DE LA UNIVERSIDAD DE IZQUIERDA
Luis Barragán
Paradójicamente,
sucumbe la universidad venezolana bajo un régimen muy antes creído como su mejor
garante, a pesar de la amarga experiencia cubana. Sus integrantes se hicieron
defensores a ultranza de la autonomía que, ahora, desde el poder, pisotean, por
lo que no basta que se les niegue el carácter mismo de izquierda.
Recordamos que acudimos con reservas
a un foro celebrado en la escuela de Sociología de la Universidad Central de
Venezuela (UCV), tiempo atrás, con algunas reservas, ya que en los tiempos juveniles eran espacios
vedados a quienes no éramos militantes marxistas, irrumpiendo varias veces a
golpes. En la sala llamada “Simón Sáez
Mérida”, increíblemente, disertamos con toda tranquilidad, quizá porque las
aulas ya están abiertas a otras tendencias ideológicas, quizá porque se
mantiene intacta la herida del asalto violento que hizo el chavismo de esos
lugares.
Oportuno y necesario, circula el
título digital de Anderson Ayala Giusti, “La universidad de izquierda” (CEDICE,
Caracas, 2022). Tesis de grado ordenada
y paciente, teóricamente bien fundamentada, que da cuenta de la propagación del
marxismo en y desde la Universidad Central (UCV), en nada diferente a lo que
ocurrió con el resto de nuestras casas de estudios.
Tamaña influencia tiene
correspondencia “al menos durante la única etapa democrática que se ha podido
forjar en el país” (205), constituyendo la otra paradoja. Inevitable que el autor deseé saber si ha
ocurrido algo semejante en las universidades de La Sorbona de París, la
Complutense de Madrid o la de Buenos Aires.
Pocos arriesgan con un novedoso
trabajo de grado, frecuentemente convertido en un dolor de cabeza que posterga
innecesariamente el licenciamiento, pero bien acota Andrés Guevara, tutor y
prologuista: “ … Las tesis de grado que realizan los estudiantes no son meros
trámites burocráticos o administrativos para obtener un título, sino que bien
llevadas, hechas con empeño y tesón, pueden transformarse en obras que perduren
en la posteridad”. Así ha pasado con Ayala Giusti, marcando una importante
línea de investigación para el futuro.
PRODUCCIÓN DE
LIBROS
Entrada la presente
centuria, aún podía encontrarse en los remates de libros, antiquísimos y numerosos
ejemplares universitarios dedicados al marxismo, sin que asomaran otra opción.
Incluso, todavía conservamos la edición de un título italiano dedicado al cine
de mediados de los ´60 del ´XX, traducido a tiempo, intensamente marxista, que
siguió ofertándose abundantemente muy después.
Tempranamente, notábamos que unos
docentes eran publicados, mientras otros no gozaban del favor de la imprenta
universitaria por razones que supusimos estrictamente políticas e ideológicas.
De pronto, un insigne lector de la prensa del siglo XIX, pasaba de cronista a
historiador por el prestigio que, ciertamente,
como refiere Ayala Giusti, daba el sello ucevista (69, 105).
Siendo distintos y también
farragosos los caminos para probar la influencia marxista, el tesista empleó
uno que, por demasiado obvio, nadie se percató de su eficacia. Así, la
producción editorial de la casa de estudios condujo a una prueba irrefutable de
la hipótesis (55).
El capítulo VI da cuenta de las
entregas de las Ediciones de la Biblioteca de la UCV, Fondo Editorial de Humanidades
y Educación, Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales, y Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Un elevado
porcentaje de títulos y autores, directa e indirectamente, versa sobre el
marxismo, reducidas o inexistentes otras alternativas.
El testimonio de varios amigos que
transitaron el aula en tiempos de la consabida subversión armada, nos lleva a un sectarismo e intolerancia hoy
inimaginable respecto a las fuerzas que dominaban la Ciudad de Villanueva. De
modo que tampoco pudo hablarse de libertad de cátedra en varias escuelas,
anegadas también de un discurso panfletario.
COLONIZACIÓN
Negada la
pluralidad y el pluralismo (46), es necesario precisar qué se entiende por marxismo
y, a la vez, sin que constituya su principal propósito, objetarlo. E, igualmente, delimitar el trabajo para
evitar los extravíos a los que puede dar lugar:
“La Universidad Central de Venezuela (sujeto), sobre todo desde mediados
del siglo XX en adelante (contexto), ha difundido a través de sus publicaciones
(canal) el conocimiento, las ideas y la información producidos (mensaje) en el
seno de la propia institución, puestos así a disposición de la sociedad
venezolana (receptor), con la intención de democratizar su acceso (intenciones)
y contribuir con el desarrollo del país por medio de su aplicación práctica
(efectos que se persiguen)” (69).
Asistimos a un fenómeno que es el de
la transmisión oral y bibliográfica, con proyectos de investigación, trabajos
de ascensos y tesis de (post) grado, redondeado por la noción de hegemonía
cultural, siendo indispensable Gramsci para
el desarrollo del trabajo. Ha significado el refuerzo de valores e intereses,
inscrito en la perspectiva y cosmovisión marxista (77), aunque también con las
fallas de un egresado que aspiraba al mercado de trabajo sin haber visto la
teoría de costos (129).
