AMANDO DE MIGUEL
Luis Barragán
Abriendo
apenas la conocida red de audiovisuales, estaba en línea la rueda de prensa de
Santiago Abascal y, por curiosidad, nos metimos para enterarnos de alguna
novedad; ciertamente la hubo, muy triste,
al expresar y unirse al duelo por la muerte de Amando de Miguel. Fue inevitable
recordar la época en la que dimos con el sociólogo español, en la Venezuela que
fuimos, ya escasamente imaginada por las más recientes generaciones.
Descubrimos su
obra en los remates de libros, seguramente el de la esquina de Padre Sierra,
todavía sin funcionar el del puente de la avenida Fuerzas Armadas. Por
entonces, se consideraban títulos viejos los editados un par de años antes, y,
nada casual, conservamos de Amando dos libros, uno de los cuales, en torno a
las páginas de opinión, fue impreso en
1982, el mismo año de su adquisición en oferta.
Nos llamó
poderosamente el nombre del autor, ya que, por entonces, era muy popular una
cantante llamada Amanda de Miguel, la intérprete del tema de una estelarísima
telenovela. Una brevísima ojeada a los índices, nos convenció y, sin darnos cuenta,
adquirimos las obras del sociólogo en tiempo que los rematadores imponían
también la pauta: supimos de una oleada de títulos de Amando en Padre Sierra y,
transcurrido los años o décadas, excepcionalmente en las Fuerzas Armadas, al
igual que descubrimos a otros autores que cumplían sus temporadas entre los
viejos libreros, como Clarice Lispector, Alejo Carpentier, Reinaldo Arenas y
otros, quedando los favoritos de entonces para el ahorro y compra en la
librería Lectura o la Suma, como Vargas Llosa, Bryce Echenique o Fernando del
Paso.
Al igual que
lo creo de José Ortega y Gasset, como de Rodolfo José Cárdenas, Amando fue de
un estupendo verbo, claro, creativo, directo, elegante, sarcástico, tan
oportuno como acucioso, disciplinado y prolífico. El sociólogo del
franquismo, el otro libro que preservamos, da cuenta de una paciente
sistematización al mismo tiempo que de una precisión de los términos que nunca
pusieron en riesgo la amenidad necesaria.
Valga este
modesto tribuno para un escritor que también hizo los ‘80 venezolanos, entre
los pliegues de un insoportable ta’baratismo. Cualquiera diría que los famosos
disparos de Antonio Tejero, lo trajeron también a nuestra mesa de lectura.
Fotografía: LB.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario