La protesta caraqueña de hoy, tenía por epicentro la esquina de Salas, frente a la sede del ministerio de Educación, reubicándose más tarde en la Plaza Morelos que recibió a los que partieron de Plaza Venezuela. No obstante, desde ayer en la noche, aquél lugar fue tomado por la Policía y la Guardia Nacionales. El control se extendió sobre todo el área metropolitana. Una ciudad bañada de motocicletas de alta cilindrada y de tarimas para celebrar ni se supo qué. Además de conculcar el derecho a la protesta pacífica, también lo hacen con el libre tránsito. Se les antoja así trancar completamente la metrópoli, atravesándose y entorpeciendo cualesquiera movilidades. No sólo por los centinelas ambulantes apostados por doquier, junto a colectivos armados y agentes encubiertos, sino por las tarimas, y el ruido de sus sofisticados equipos de sonido: un gasto innecesario que, por cierto, serviría para que los docentes paguen al menos el transporte público. Escenas mañaneras de la avenida Universidad y vespertinas de la esquina de Salas.
LB
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