Hegemonía que se expresa en una colonización
o, mejor, una ocupación previa, descarada y brutal, porque la UCV conoció
etapas de franca violencia interna, como puede apreciarse en la prensa más
antigua, desde el impedimento por la fuerza de un homenaje postrero a Mariano
Picón Salas en 1965, o la del indiscutible Herbert Marcuse, acusado como agente
de la CIA. El llamado movimiento de renovación constituye una experiencia de marxización (39, 58, 131), sin que uno de sus albaceas –
Néstor Francia - diga de su destino y del destino mismo del país, en medio de
esta dolorosa travesía iniciada por Chávez Frías al que apoyó tan
entusiastamente.
Todavía la queja es simplista, maniquea
e interesada en relación al allanamiento de la universidad que decidió el
entonces presidente Caldera (41 ss.), ejemplificada por varios y dispersos
comentarios, recientemente dispensados durante una sesión de la ilegítima
Asamblea Nacional (https://www.youtube.com/watch?v=Rcj4bzOE8lI&t=5566s).
Correctamente
enfocada por Ayala Giusti, tratamos de una cultura de izquierda desinhibidamente
anacrónica.
Por prematuro que parezca, muchos –
añadida la dirigencia estudiantil y profesoral – desean olvidar el allanamiento
de Maduro Moros (141 s.). Por cierto,
bastante particular respecto a la remodelación masiva que también hemos
denunciado ante el legítimo parlamento.
UNA ROSCA
POLÍTICA
Apenas, faltando dos títulos referidos al movimiento
estudiantil, el tesista en cuestión emplea nueve de Orlando Albornoz,
equivalente a un merecido tributo al sociólogo que ya pocos refieren tan
injustamente. De la universidad, hoy, no se habla en profundidad y ya está
vedada la fuente periodística especializada, como nunca antes se había visto.
Hemos pasado de la izquierda
victimizada, por siempre, a la
cínicamente victimaria, y disentimos de quienes ven un interés académico antes que
una deliberada penetración (99) de las
fuerzas que representaban el marxismo de entonces, alzado en armas y que,
después, quedó burocráticamente entronizado; no fue casual que jamás pudiera
impartir clases Guillermo Morón en la escuela de Historia bajo un absoluto
control de la rosca marxista, por ejemplo (https://elestimulo.com/cultura/2020-04-23/guillermo-moron-aqui-no-pasa-nada-todos-son-unos-imbeciles).
Además, que apenas fueran tres los rectores clara y abiertamente militantes del
marxismo, obviando a decanos de facultad y directores de escuela, no significa
que otros no hayan permitido y abonado a la penetración y entronización, pues,
todavía esperamos por estudios que den cuenta del rol jugado por Jesús María
Bianco, pretendido defensor de la autonomía universitaria, cuyo lenguaje
público varió esencialmente de compararlo con el - por supuesto - joven diputado que fue en los años cuarenta
del veinte.
Camarillas que pelean con los libros
o las armas, contra el sistema (58), siendo crucial el dominio del gremio
estudiantil (105), conforman el poderoso status
quo universitario, reconfigurado al superar el allanamiento realizado a
principios del primer gobierno de Caldera. Confrontado con el bipartidismo que
gira sobre el fortalecimiento exagerado del Estado (47), cuenta con el presupuesto público
universitario, y un conjunto de profesores, investigadores y, muy importante, líderes de opinión que lo convierten, a
nuestro juicio, en una suerte de partido
o para-partido, junto a las Fuerzas Armadas. Valga acotar, creído como
involuntario, Ayala Giusti ha cometido un error al señalar a Víctor Giménez
Landínez, como profesor marxista o filo marxista (110).
Por mostrar una faceta, la ausencia de sendos concursos de oposición, ayudó a la conformación de la rosca política, en principio de marcado fundamentalismo marxista (23, 128), cuyo sector más ortodoxo ha ejercido el poder (104, 138), abandonando los espacios universitarios que luego desea humillar y doblegar. Otra faceta, hubo voceros del mundo universitario muy calificados en la opinión pública que nos llevan a otra paradoja: Héctor Mujica fue un prominente marxista-leninista, defensor de las libertades en un tiempo en el que hizo una férrea oposición, primer presidente de un Colegio Nacional de Periodistas, cuyo hijo ejerce hoy la representación diplomática de Maduro Moros en Francia; gremio ahora perseguido e impedido de realizar sus libérrimas elecciones. Huelgan los comentarios.
Finalmente, no sabemos si el libro
llevará al estrellato a Ayala Giusti y a su tutor-prologuista, pero lo cierto
es que marca un hito (15), como bien lo intuyó. El respaldo editorial de CEDICE ayudará a su
promoción y, ojalá, lectura de los sectores universitarios y partidistas,
aunque en nada les interesará a aquellos que gestionan un tal diálogo social
con Miraflores.
Fotografías: LB, UCV (Caracas, 08/02/2022),
13/06/2022:
http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/37404-de-izquierda
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