rescate de
las materias primas naturales del país para ponerlas a producir en un esquema
que promoviera una mejor utilización y provecho para los ciudadanos,
nacionalización de la industria y el comercio de los hidrocarburos etc.
Este documento presentado
por el grupo de los avanzados ante la IV Convención Nacional Juvenil, fue
objeto de un concienzudo y político análisis por parte del Dr. Alfredo Tarre
Murzi, quien, el dos de noviembre de 1965, publicó en el diario El Nacional un
artículo titulado «La Rebelión Copeyana» donde expresa:
“En la reciente convención
de la Juventud copeyana se discutió un documento que tiene todas las reformas
de estructuras; ¿qué dicen los jóvenes copeyanos? Piden un cambio de
estructuras por todo el cañón. Sin retóricas ni eufemismos. Solicitan una reforma
de la propiedad privada, bajo el signo del comunitarismo y el solidarismo.
Culpan al capitalismo de la crisis nacional. Piden un parlamento y cuerpos
deliberantes que no sean una farsa y una mentira. Reclaman una Revolución que
se salga de la teoría, una revolución que haga de verdad la reforma agraria.
Piden medidas radicales contra la concentración de la propiedad privada y
contra las estructuras arcaicas que frenan el progreso. He allí el esquema de
la rebelión copeyana. El duro planteamiento de los muchachos socialcristianos».
Trayectoria de Julio Cesar
en el Partido Social Cristiano COPEI
Debemos, ahora, volver a
concentrarnos, con brevedad, en la compleja personalidad de Julio César con el
propósito de destacar algunas facetas relevantes para acceder a una comprensión
general de su elipse vital encuadrada siempre en un gran amor por Venezuela.
Julio César alcanzó, en su
trayectoria en el seno del Partido Social Cristiano COPEI, una serie de hitos
que lo proyectaron como un muy destacado líder histórico de la generación de
1958; veamos algunos de ellos:
- Dirigente estudiantil en el Liceo Fermín Toro de la ciudad de Caracas. Siempre actuaba en defensa de la experiencia democrática recientemente establecida en Venezuela en 1958.
- Secretario Nacional de Educación Media de la J.R.C. designado antes de la realización de la IV Convención Nacional de esta organización.
- Propuesto por la corriente de Avanzados como integrante del Directorio Juvenil Nacional, que acompañaba a Abdón Vivas Terán y a Rubén Darío González, en la citada IV Convención que se celebró en Caracas del 29 al 31 de octubre de 1965.
- Corredactor, a varias manos, del Documento presentado por la corriente Avanzada, ante la mencionada Convención de la JRC. el ya mencionado “Una Juventud para el Cambio”. Texto que, como ya referimos, desató un notable impacto en la sociedad venezolana lo que le confirió indubitable perfil histórico.
- Miembro del Directorio Nacional de la JRC elegido en la Convención de San Felipe, Yaracuy, en 1968, en donde se eligió a José Ramón Solano como Secretario Nacional de la JRC.
- Elegido Secretario Nacional de la JRC en la Convención Nacional celebrada en el año 1971.
- En el año 1974 resultó elegido para formar parte del Comité Nacional del Partido Social Cristiano COPEI.
- El Presidente Luis Herrera Campíns, elegido en el año 1979, tomó la decisión de designarlo en la función de Vice Ministro de la Juventud. Esta tarea la realizó con brillo, honradez, y eficiencia, dignas de tan elevada responsabilidad.
- En 1984 resultó elegido como diputado por el Estado Trujillo ante la Cámara de Diputados y fue reelecto durante varios períodos. En su primer periodo fue escogido como Presidente de la Comisión de Medios de la Cámara, Comisión que acababa de ser creada, y que estaba a cargo de la defensa de la libertad de información, de medios, de expresión, de opinión, de reuniones etc. Desempeñó una muy significativa tarea durante los años que estuvo al frente de esta crucial responsabilidad. En esta actividad lo acompañaron los queridos hermanos Gehard Cartay y Marcos Villasmil como Vice Presidente y Secretario, respectivamente.
