Hay carteles
públicos que estremecen, por su origen, denuncias y demandas. Están
asombrosamente integrados al paisaje y, a pesar de sus gravedades, pasan
inadvertidos por las grandes mayorías de peatones.
Ciertamente,
no es lo mismo un pendón de tela o papel, colgado o pegado a un árbol, una
pared o un poste que le aseguran el inmediato anonimato, que asomado a la venta
de un apartamento, cuyo propietario o inquilino asume la responsabilidad de su
contenido. Suponemos igualmente que los ocupantes del inmueble pueden olvidar
el mensaje urbi et orbi ya ganado por
los gases, vientos, polvos y aguaceros, o le dará pereza quitarlo a quien
reemplace al titular.
Bastante tiempo
atrás, en la avenida Casanova de la Caracas harto concurrida, nos percatamos por
casualidad de una denuncia de amenaza de muerte por denunciar a una clínica
dental. Un tercer o cuarto vistazo, permitió que nos percatáramos del aviso, de
suyo delicado, y naturalmente conjeturamos que no hubo denuncia en la Fiscalía,
la hubo sin resultado alguno, agraviaron y agraviantes están dedicados a otros
menesteres, supusieron que muchos o nadie vería la fuente de una posible acción
penal por la comisión de uno o varios delitos.
Al parecer,
los habitantes del viejo y desgastado edificio de una de las arterias más
transitadas de la ciudad capital, poco les importa el detalle que se ha
integrado a la arquitectura del lugar. Más de las veces, lo obvio no se
evidencia.
Al momento de
suscribir esta nota, el libelo aéreo permanece. Acaso, una expresión de la arquitectura-pancarta,
aunque parecerían avisos clasificados si cada apartamento anunciase algo a la
vista pública, y, aunque no tenga carácter comercial, algún impuesto pretextaría.
-Germán Borregales. “Carta al Dr. Arístides Calvani”. Últimas Noticias, Caracas, 09/03/1962.
-J. L. Salcedo-Bastardo. “Ensayistas jóvenes: Sociología e historia”. El Universal, Caracas, 17/07/44.
-Ana Mercedes Pérez. “El pensamiento político de Pío Gil”. Élite, Caracas, N° 2059 del 13/03/65.
-J. G. Camargo escribe sobre Caracas. Billiken, Caracas, N° 53 del 17/11/28.
-Juan Liscano. “Sentido de la obra de Rómulo Gallegos”. El Farol, Caracas, N° 210 de julio-agosto/64.
Reproducción: Pedro León Zapata. El Nacional, Caracas, 17/06/1986. Comisión de Contraloría de la Cámara de Diputados, censurado por mayoría de AD Paciano Padrón al denunciar a Oscar Celli.
En los capítulos 7 al 11 del evangelio de Marcos podemos reconstruir (siempre con reservas) un itinerario de Jesús con profundo significado. Según Marcos, Jesús predica en Galilea (capítulos 2-7), hace un recorrido por Fenicia (7,24 -8), regresa a Galilea, a los alrededores del lago (8 y 9), y va recorriendo los lugares de Galilea, alternando la predicación con las curaciones, pero "no quería que nadie lo supiese" (9,30). Desde allí, comienza una "subida a Jerusalén", pasando por Jericó (10,46), por Betfagé y Betania, hasta llegar a la ciudad (11 y ss.) donde terminará su vida mortal.
Este itinerario exterior es reflejo de un "itinerario interno", motivado por la reacción de la gente de Galilea y por la propia conciencia mesiánica de Jesús. Se ha producido la crisis galilea, el apartamiento de la gente y algunos de sus discípulos, reflejada en Marcos y expresada más crudamente en Juan 6.
Este apartamiento se produce porque Jesús defrauda intencionadamente la esperanza mesiánica tal como se daba en la gente, alentada por la interpretación oficial de los líderes religiosos. Jesús deja de mostrarse tan generosamente como antes, esquiva la popularidad, se dedica al adoctrinamiento intenso de sus discípulos y va asumiendo la convicción profunda de su destino: subir a Jerusalén para ser allí llevado a la muerte por la radical oposición de los jefes del pueblo.
Éste es el contexto del pasaje que hoy leemos. En él aparece la pregunta clave: "Quién es este hombre". La respuesta muestra las opiniones, tan poco aceptables, de la gente, y la opinión de los discípulos, expresada por Pedro: Jesús es el Mesías. Pero su noción de Mesías no es compatible con el rechazo y mucho menos con la muerte en cruz. Pedro expresa su total oposición a esa noción de Mesías y Jesús reacciona violentamente ante las palabras de Pedro, le llama Satanás y le acusa de tener una idea del Mesías que no proviene de Dios sino de conveniencias humanas.
El evangelio de Marcos aprovecha la situación para poner aquí en labios de Jesús unas máximas morales sobre la cruz y la negación de sí mismo.
Reflexión
Jesús es el Mesías que no esperaban, el siervo sufriente que carga con los pecados del pueblo, con los pecados del mundo. Difícil de aceptar para todos, incluso para Pedro, al que Jesús llama "Satanás", porque "piensa como los hombres y no como Dios".
Es sorprendente la violencia con que Jesús reacciona ante las palabras de Pedro. Conocemos mejor esas palabras por la redacción de Mateo (16,22): "¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa". Y Jesús le rechaza cono tentador: "Quieres hacerme caer".
