domingo, 13 de febrero de 2022

Inspección ocular: la ciudad



En los últimos tiempos, hemos tomado muchas fotografías arriesgándonos a sacar el teléfono celular. Paradójicamente, creemos, por tan visto el mismo paisaje de lento e inadvertido deterioro, el día que cambia no lo notamos por suerte de una ilusión de continuidad. Antes, estas notas cotidianas, gráficas y escriturales, las recogimos en una sección (lbarragan.blogspot.com): Bitácora, dejando la denominación Cuaderno de Bitácora para aquellos que más o menos requería de una explicación, y que no daba tiempo de formalizar as través de un artículo de prensa, por ejemplo. Quizá, ahora, la sola inhibición de las fotografías y una muy brevísima observación, puede departamentalizarse como resultado de una rápida inspección ocular.

               La primera fotografía es de una calle que finalmente conduce a la avenida Páez de El Paraíso. Hasta el fondo, prácticamente sin confundirse, la composición nos habla de las viejas casas de la urbanización, las más modestas de compararlas con las más acaudaladas del sector, quizá de construcción tardía para las nuevas clases medias emergentes, desmigada en parcelas una buena porción de terreno, amuralladas y electrificadas por el favor del hampa, siéndoles imposible cerrar la arteria vial, con una vegetación reminiscente; en el mismo flanco de la izquierda, como una sólida muralla y, a la vez, cortina que oculta la cota 905, el centro  comercial, junto a dos de las torres más altas de Caracas y un edificio igualmente residencial. Por el centro, añadido el copo de vegetación, muy lejos, se observa el local de pollos Arturo´s, franquicia milagrosamente para una zona empobrecida, y el desarrollo en curso de una nueva barriada en la 905, todavía en tránsito del rancho de tablitas al de bloques. En el flanco derecho, las rejas de otro edificio residencial. Por supuesto, en el largo tramo, no se observa poste alguno de luz, por lo que, además de la soledad, será toda una aventura salir y entrar a casa por esos predios.

Las otras dos, pertenece a una casa que da a la avenida principal de Las Fuentes.  Además del deterioro, llama la atención un mobiliario expuesto a la intemperie que seguramente fue objeto de muchos cuidados al comprarse y emplearse en la sala principal del inmueble; quién sabe en qué año, el estilo fue sinónimo de lujo y de buen gusto, acaso, antes que se hablase del feng-shui de los grandes tormentos postpetroleros. ¿Ocupará la casa algún sucesor del propietario original, suponiéndola construida a finales de los cuarenta del veinte? ¿Tendrá un destino provisional hasta convertirse decididamente en un local comercial que requerirá de importantes modificaciones? ¿Una familia velará por ella hasta que le sea posible? La pelota de fútbol revela no sólo que hay niños en casa, sino que, ella, la pelota, no tan costosa como trepar la reja y hurtarla.

Finalmente, avenida principal de Las Fuentes, sentido oeste-este, hermoso árbol sobreviviente quién sabe hasta cuándo. Y, vista hacia una calle descendiente y alcabalizada, la sensación de los edificios por doquier, con una pintorreteada de casas viejas. Dos flancos llamativos: en el fondo, a lo lejos, la tupida ranchería de bloques de barrios muy consolidados que fungen como cascos para cerros seguramente libres antes de los cincuenta; y, a la derecha, magníficos reflectores de un antiguo local esquinero, antes tan solicitado, que se hizo de toda la parte baja de la fachada del edificio.

Fotografías: LB (Caracas, 13/02/2022).

LB

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