FIESTA EN EL TEPUY FRENTE A LA COSTA TRINOTOBAGUEÑA
Luis Barragán
Miles de años
atrás, comenzando la universidad, la primera tarea que tuvimos para la casa fue
la de hacer un breve ensayo sobre una literal fiesta de perros que la crónica
social tanto exaltó, para escándalo de la gratamente recordada profesora María
Elena Fernándes, discípula dilecta del Padre Luis María Olaso. Cada quien podía
hacer de su vida lo que quisiera, concluimos, pero muy distinto fue convertir
el cumpleaños canino en un festín que reseñó por todo lo alto la más exquisita y
exclusiva sección de la prensa demostrando lo lejos que habíamos llegado al
amparo de las bonanzas petroleras.
En días muy recientes, la locura
llegó a los extremos con una fiesta de enchufados celebrada en el tepuy Kusari,
Cerro El Venado del Parque Nacional Canaima, por cierto, parque declarado por la UNESCO como
patrimonio mundial natural en 1994, y de una extrema fragilidad medioambiental,
por no citar su muy legítima significación para las comunidades indígenas. Las
fotografías corrieron como pólvora digital, ocurriendo igual con otras de las
extravagantes rumbas de los beneficiarios del régimen, aunque se dice
constantemente de numerosos eventos parecidos que no saben de la sinceridad de
las antiguas crónicas.
El excéntrico sarao ocurre y
escandaliza casi al mismo tiempo que un niño venezolano muere frente a las
costas de Trinidad y Tobago, a bordo de un peñero con una tripulación
desesperada por huir del régimen, luego, asediada y tiroteada por una
embarcación de la guardia costera trinotobagueña; o del explosivo desactivado en una escuela
apureña que pasa por debajo de la mesa, al igual que las minas sembradas por grupos terroristas en el territorio
nacional. No es necesario abundar sobre
la catástrofe humanitaria que soportamos y que marca una distancia sideral del
país engullido desde las alturas guayanesas, y aquél que supo de un jolgorio
con perros, a falta de un mejor pretexto.
Nada casual, entre los invitados al
agasajo destacó al que suelen llamar el zar de la belleza venezolana, quien
todavía anda balbuceando que asistiría de nuevo si lo invitan. Y es que el
socialismo del siglo XXI también es una radical expresión de la banalidad y
banalización que facilitó su ascenso y todavía asegura su mantenimiento, junto
a la violencia constante y sonante.
Faltan cosas
por ver, con toda seguridad, en torno a la perversa pedagogía de un sistema que
demuele la dignidad humana. Frente a las costas isleñas, muere un niño
venezolano tiroteado, pero también se hunde el país socialista que
descaradamente festeja desde lo más cercano al cielo creyendo tocar las barbas
de Dios.
Captura de pantalla: Osmel Sousa, quien dice que le "rayaron" su traje verde: https://www.youtube.com/watch?v=tPT0lmgv6Lw
13/02/2022:
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