TESOROS DE LA MEMORIA
Ramón Guillermo Aveledo
En 1968 presencié por
primera vez una sesión de la Cámara de Diputados.
Debate sobre la
invasión soviética a Checoeslovaquia. El discurso de Rodolfo José Cárdenas, una
obra maestra de cultura, valores democráticos, buen humor y buen decir. A los
dieciocho recién cumplidos estaba muy emocionado, soñaba con que ese hemiciclo
llegara a ser algún día mi lugar de trabajo como representante de los larenses.
Y así fue.
La vida me ha
regalado pequeñas emociones que son muy grandes para mí. Hay las personales que
son las más grandes: matrimonio, graduación en el Aula Magna o antes, el
nacimiento de mis tres hijos. Pero hablo
aquí de otras emociones, más pequeñas agrandadas por mi vocación y mi formación
personal.
La invasión soviética
a Checoeslovaquia sacudió nuestras conciencias juveniles. La primera
manifestación universitaria en la que participé fue un homenaje a Jan Palach en
la Plaza Cubierta del Rectorado. La Juventud Comunista, que defendía la
“solidaridad proletaria” del Ejército Rojo para aplastar la Primavera de Praga,
vinieron a sabotear y la cosa desembocó en una pelea donde los estudiantes
socialcristianos sacamos la peor parte. Mucho después pude visitar la bellísima
Praga, creo que en 2008 y en la primera mañana salimos para ir al bulevar con
la estatua de San Wenceslao, la clásica radiofoto de los tanques rusos, llegamos
a la esquina de vista magnífica, el museo a nuestras espaldas, y cuando
explicaba a mi esposa y a mi hija menor su significación, me doy cuenta que
estoy parado exactamente donde Jan Palach se inmoló. Imaginen ustedes mi
emoción.
Así han sido varias, todas
muy poderosas para mí. Como cuando en abril de 1966 vi publicado en El Impulso
mi primer artículo o mi primer viaje fuera del país, en 1959 a una Bogotá que
le pareció muy fría y lloviznosa al niño barquisimetano que era. Otra emoción
inolvidable fue mi primera vez en el Estadio Universitario. Papá me llevó a la
final del Mundial Juvenil que Venezuela ganó a México. No imaginaba cómo sería
un juego nocturno, tampoco sabía que el estadio era verde –en Barquisimeto era
de tierra y la televisión era en blanco y negro- así que aquella imagen se
quedaría para siempre en mi memoria y vuelve cada vez que voy a un encuentro.
Fenway Park en Boston el ochenta y tres, entrar al dogout de los Medias Rojas,
la foto con Yastrzsemski, pisar su grama, fue muy emocionante, pero no equivale
a aquella primera en el Universitario.
20/08/2025:
https://opinionynoticias.com/opinionpolitica/43363-tesoros-de-la-memoria
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