DE LA TEMIBLE TEMPORADA DE LLUVIAS (O EL RÉGIMEN IMPRÓVIDO)
Luis Barragán
La
insoportable oleada de calor es un anuncio seguro de las lluvias que se
avecinan, sembrando temores por doquier. La amarga experiencia de inundaciones
y deslaves, pretextada por los caprichos
de la naturaleza, suele ensombrecer los hogares venezolanos: muertes tan
prematuras como injustas, pérdida de bienes francamente irrecuperables, o
contagios recurrentes, marcaron la pauta.
Siendo tan
esmerados en propiciar, realizar o mirar displicentemente la tala de árboles, a
los socialistas de esta hora no se les ve en las principales localidades del
país, por ejemplo, intensificando la limpieza de quebradas y alcantarillas.
Éstas, a juzgar por una ejemplarizante ordenanza del mirandino municipio de
Sucre, pudieran estar colmadas de basura sin que implique responsabilidad
alguna del funcionario público correspondiente, mas cualquier hijo de vecina
puede ir literalmente preso por echar algún desperdicio en ellos, faltando las cestas de basura en los espacios
públicos.
Un régimen
impróvido, esperará que la desgracia llegue a casa para movilizar las cámaras
de televisión y convertir en una reiterada promesa la visita presidencial o
ministerial al lugar de los hechos. No debemos apostar por algo que vaya más
allá de lo acostumbrado, encomendándoos a Dios para que no ceda el terreno en
las barriadas repletas de construcciones irregulares, no caiga el automóvil en
un profundo agujero que el nivel de las aguas oculta en las urbanizaciones, o
no se desplome por la humedad una pared de la casa, o nos enferme en los
reducidos metros cuadrados de un apartamento: no hay dinero para arreglarlos.
Por lo pronto,
la mayor amenaza es la de los cuantiosos ejércitos de moscas y zancudos que
perfeccionan su estrategia de supervivencia de generación en generación. Pozos, aguas sucísimas y estancadas, piscinas
que alguna las fueron según la oferta inmobiliaria, tuberías rotas de aguas
negras, constituyen los cuarteles por excelencia de tan feroces escuadrones que
llevan en la trompa el sello del Barón Rojo.
¿Prevenidos
contra las epidemias? ¿La cesanteada pandemia nos legó convincentes y eficaces
hospitales públicos, mientras que a los privados les ocurre otro tanto con un auge
de las empresas de seguros? ¿Vuelven los niños efectivamente a las aulas,
cumplidas todas las vacunaciones? ¿Por qué es necesario preguntar un millón de
veces por la temporada de lluvia?
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