En los últimos tiempos, hemos
tomado muchas fotografías arriesgándonos a sacar el teléfono celular.
Paradójicamente, creemos, por tan visto el mismo paisaje de lento e inadvertido
deterioro, el día que cambia no lo notamos por suerte de una ilusión de
continuidad. Antes, estas notas cotidianas, gráficas y escriturales, las
recogimos en una sección (lbarragan.blogspot.com): Bitácora, dejando la
denominación Cuaderno de Bitácora para aquellos que más o menos requería de una
explicación, y que no daba tiempo de formalizar as través de un artículo de
prensa, por ejemplo. Quizá, ahora, la sola inhibición de las fotografías y una
muy brevísima observación, puede departamentalizarse como resultado de una
rápida inspección ocular.
La
primera fotografía es de una calle que finalmente conduce a la avenida Páez de
El Paraíso. Hasta el fondo, prácticamente sin confundirse, la composición nos
habla de las viejas casas de la urbanización, las más modestas de compararlas
con las más acaudaladas del sector, quizá de construcción tardía para las
nuevas clases medias emergentes, desmigada en parcelas una buena porción de
terreno, amuralladas y electrificadas por el favor del hampa, siéndoles
imposible cerrar la arteria vial, con una vegetación reminiscente; en el mismo
flanco de la izquierda, como una sólida muralla y, a la vez, cortina que oculta
la cota 905, el centro comercial, junto
a dos de las torres más altas de Caracas y un edificio igualmente residencial.
Por el centro, añadido el copo de vegetación, muy lejos, se observa el local de
pollos Arturo´s, franquicia milagrosamente para una zona empobrecida, y el
desarrollo en curso de una nueva barriada en la 905, todavía en tránsito del
rancho de tablitas al de bloques. En el flanco derecho, las rejas de otro
edificio residencial. Por supuesto, en el largo tramo, no se observa poste
alguno de luz, por lo que, además de la soledad, será toda una aventura salir y
entrar a casa por esos predios.
Las otras dos,
pertenece a una casa que da a la avenida principal de Las Fuentes. Además del deterioro, llama la atención un
mobiliario expuesto a la intemperie que seguramente fue objeto de muchos cuidados
al comprarse y emplearse en la sala principal del inmueble; quién sabe en qué
año, el estilo fue sinónimo de lujo y de buen gusto, acaso, antes que se
hablase del feng-shui de los grandes tormentos postpetroleros. ¿Ocupará la casa
algún sucesor del propietario original, suponiéndola construida a finales de
los cuarenta del veinte? ¿Tendrá un destino provisional hasta convertirse
decididamente en un local comercial que requerirá de importantes
modificaciones? ¿Una familia velará por ella hasta que le sea posible? La
pelota de fútbol revela no sólo que hay niños en casa, sino que, ella, la
pelota, no tan costosa como trepar la reja y hurtarla.
Finalmente, avenida principal de Las Fuentes, sentido oeste-este, hermoso árbol sobreviviente quién sabe hasta cuándo. Y, vista hacia una calle descendiente y alcabalizada, la sensación de los edificios por doquier, con una pintorreteada de casas viejas. Dos flancos llamativos: en el fondo, a lo lejos, la tupida ranchería de bloques de barrios muy consolidados que fungen como cascos para cerros seguramente libres antes de los cincuenta; y, a la derecha, magníficos reflectores de un antiguo local esquinero, antes tan solicitado, que se hizo de toda la parte baja de la fachada del edificio.
Fotografías:
LB (Caracas, 13/02/2022).
LB
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