Se pueden interpretar esas palabras como reflejo de una verdadera tentación de Jesús, la presencia durante su vida de las tentaciones simbolizadas en la cuarentena del desierto ("te daré todos los reinos del mundo...", tentación de poder, de mesianismo davídico exterior). En la misma línea podría interpretarse la reacción de Jesús en Juan 6,15, la sensación de apresuramiento en apartarse de la gente que le quiere hacer rey y su refugio en la oración, en el monte, él solo, como en las grandes ocasiones y dificultades de su vida.
Sea de esta interpretación lo que se quiera, es innegable que esta fisonomía religiosa ha sido y es una profunda tentación para las personas y para la Iglesia. Pero es una tentación completa, no una simple oferta de idolatría en la que se trate descaradamente de "servir a otro dios", sino el mal ofrecido "bajo capa de bien" que diría Ignacio de Loyola, y por eso es más temible.
La tentación consiste en múltiples aspectos, pero todos ellos derivados de lo que Jesús detecta en Pedro: "Tú piensas como los hombres, no como Dios". Hay una manera humana de concebir la vida y la religión, y hay una Palabra que introduce nuevos criterios, no pocas veces incompatibles con los meramente humanos.
Así que, como tantas veces en el evangelio, aquella situación histórica representa una confrontación religiosa permanente en la humanidad (instituciones y personas).
• El reino del mesías como reino exterior, que incluye política, prosperidad y esplendores de culto; el reino de los cielos como conversión manifestada en obras.
• Salvar la vida; perder la vida.
• El Mesías triunfante; Jesús crucificado.
• La iglesia que triunfa como única mediadora entre Dios y los hombres; la iglesia que sirve sufriendo en silencio...
Dos mundos, dos mesianismos, dos mentalidades, dos religiones. Una es la de Jesús, la otra es la que mató a Jesús.
Esa misma mentalidad que mató a Jesús es la que puede matar a la iglesia, y la que puede hacer que nuestra vida se eche a perder. El último párrafo del evangelio de hoy lo expresa con radical claridad:
- El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio la salvará.
Este último párrafo no es un añadido postizo; es una aplicación inteligente y precisa. Para nosotros, hoy, significa el dilema entre salvar nuestro modo de vivir, nuestra manera occidental de entender a Jesús, nuestro concepto de culto, de templo, de jerarquía, de iglesia... salvar todo eso o perder todo eso por el Evangelio, por la Palabra. Y la radicalidad, un tanto estremecedora, acompaña su fundamento, tomando las violentas palabras de Jesús a Pedro:
- ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
¡Pensar como Dios! ¿Qué puede ser más acertado que pensar como Dios? Pensar como Dios para salvar la vida, para hacerla más útil y sobre todo más feliz. Y, por el contrario, no pensar como Dios, buscar otro guía, fiarse de otros criterios. Terrible peligro, echar a perder la vida, equivocar el camino.
La violencia de la respuesta de Jesús a Pedro nos hace pensar que también Jesús tenía que esforzarse en "pensar como Dios", que incluso él estaba continuamente tentado de pensar con otros criterios y valores... y que esa es la asignatura pendiente más importante de toda vida humana. Pero ¿cómo piensa Dios? Para eso, precisamente para eso es Jesús, para que podamos ver con nuestros ojos, casi diríamos tocar con nuestras manos, cómo es un hombre que piensa como Dios.
El problema está en que en nuestro cristianismo-católico-occidental-consumista-cultual, hay evangelio, hay presencia de Jesús, pero hay también mucho mesianismo davídico, mucho "Dios para nosotros", mucho "pueblo privilegiado", mucho encerrar a Dios en nuestros incuestionados conceptos.
Y, a nivel personal, hay mucho deseo de que la Palabra no cambie demasiado lo que nosotros consideramos vida religiosa, que en resumen es mantener lo más posible de los ideales del mundo (que tienen poco que ver con "pensar como Dios") sin perjudicar definitivamente la vida eterna.
Aun a riesgo de entrar en interpretaciones demasiado concretas y opinables, podríamos señalar aspectos actuales que nos parecen derivados de esa tentación. Pienso que la iglesia y los cristianos de hoy padecen las mismas tentaciones que la Biblia refleja como tentaciones (y pecados) de Israel... y del mismo Jesús.
A nivel institucional la Biblia presenta a Israel como víctima y culpable de un pecado de APROPIACIÓN DE DIOS. "El Dios de Israel". Y todas las naciones deberán aceptar al Dios de Israel y, consecuentemente, a Israel como Pueblo Preferido, embudo por el que hay que pasar para llegar a Dios. Hay que aceptar a Dios como Israel lo ofrece. Israel es el único que conoce a Dios, porque es el único a quien Dios se ha revelado: los demás pueblos deberán conocer a Dios a través de lo que Israel les diga de Él. En consecuencia, Israel es el gran intermediario cultual: todos los pueblos deberán adorar a Dios en Jerusalén y en su templo, según los ritos y a través de los sacerdotes de Israel. Y todo ello fundamentado en la infalibilidad de la palabra de Dios. Todo lo que está en La Ley y Los Profetas es palabra infalible de Dios, y por tanto da seguridad absoluta a Israel y lo convierte en privilegiado entre todas las naciones. La aplicación a nosotros la Iglesia es evidente.