- En 1993 decidió alejarse del Partido COPEI y acompañar la candidatura presidencial de Rafael Caldera para las elecciones de ese año. La situación interna del Partido COPEI era confusa, peligrosa y contradictoria y no podemos entrar a analizarla en detalle en esta oportunidad. En esta inesperada y nueva situación política formó parte de la Dirección Estratégica de la campaña del Pdte. Caldera y, el 7 de junio de ese año, el Comité Nacional de COPEI decidió borrar su nombre de los libros de inscripción. Esta sanción fue aplicada también, y en el mismo acto, al propio Presidente Caldera, al Dr. Edecio La Riva Araujo y a Abdón Vivas Terán.
- El Presidente Caldera ganó aquellas elecciones del año 1993 y Julio César fue designado durante este período constitucional como embajador ante los Gobiernos de Chile y de Guatemala.
- A partir de 1999 entró en un largo y combativo periodo de oponer resistencia cívica y democrática el régimen dictatorial del chavismo que se ha proclamado como Socialismo del Siglo XXI.
- En el año 2021 es designado por la Organización Demócrata Cristiana América (ODCA) como integrante del Consejo Superior de la Democracia Cristiana en Venezuela (CSDC), cuyo fin primordial es servir de territorio de encuentro en nuestro país a personas, partidos, movimientos u organizaciones que tengan en sus tareas e inspiraciones la impronta, el sello, del Humanismo Cristiano.
Julio César en el Ejercicio del Periodismo
Por otra parte, él alcanzó logros muy notables
en el ejercicio de su profesión de periodista ya que, desde muy joven, redactó
artículos y ensayos a granel sobra una gran variedad de tópicos de política
nacional y de geopolítica internacional con una elevada capacidad analítica y
basado en fuentes muy confiables de información. Para esta etapa de su vida
estamos trabajando en el propósito de elaborar una recopilación de sus obras
que nos permita obtener la mayor cantidad posible de los artículos y ensayos
que constituyen su obra primordial con vistas a una publicación ulterior. Por
esto estamos actuando en varias direcciones:
- Presentar una visión resumida de su producción intelectual. En esta tarea deberá jugar un papel muy importante Luis Barragán, noble amigo siempre cercano a Julio César, que, con sus archivos, sus habilidades de investigador pueda ir descubriendo en bibliotecas, y archivos de prensa una buena parte de la producción política e histórica de Julio César.
- Hacer alusión a su más reciente y potente creación intelectual, que se estructuró a partir del año 2020 hasta la actualidad, período en el cual Julio muestra en sus ensayos una gran capacidad de análisis sobre temas históricos y políticos de relevancia significativa para la geopolítica internacional, en particular la latinoamericana, y para resaltar el perfil histórico de la política venezolana y de la comunidad.
- En esta área específica hemos elaborado un primer inventario de 14 ensayos de Julio César en los cuales elabora sus ideas sobre temas claves.
- La mayoría de estos ensayos han sido publicados, en especial, en la revista digital Encuentro Humanista, la cual dirigía Julio César acompañado por dos entrañables y estudiosos compañeros, Macky Arenas y Marcos Villasmil y, en la página web América 2.1. también dirigida por este último.
- En esta oportunidad deseamos ofrecerles una referencia de, al menos cuatro, de esos 14 ensayos, que hemos seleccionado y que fueron publicados durante la época que mencionamos. Presentamos estas referencias para invitar a nuestros amables lectores a revisarlos y reflexionar sobre sus contenidos y, al mismo tiempo, para destacar la capacidad de Julio César para la investigación, así como su agudeza y profundidad, en su forma de analizar los acontecimientos históricos en perspectiva tanto como su pasión por el tratamiento de la coyuntura política y de su evolución en diferentes etapas de nuestra historia como nación independiente.
Los ensayos seleccionados,
que recomendamos su lectura, se titulan
18 de Octubre de 1945:
cuando Tumbaron al Presidente Medina. 23/10/2020.
