ÓSCAR ARNAL Y LA MENTIRA PULVERIZADA
Luis Barragán
Mentir con el
empleo descarado de la fuerza, es simple y cobardemente mentir. Además, el asunto está en que la modalidad no tiene
garantía alguna de impunidad.
Dirigente
político y amigo de varias décadas, Óscar Arnal acudió a la entrevista pautada
por un canal privado de televisión asociado a los intereses gubernamentales. E,
inevitable, surgió el tema de las consabidas actas electorales.
El entrevistado
respondió rápida, tajante y directamente, tomando los datos suministrados por
el entrevistador que no pudo negar el lugar donde sufragó, los resultados
arrojados por la mesa correspondiente, y la prontitud de la respuesta que dio
la aplicación digital muy antes de ir a la publicidad. Así, quedó pulverizada
la mascarada oficialista en un instante revelador, eficazmente pedagógico, e
inesperado para los más rigurosos censores.
De un imposible
silenciamiento del problema, dio ejemplo el espacio televisivo en cuestión. Un
modelo novedoso de dictadura al que le ha faltado nombre, esto es, ciencia
social que mejor precise su naturaleza y alcances, queda al descubierto por la
espontaneidad, serenidad y habilidad natural de Óscar, militante de la verdad
ciudadana.
Cosa de segundos,
presumimos la inquietud, nervio e incomodidad propagada detrás de las cámaras,
autorizada por las milésimas de perplejidad que dibujó el rostro del periodista
quizá esperando el auxilio automático del director de la transmisión. No cuesta nada imaginar, en tiempo real, el tamaño de la
verdad que recorre palmo a palmo, vigorosa y pujante todo el país, desde los
más apartados caseríos hasta las más complicadas metrópolis, sobre lo ocurrido
el 28 de julio.
A estas
alturas del siglo, nos resistimos a las mentiras depredadoras, brutales y
ruines del poder establecido que inexorablemente termina mintiéndose a sí
mismo. Y es que el obstinado hábito, el de mentir mintiéndose, se convierte en tragedia incluso para los
inocentes seguidores que les van quedando, tarifadas sus ilusiones, añadidos
los cuadros locales y de todo nivel del oficialismo, tan sabedores de lo acaecido
como el que más.
Hubo una mejor
administración de la farsa, compleja, sofisticada y hasta seductora que
contrasta con la de un presente de absoluta sinceridad y desvergüenza. A la
hora de la verdad, antaño, cualquiera de los farsantes podía pasar por
inocente; hogaño, lo dudamos.
Captura de pantalla: https://x.com/ConstitucionalU/status/1839586963562606671.
Collage: LB.
01/10/2024:
https://www.elnacional.com/opinion/oscar-arnal-y-la-mentira-pulverizada/
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