A nivel personal, la religión oficial de Israel se muestra en la Biblia, y muy especialmente en la espiritualidad de los fariseos y letrados que se enfrentan a Jesús, como una espiritualidad de estricto cumplimiento de preceptos en busca de una "justicia ante Dios". Los preceptos incluyen la limosna, pero con la intención de que el limosnero sea más perfecto, como cumplimiento de un deber ordenado a la propia justicia.
Nada de esto tiene que ver con las columnas básicas de "El Reino". El nuevo Israel será levadura en la masa del mundo, haciéndolo fermentar desde dentro, no por sumisión. Dios mismo y su Palabra son levadura y sal; el Dios eterno todopoderoso y juez se presenta como alimento para la vida del mundo. El samaritano que ayuda a su prójimo y el centurión romano que suplica con fe son puestos como ejemplo a los hijos de Abraham observadores de preceptos. "Somos hijos de Abraham - Éste es el Templo del Señor" son expresiones de orgullo expresamente rechazadas por Jesús.
Creo que tenemos - en el momento actual más que nunca - motivos para una larga meditación sobre nuestros parecidos con los pecados de Israel, que mataron a Jesús.
Pero no basta saber, no basta pensar. Es inútil conocer el camino si se va por otra parte. Aquí encaja como anillo al dedo la carta de Santiago. Fe sin obras es saber cómo piensa Dios y no hacerle caso. ¿Es ésta nuestra situación?
Una vez más, se nos invita a ir a Jesús para conocerle y seguirle, tal como Él es, abandonando todo lo demás. Seguimiento de Cristo pobre y crucificado, desde la conversión personal, desde el servicio a todo el mundo, sin poder, sin búsqueda de la justicia ante Dios, sin creerse más que nadie, sin pretender que nuestra metafísica es capaz de definir a Dios, reconociendo la palabra de Dios allí donde resuene, dentro o fuera de la iglesia, reconociéndola en los que sirven a sus hermanos con corazón compasivo...
La iglesia (las personas y la institución) debe salvarse, salvar su vida, no buscando su vida sino entregándola para la vida del mundo. Lo que hay que entregar, lo que no hay que buscar, es el propio prestigio, el éxito exterior, la propia justicia ante Dios, el monopolio de la Palabra, la función de intermediario sagrado, el sentimiento de privilegiados, la preferencia del dogma sobre el servicio, la tranquilidad de estar salvados y ser mejores que otros por pertenecer a la iglesia, el sometimiento de La Palabra a nuestros modos culturales y a nuestro status de vida occidental....
Ni la iglesia como institución ni cada cristiano como persona está salvado por ser iglesia o por ser cristiano: está más invitado que nadie a seguir a Jesús pobre y crucificado, a negarse a sí mismo y no buscar su vida, su éxito, su justicia. Sólo así podrá ser sal, levadura, alimento para la vida del mundo, de todo el mundo, que es el destinatario de la salvación.
Salmo 40
Elevamos a Dios esta oración en nombre de la iglesia entera, presentándole nuestros temores y pidiéndole que nos libre, a nosotros la iglesia, de nuestras oscuridades.
Desde hace muchos años fuimos
aprendiendo a quererles. A querer sus paisajes, su cultura y su gente. Y hemos
vivido con mucho dolor el declive que les condujo a ser esta caricatura de
aquella nación pujante que provocaba nuestra admiración.
Todo el mundo lo advierte. Aunque
algunos miren para el costado y otros pretendan justificar a los opresores.
La dictadura descarga su impiedad
sobre el bravo pueblo. Siempre, guiada por la ambición desmedida de los
déspotas analfabetos que desgobiernan. Ahora además, les guía el miedo a la
justicia.
Pero hoy ese pueblo tiene
rostros. Hoy quienes padecen este oprobio son mis hermanos. Es Marcos, Maribel,
Ramón, Luis, Delsa, Nilson, Edmundo, Marina, César, Franklin y tantos otros
amigos con quienes supimos compartir una arepa y un abrazo.
Mi corazón está con ustedes. Y la
victoria está con ustedes, independientemente de que el régimen lo asuma o lo
oculte.
Este domingo es un momento muy
importante. Y lo quiero aprovechar para renovar mi compromiso de estar junto
con ustedes, y de no bajar los brazos.
Este lunes celebramos, más allá
del resultado. Celebramos la llama viva de la esperanza, que luego de tantos
lustros de opresión, no se apaga.
Un fuerte abrazo.
(*) Montevideo, parte final de mi discurso en una reunión que
tuvimos con venezolanos en Uruguay, días antes de las elecciones del 28 de
julio, 2024.
Por
curiosidad, prolongamos nuestros ejercicios físicos rutinarios en la
universidad. Vimos un inusual movimiento de personas, añadidos un pódium de
ganadores y toldos en la pista; por supuesto, preguntamos.
Supusimos una competencia
de las que regularmente deben hacerse entre el estudiantado veinteañero, pero
nos sorprendió que fuese con niños y adolescentes. Realmente, los grandes
olvidados de la era.