Publicado en:
https://pararescatarelporvenir.wordpress.com/
Eleazar López Contreras y la
Invasión de los Tachirenses. Julio 16, 2025. Encuentro Humanista.
La Elección Primaria, María
Corina y el Régimen. Oct 29, 2023 – Encuentro Humanista.
Colombia: la Peligrosa
Incertidumbre y el Juicio al Presidente. Ene 18, 2024. Encuentro Humanista.
Fundación de Encuentro
Humanista
A comienzos de la década de
los años 20 del siglo XXI y, como si hubiese pretendido dejarnos un regalo
final de su inquieto y creativo ciclo vital, Julio César nos entregó un
importante espacio político creado en una estrecha y cálida relación con Macky
Arenas, Marcos Villasmil y Milos Alcalay. Fundaron Encuentro Humanista, una plataforma
moderna, una potente revista digital localizable a través de Internet. Por su
agilidad y profundidad es especialmente adecuada para cultivar las ideas, las
propuestas y las preocupaciones por Venezuela, por sus gentes, por el mundo y
la humanidad misma.
Ha sido un árbol de muchos
frutos, incluyendo los propios artículos y ensayos de Julio César, así como de
otros distinguidos ciudadanos, allí publicados durante los últimos años.
Tomando esto en cuenta me siento animado a proponer que Encuentro Humanista
proceda a crear una sección que pudiese ser denominada «Cátedra de Pensamiento
Humanista Julio César Moreno».
III
Palabras Finales
Para acercarnos a la finalización de este
ensayo, deseo narrarles una historia que me ha transmitido Marcos Villasmil,
con lágrimas en los ojos, y que permite evaluar la enorme bondad humana que
albergaba el corazón de Julio. Me cuenta Marcos que, en el momento de
despedirse, mientras le realizaban una nebulización, Julio, de pronto, se
dirige a él y le dice: «Marcos, estén pendientes de Abdón, cuidenlo, él es más
frágil de lo que cree». Por eso en este momento debo decirle a Julio: Gracias
hermano mío por tener ese corazón tan bueno y generoso y recordarme en esos
últimos momentos de tu vida. Que el Señor te cuide y te proteja por toda la
eternidad.
Bueno, Julio César, te
entregamos un fraterno abrazo de despedida. Hermano del alma: ¡Qué te vaya
bien! ¡Qué te vaya bueno! ¡Hasta la vista! ¡Hasta luego! ¡¡¡Hasta cuando el
Señor decida llamarnos también a nosotros a su Reino!!!
Julio César, permíteme que,
por todo lo dicho anteriormente, y llegando al final de mis palabras, me dirija
al Señor, -en quien tan profundamente creemos y esperamos-, y en nombre de
todos los que estamos acá reunidos, -que compartimos un profundo sentimiento de
cariño, afecto y amistad hacia ti-, usando la hermosa poesía de Francisco Luis
Bernárdez, ese gigante de las letras castellanas, decirle al Señor: En Ti
creemos y esperamos, Señor. Te pedimos que hayas ya recibido a Julio César en
el Reino Celestial y te imploramos en versos de Bernárdez:
Perdónalo Señor!!!
Desde la tierra ya convivía
en amistad contigo
Porque el cielo cercano
Es un amigo para los
habitantes de la sierra.
Perdónalo Señor!!!
Concédele tu amor sin tasa
Y si no quieres concederle
otros
Concédele este cielo de mi
casa
Para que mire siempre por
nosotros.
Para Maru, Hilda Elena,
César Humberto, Julio César Jr. nietos, hermanos y sobrinos, nuestro abrazo que
porta amor, afecto, amistad y solidaridad en estos tan difíciles tiempos para
su familia y sus amigos ante el fallecimiento de Julio César.
15/12/2025:
https://encuentrohumanista.org/2025/12/12/julio-cesar-moreno-cenit-de-amor-por-venezuela/


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