Recordamos la
remota infancia en la que supimos de los inmensos campos deportivos, gracias a
la escuela, aunque – en casa – nos llevaban de vez en cuando a sendas jornadas
de fútbol, porque dos de los hermanos mayores lo practicaban. Por cierto,
entrada libre, lucía normal llevar a los muchachitos del vecindario a apreciar
las carreras de cien y más metros planos o maratones, posiblemente, con una
deriva hípica posterior; salto largo y alto, una disciplina también buena,
bonita y barata; o lanzamiento de disco y jabalina, siendo logísticamente más
exigente el salto con garrocha; acotemos, con heladeros, raspaderos y algodoneros en las adyacencias.
Nos quedamos
un buen rato divirtiéndonos con el griterío de los chamos, añadidos sus
representantes (en su mayoría, amas de casa con un número importante de
abuelos). Las obligaciones del día no permitieron extendernos, pero el torneo nos dejó
una grata impresión, elevando un sentimiento de esperanza.
Nuestro
respeto y admiración hacia los profesores extraordinariamente pacientes y
diligentes, abnegados y optimistas, bajo un sol picante y un calor extremo.
Apenas, alcanzamos a ver una que otra premiación, y, a falta de un buen equipo
de sonido, anunciaban los ganadores con un megáfono y la entrega de un diploma,
cuyo papel y tinta parece no tan caro como una medalla de hojalata pintada.
Quizá un
fenómeno marginal por las consabidas condiciones y circunstancias en las que se
encuentran las instituciones e instalaciones escolares, el encuentro deportivo
nos reconcilió con el futuro de un país. E, igualmente, nos permite una breve
reflexión sobre la competencia y la competitividad que, de un modo u otro, se
aprende desde la más temprana edad y ha de tener efectos sistémicos en una
sociedad que lucha por su revitalización.
Las
tradiciones deportivas sobrevivientes,nos remiten a nociones como el arbitraje imparcial, reglas claras y
transparentes, igualdad de oportunidades, premiación del talento que se
esfuerza, incluyendo el reconocimiento moral que no tiene precio. Por ello, son
muy reducidos los casos en los que deportivamente se trampea, o, mejor,
aquellos que quedan impunes.
Inevitable,
somos también producto del entorno social inmediato, ampliado por la tupida y
poderosa ambientación digital que es - grosso
modo - de clase media de todas las tonalidades, con sus vaivenes y excusas.
Una señal de madurez se ofrece al trascender ese entorno, cruzando las
fronteras por necesidad y curiosidad personal, porque la pretendida elevación
de status hoy casi exclusivamente la remitimos a los mayores o superavitarios
ingresos reales del individuo.
Luce obvio que
vivimos bajo el imperio de la moda no sólo en el vestir, la música, o la redefinición
corporal, pero sentimos que, acá, no es propia de una sociedad abierta y
competitiva. La venezolana es una moda anacrónica, e, irónica y
literalmente,pasada de moda, propia de un modelo iliberal del que escapan
únicamente los sectores privilegiados de una extraordinaria capacidad de
consumo, frecuentes y exigentes viajeros que regresan presumiendo de las
novedades.
El promedio de
los gimnasios sobrevivientes a la hecatombe de todos estos años, ofrece un
determinado modelaje corporal, cuando no se convierten en sendos lugares para
el exhibicionismo de una clientela tan vanidosa como los numerosos paisanos que
trotan por Weston (Florida), con sus zapatos, vestimenta y artilugios de marca
– obligatorio redundar – original.Empero, hay personas que, más allá o más acá de cumplir con una orden
médico-terapéutica, se preocupan seriamente por su salud atajando temprana o
tardíamente sus excesos de sedementarismo y mala alimentación.
Camínese o
trótese en instalaciones cerradas y seguras, o en lugares abiertos que inspiren
una mayor confianza, la oportunidad es para armarse de sendos audífonos y
probar con distintos géneros e intérpretes musicales antes inatrevidos. Al mismo
tiempo que se ejercita, podemos descubrir qué y quiénes superan a los
cantantes, bandas y orquestas de moda.
Quizá en casa
o el en el vecindario jamás se oyó una composición barroca, rock progresivo, un
golpe tuyero, jazz contemporáneo, un bolero, o cualesquiera otros inspirados
sonidos, pero – en esta era de la chatarrización cultural – si el esfuerzo
físico es considerable con metas que van más de la estética predominante, es
posible romper con el canon doméstico y explorar los otros mundos de la música
que el estereotipo y el prejuicio castigan inclementemente. Comenzando por la
duración de la pieza, porque el canon promediaba tres o cinco minutos, transnacionalizando
a las empresas discográficas de décadas muy de atrás al elevar sideralmente los
niveles de representación, edición, distribución y venta de sus productos.
Así como físicamente
descubrimos y ensayamos una rutina distinta, persistiendo o abandonándola
después, puede ocurrir y ocurre con la música. Si de géneros se trata, son
asombrosamente muy pocos los que reportan un sonido que nos es completamente
inédito, deleitoso o aborrecible: la llamada música académica es portadora de
novedades y, aún, 200 después de estrenada la novena sinfonía de Beethoven, hay
acordes o compases que nunca escuchamos, al menos, en su mejor expresión, como
en el jazz e, algo más infrecuente, en el rock.
Escaso el
tiempo para ejercitarse físicamente u oír música, podemos buscar oportunidades
para cumplir simultáneamente con ambas facetas.Y, así, descubrir otros mundos por … atrevido.
"—. ¿Te das cuenta de que nunca tomo decisiones de verdad? ¿Nunca? Sé que no me respetas. Quizá ni siquiera te caigo bien. O sea, me has dejado muy claro que solo me aguantas porque soy útil. Hago todas las cositas con las que no te quieres manchar las manos, todas las tareas, todas las cuestiones administrativas, toda la parte aburrida, pero cuando hablamos de las auténticas decisiones importantes, lo que determina el futuro, haces como si no existiera. Actúas como si el Bosque Birnam fuera de tu propiedad..."
- Ariel Jiménez entrevista a Ernesto Mayz Vallenilla. El Universal, Caracas, 30/03/1986.
- Domingo Alberto Rangel. "El Congreso como espectáculo". Últimas Noticias, Caracas, 21/04/89.
- Zapata. "Después de todo, un paro obrero en una república socialista es como una una huelga de banqueros en un país capitalista". El Nacional, 07/09/80.
- Carlos Canache Mata. "Pora aquí anda Dios" (Vuelo en avioneta con su hijo Carlos). El Nacional, 08/04/89.
- Alfredo Tarre Murzi. "Miremos hacia Brasil": El Nacional, 04/01/69.
Reproducción: César Rondón Lovera. Elite, Caracas, N° 1129 del 24/05/1947.
Suficientes
los acontecimientos domésticos de un extraordinario calibre, pareciera que no
cabe consideración alguna sobre lo que acaece más allá de nuestras fronteras.
Incluso, a pesar de las semejanzas de un proceso político, como el mexicano,
con el que vivimos y sufrimos desde los inicios del presente siglo.
El partido
gobernante que cumplirá con otro período presidencial, asegurada la mayoría del
parlamento, ha puesto en marcha una reforma judicial que ha levantado una
polvareda. Múltiples las movilizaciones ciudadanas de protesta que la
cuestionan, el caso ha generado una
decisión judicial de amparo para detener indefinidamente la discusión del
respectivo proyecto en la cámara de diputados.
Decisión
curiosa, por lo demás, pues, como refiere el magistrado Juan Pablo Gómez
Fierro, al comentar la resolución política introducida por el partido
oficialista contra los dos jueces que acordaron la medida, ésta afecta un acto
intermedio y no el resultado final de la voluntad legislativa (El Universal, México:
03/09/24). Huelga comentar que el asunto tiene un considerable impacto en
materia constitucional y, particularmente, en el ámbito del derecho
parlamentario.
El presidente
López Obrador ha defendido la reforma y atacado a personalidades a las que
acusa de percibir una pensión millonaria por años, cuestión que ha negado el
reconocido jurista Diego Valadés en los noticieros televisivos internacionales.
Valga acotar, autor de una formidable introducción a un libro especializado de Peter
Häberle que nos aportó tanta claridad en su momento.
Entonces, hay
materia jurídica que ventilar, pero lo importante es que el juego político no
desborde los cauces institucionales. Estamos atentos a los eventos mexicanos,
deseando que se calmen las aguas con la inauguración del mandato presidencial
de Claudia Sheinbaum.
Presenta a Jesús en la región de Fenicia, junto a Sidón, al norte, camino del Mar de Galilea (aunque el itinerario que marca el texto no parece muy acorde con la geografía del país). Cura a un sordomudo, intentando que la curación quede en secreto, a pesar de lo cual todo se divulga provocando el asombro general.
Curiosamente, éste es uno de los pocos milagros (3 en total) narrados por Marcos y no recogidos por Mateo. Se repiten en el relato varias actitudes características de Jesús ante los enfermos: se detiene, se lo lleva aparte, le toca, le cura. Y le manda que lo mantenga en secreto. Es frecuente en el evangelio de Marcos lo que se llama "el secreto mesiánico". Jesús pretende que sus milagros no se divulguen. Se ha interpretado - en el contexto general de Marcos - como un intento de Jesús de evitar la popularidad fácil, el mesianismo político, el entusiasmo exterior de las gentes. Jesús no es el Mesías milagrero que da de comer a multitudes y sana toda enfermedad, no es una panacea para el bienestar físico del pueblo, ni un candidato al poder político. Jesús oculta sus acciones y cada vez más dirige sus actos y sus palabras hacia el grupo reducido que va a entender la esencia del mensaje.
Sin embargo, el comentario de la gente es significativo: todo el mundo está admirado de las obras de Jesús: nadie ha hecho milagros como este hombre. La reacción de la gente va a ser de entusiasmo hasta querer hacerlo rey (Juan 6,15). Cuando Jesús rechace este tipo de Mesianismo, cuando la gente se dé cuenta de que Jesús no propone este tipo de triunfo sino el triunfo sobre el pecado, la conversión, la popularidad de Jesús disminuirá. Se ha llamado a esto "la crisis galilea", reflejada en Juan 6 a propósito del "sermón del pan de vida", que hemos leído durante los domingos anteriores.
Reflexión
El evangelio de hoy y el texto de Isaías nos llevan a reflexionar sobre la esencia del mensaje de Jesús, de la Palabra de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento, y de nuestra propia religiosidad. La pregunta última es: "¿qué esperas de Dios?". Y la respuesta es, quizá: "que me libre del mal". O, mejor aún, "que me ayude a conseguir felicidad". La felicidad del ciego es ver; la felicidad del sordomudo es oír y hablar. Eso es lo que esperan de Jesús. Eso es lo que Jesús les da, y sacan la conclusión de que ésa es la misión del Mesías: que nos proporcione la felicidad tal como nosotros la entendemos. Pero es exactamente eso lo que rehuye Jesús, ése es el mesianismo que rechaza.
Lo esencial del tema del secreto mesiánico está en lo que puede parecer sólo un hábil juego de palabras. Los judíos, al ver los milagros de Jesús, están dispuestos a aceptar que Jesús es el Mesías, el que ellos esperaban, la solución de todos los problemas, de la enfermedad, del hambre, de la injusticia, de la opresión romana... de todo. Pero Jesús les invita a otra aceptación: tienen que aceptar que el Mesías es Jesús, y no va a ser lo que ellos esperaban, sino otra cosa muy distinta. En esta misma línea se inscriben las predicciones de la pasión, el rechazo que de ellas hacen los discípulos, la recriminación de Pedro a Jesús y la violenta respuesta de Jesús a Pedro. Finalmente, el rechazo oficial de fariseos, doctores y sacerdotes constituirá la negativa completa del Israel a aceptar ese Mesías.
Como casi siempre, las situaciones históricas reflejadas en los evangelios adquieren carácter simbólico, representativo de los dramas religiosos de nuestra propia conciencia y de la vida de la iglesia. El problema de aquellos judíos respecto a Jesús es también nuestro problema, y uno de nuestros problemas más íntimos. Aceptar a Dios como es, como se manifiesta, no como a mí me gustaría que fuera.
En los milagros, el objetivo de Jesús no es primariamente la salud del enfermo, sino la manifestación de que "Dios está aquí", en Jesús, y de que es "EL MÉDICO", no el juez. Y la presencia de Dios en Jesús no consiste en hacer de esta vida un paraíso, sino en hacer que esta vida sirva de camino al Paraíso. Esta vida no es un Paraíso. Aquí está el mal, presente como dolor, pobreza, muerte, injusticia, falta de libertad ... pecado. Y eso no lo arregla Dios con milagros. Lo experimentamos todos los días. El Pueblo de Israel descubrió esta dificultad y la expresó con tremenda fuerza en el Libro de Job, el justo agobiado de desgracias, situación incomprensible para la fe primitiva.
Así, el MILAGRO DE LOS MILAGROS consiste precisamente en creer en Dios a pesar del mal. Nuestra razón exige que si Dios existe no exista el mal. Jesús manifiesta que Dios es nuestra fuerza contra el mal... y que nos necesita para liberar del mal a los demás. Éste es el núcleo básico de la fe cristiana: el conocimiento de Dios, de que Dios es eso, no lo que nuestra razón se imagina. Este es el trasfondo último de los tres mandamientos del primitivo Decálogo:
NO TENDRÁS OTRO DIOS DELANTE DE MÍ
NO TE HARÁS IMÁGENES DE DIOS
NO USARÁS EN VANO EL NOMBRE DE DIOS
que vienen a significar lo mismo: no te imagines a Dios ni lo uses para lo que crees que te conviene: escucha la Palabra y descubre cómo se manifiesta Dios. Y Dios se manifiesta en Jesús, "el que todo lo hizo bien, el que pasó haciendo el bien, curando, enseñando...". La fe consiste en aceptar ese Dios. Su consecuencia para nuestra vida es también evidente: nuestra fe en Dios no sirve para hacer más confortable nuestra vida (que es lo que pedimos en nuestras oraciones) sino para comprometernos en hacer nuestra vida útil; eso es "salvar la vida". Solemos pedir a Dios que nos libre del dolor, de la pobreza ... y Dios nos enseña a usar el dolor, la pobreza... y, lo que es más difícil, a usar el placer y la riqueza, que también amenazan - quizá más - nuestra libertad.
Para nuestra oración
Nuestra búsqueda de felicidad, nuestras peticiones a Dios para que nos ayude a conseguirla, nos conducen a preguntarnos qué concepto de felicidad tenía el mismo Jesús. Y lo sabemos, tenemos su "código de felicidad".
"Bienaventurados", o "dichosos, felices"... un "código de felicidad según Jesús". No un código moral, no unos preceptos a cumplir, sino una exclamación de Jesús traducible por "¡cuánto más dichosos serías si fuerais más pobres, si aprendierais a sufrir, si fuerais limpios de corazón, si supierais perdonar...!"
Debemos compararlo con nuestros criterios de felicidad, y darnos cuenta de que nuestro corazón está escasamente convertido, de que seguimos sirviendo a dos señores. El señor principal es nuestro modo de pensar sobre la vida y la felicidad, nuestra búsqueda de bienestar aquí, nuestra manera de entender a Dios como remedio de mis males de aquí y proporcionador de éxitos que deseo.... El otro señor es Jesús, la Palabra; pero le servimos en cuanto sea compatible con el primero.
Un sangrante ejemplo es nuestro tipo de sociedad: nosotros somos ricos, gastamos, deterioramos el planeta, producimos la miseria del resto del mundo. Conmovidos por la miseria de los demás y movidos por la palabra de Jesús, ayudamos un poco, con lo que nos sobra, a otros seres humanos. Pero nunca ponemos en cuestión nuestro tipo de sociedad, nuestro tipo de explotación del mundo, nuestro tipo de consumo. ¿A quién servimos primero?
Pero hoy y ahora hay otra consideración más urgente: ¿qué hacemos nosotros la Iglesia ante el mal del mundo? Hoy nuestra sociedad está atacada por una crisis económica que produce pobreza y angustia en muchísimos. Pero esta crisis tiene causas y causantes. Y nosotros la Iglesia callamos, incluidos, quizá más que nadie, las autoridades de la Iglesia: nuestra respuesta es silencio y petachos, pero no es denuncia. En consecuencia, si antes muchas personas se apartaban de la Iglesia (aunque creyeran en Jesús) hoy estamos dando a todos una oportunidad de creer cada vez menos.
Y esto también tiene causa y causantes. La causa es la alianza oculta de la Iglesia con el sistema capitalista desbocado, la íntima relación de las finanzas de la Iglesia con los que manejan el dinero, el capital y los modos económicos. No se atreven a levantar la voz, porque se quedarán sin apoyos económicos. "La Iglesia de los pobres", "la opción preferencial por los pobres" no son más que palabras bonitas. A nuestra Iglesia le sirven los pobres para poder hacer limosnas y ganar méritos ante Dios y ante cierto público aparentemente religioso. La Iglesia no se atreve a tomar en serio el evangelio y por tanto es inútil. No pocos atribuyen el descenso del número de cristianos, la disminución de vocaciones etc etc nada menos que al Concilio Vaticano II. Pero es al revés, la causa es que no nos interesa atender al Concilio, ni seguir de veras el evangelio. Y por ese camino, la Iglesia no sirve ara nada. Es verdad que hay pequeños grupos y movimientos marginales que se lo toman en serio y procuran seguir a Jesús; por eso son perseguidos, desprestigiados, degradados, marginados. Buena señal, estamos repitiendo la vida de Jesús, rechazado y asesinado sobre todo por el Templo, al que convenía muchísimo el status quo reinante y progresaba con él, en esplendor, en cultos fastuosos, en recaudaciones abundantes y en connivencia culpable con los opresores sin la menor preocupación por la miseria y la presión de su pueblo. La historia se repite: ellos mataron a Jesús, nosotros también.
Pero no lo consiguieron ni lo conseguiremos. Jesús está vivo y Dios estaba y está con él, no con los que lo mataron e intentan matarlo hoy.
Relean, por favor, la carta de Santiago: está dirigida a nosotros, la Iglesia de hoy.
Hicimos de la
década, escenario de una intensa y persistente militancia juvenil que abonaba a
la vieja tradición de luchas, por cierto, característicamente venezolana.
Escuela ahora olvidada de un quehacer político que asombraría a las nuevas
generaciones, estuvimos decididamente inconformes con las postrimerías de un
siglo que esperábamos reivindicar con una ilusa prontitud.
De boba tildó
un prestigioso psiquiatra de entonces, o
la periodista que lo abordó, a las recientes
promociones en el inicio de un inadvertido y extraordinario naufragio del modelo
rentista, acotemos, desplegada la mentalidad ta´baratista por todos los rincones sociales en el decenio que
lentamente incubó la llamada antipolítica.A juzgar por la izquierda presupuestaria que todavía pretende confiscar
la presente centuria, sus aparentes bobedades resultaron a la larga muy caras y
nefastas para el país.
Mucho nos
había estremecido el documento de Puebla, surgido de la III Conferencia del Episcopado
Latinoamericano, extendidos un poco más en los círculos de estudios a los que
luego le dio dirección el siempre bien recordado padre Juan Cardón, en los
predios de Montalbán. Y, particularmente, nos atrajo un título publicado en
1980, por Trípode, bajo la autoría de Baltazar Porras y Mario Moronta, como
“Puebla: opción fundamental de la Iglesia”, motivo de una profunda inspiración
y confianza.
Naturalmente,
ya son otros los puentes para el testimonio y la reflexión conmovidos por los
raudales que fluyen por debajo, incesantemente, desde varias décadas para
reafirmar aquellos valores y principios que nos ha permitido sobrevivir a los
indóciles remolinos y corrientes de profundidad. Inevitable que le
correspondiera a los autores en cuestión, afrontar las dos últimas décadas y
media, bajo un régimen político de consabidas características, asumiendo
elevadas responsabilidades eclesiásticas de acertado desempeño al evaluarlas de
acuerdo a las proposiciones pastorales formuladas desde muy antes en el modesto
libro.
Uno de los
prelados, Moronta, lució con mayor simpatía, comprensión y aquiescencia hacia
el régimen, sobre en todo en la etapa del antecesor,
pero la cruel realidad lo ha hecho cada vez más expresivamente crítico y firme,
como ocurrió recientemente en un acto presenciado por el gobernador tachirense.
El otro, Porras, ha sido hábil, comedido al mismo tiempo que resuelto, en medio
de las feroces tempestades y aspavientos de un gobierno que ha experimentado
distintas transiciones hacia sí mismo, franca e históricamente agotado.
Después de
hacerse parte sorprendida en el garrafal error que la prensa denominó el carmonazo, la prelatura se esforzó por
normalizar las relaciones con el Estado, subrayemos, sin renunciar a sus legítimas
posiciones, añadido el cuestionamiento de la pretendida reforma
constitucional. Indudable, ello disgustó
a las más altas jerarquías de un oficialismo que nunca renunció a la
competencia desleal con el catolicismo, en un terreno que se supone
vedado al poder político, como es el de las más libres, íntimas y trascendentes
creencias y convicciones personales; agreguemos, hubo también una buena
estrategia de contención respecto a los excesos y abusos del envalentonamiento
miraflorino, ya definitorios del sucesor.
Luego, deseamos
especialmente referirnos al cardenal Porras, quien ha dejado semanas atrás el
arzobispado de Caracas, por razones de edad, aunque la ciudad-vitrina lo ha
puesto definitivamente en el corazón de todos los venezolanos por su talante y
esfuerzos.Nuestro reconocimiento y
modesto tributo a Baltazar con quien no tenemos vínculo alguno de amistad, pero
nos permitimos tratarlo con la familiaridad de aquellos feligreses que lo
conocieron junto a Mario por los años ochenta, a través de un ensayo que tanto
elevó la razón, el sentido y el entusiasmo de una generación que le ha
correspondido ahora adversar a sus contemporáneos en el poder.
La falta de
mantenimiento de la infraestructura y de los más notables referentes públicos,
es de una larga tradición venezolana con magníficas excepciones, como fueron el
metro de Caracas o el complejo hidroeléctrico del Guri, por ejemplo. El asunto
se ha agravado en el presente siglo, bastando citar casos que forzaron a una
larga e inconclusa remodelación de las torres y adyacencias del Centro Simón
Bolívar o de la antigua sede de la Corte Suprema de Justicia, inutilizados
sendos espacios en el vistoso casco histórico de Caracas. No obstante, la
inquietud es otra.
En efecto, hay
otros espacios que están en funcionamiento y cabe preguntarse cuán deteriorados
y riesgosos se encuentran y son; y, en
el supuesto de que contaran con las mínimas condiciones de seguridad para sus
ocupantes y transeúntes, repreguntarse si están preparados para alguna
evacuación de urgencia e inmediata atención de los servicios especializados del
Estado. De una u otra manera, el consabido siniestro de Notre Dame en el París
tan celoso de su exitosa industria turística, ha sensibilizadoa muchos de los que cuentan con reconocidos
monumentos artísticos, inmuebles históricos, o, sencillo, instalaciones de una
muy costosa reposición.
Nos llamó el
reciente ejercicio de desocupación de la Catedral de Sevilla y el Archivo de
Indias, además, implementado por la Unidad Militar de Emergencias (UME), según
lo reseñado por el diario español ABC (28/08/24). Coordinando con otros
organismos afines, el simulacro de incendio, consiguió salvaguardar y trasladar
a las personas y obras de arte, esto último ejemplificado fotográficamente con
la transportación en hombros del maniquí lastrado con el mismo peso de la pieza
referida a la Virgen de los Reyes.
Presumimos que
la simulación castrense es complementaria a las que hacen los organismos
civiles, debidamente presupuestados y entrenados. Y, además, todos cuentan con
la debida publicidad que ha de generar confianza, añadidos los turistas que
admiran las beldades sevillanas y la prestancia de la arquitectura y paisajes
naturales.
Huelga
comentar las condiciones en las que nos encontramos en este lado del mundo, no
sólo asociadas al patrimonio inmobiliario y demás espacios de carácter
histórico y artístico del país,teóricamente concurridos, sino a las entidades oficiales encargadas de
la correspondiente administración, guarda y custodia. Ni idea del aprendizaje necesario para prever
las consecuencias de aquellas circunstancias sobrevenidas e indeseables, porque
– a modo de ilustración –la memoria de
los grandes sismos se ha perdido y, además, dada la masiva y prolongada
emigración, tiende a perderse la propia memoria familiar.
"Aunque no finjamos que se trata exclusivamente de mis altos valores morales. Lo cierto es que me siento marginada y excluida. La mitad de los miembros de estas bandas me sacan unos años, y sin embargo me hacen sentirme como si se me hubiera pasado el arroz (Chris emplea la expresión «carne vieja disfrazada de mod» para referirse a esa obsesión con la juventud que pretende hacer pasar por adolescentes a bandas que ya rozan la treintena). Y no es que sea ajena a toda esta vida social"
Miki Berenyi
("Cruzando los dedos", Contraediciones, Barcelona, 2022: 326)
-Almazán. “Claroscuro: Mudanza de mobiliario”. El Nacional, Caracas, 14/02/80.
-Pierre Godia, presidente del Concejo Municipal de París, junto a otras autoridades, inaugura las avenidas Simón Bolívar, General San Martín y Jacques de Liniers. La Esfera, Caracas, 13/05/27.
-“El Presidente (Lusinchi) y el refinanciamiento: Nuestros acreedores saben que la botija está llena”. El Nacional, 23/02/86.
-Jesús Paz Galarraga. “Petróleo y soberanía”. El Nacional, 03/02/72.
-Ilka Pacheco. Francisco Arias Cárdenas en Aragua. “Es necesario un plan de reconstrucción nacional”. Economía Hoy, Caracas, 13/07/2000.