miércoles, 25 de septiembre de 2024

Más allá o más acá de la Independencia

VENEZUELA: LA GUERRA CIVIL EN LA INDEPENDENCIA (I)

Ángel R. Lombardi G.  

Hay Historias buenas. Cuya solvencia profesional recae más en el autor que en sus propias conclusiones.

Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Lo esencial es la calidad de su trabajo. Y la posibilidad de debatir sus ideas desde la amplitud de pareceres.

Además, la ineludible ideología del autor, se sublima en el hilo argumental que es capaz de producir. Y si ese autor es extranjero y está opinando sobre la Independencia de Venezuela es algo mucho mejor.

Un venezolano que estudie la Independencia de Venezuela con voz crítica ya es sospechoso de anti patriotismo. Y resulta que los historiadores no hemos sido formados para exaltar a la Patria. Nuestro oficio es mucho más modesto: recuperar un pasado roto de memorias encontradas bajo el imperio del olvido.

Jaime Edmundo Rodríguez Ordóñez (1940-2022) es ecuatoriano de nacimiento, aunque estadounidense por formación, desempeño profesional y periplo vital. Su obra dedicada al período de la emancipación hispanoamericana es una de las más apreciadas.

En la “Independencia de la América Española” del año 1996, uno de sus libros más importantes, hay un apartado dedicado a Venezuela que quisiéramos comentar.

1808 fue un año clave: Francia y Napoleón Bonaparte invade España. Los reinos americanos se mantuvieron expectantes ante el descabezamiento de la monarquía. La lealtad prevaleció sobre los pensamientos emancipadores. Los americanos en términos generales estuvieron a gusto bajo el gobierno de los borbones.

Inglaterra, dueña de los mares, pasó de enemiga a ser aliada de la causa española contra Francia. El comercio venezolano creció espectacularmente. La elite criolla en alianza con los peninsulares decidió actuar.

Era mejor un autogobierno a través de una Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII que seguir bajo las intrigas del impopular Vicente de Emparan. Sobre Emparan aún no se sabe toda la verdad histórica. Incluso, la principal acusación que recae sobre su persona: la de afrancesado, hoy es cuestionada por historiadores muy solventes y con documentación de primera mano.

El 19 de abril de 1810 no fue un acto revolucionario. Todo lo contrario: un acto de preservación social de la élite blanca en ese entonces. Sólo que Caracas no encontró unanimidad en el resto de las provincias de la Capitanía General de Venezuela. Maracaibo, Coro y Guayana se mantuvieron leales a la Regencia con base en Cádiz. Ya esto fue un conato abierto de guerra entre provincias.

Además, la Regencia fue hostil a Caracas y la sometió a un bloqueo marítimo. Los ánimos se exacerbaron y apareció un grupo radical, la mayoría jóvenes, entre la élite blanca. Desde la Sociedad Patriótica actuaron para promover la Independencia total de España. Los moderados fueron superados y en ello contribuyó mucho la ascendencia de Francisco de Miranda.

El 5 de julio de 1811 se proclamó la Independencia. Es bueno acotar que en la misma hubo protagonismo de blancos peninsulares. El Congreso dominado por la elite blanca intentó tres acciones claves: 1. Hacer de Caracas la provincia dominante sobre el resto; 2. Mantener el status quo político y económico a su medida y 3. Poner a raya a los pardos, llaneros y esclavos negros que demográficamente les superaban 3 a 1 y cuidado sino más.

La Independencia se hacía a pesar propio. La élite blanca “no acusó al régimen español de haber explotado a Venezuela”. Y quizás esto fue así porqué en realidad quienes sí la venían explotando para su propio beneficio eran los mismos blancos pudientes; los llamados, mantuanos. Esto obviamente trajo el resentimiento de los sectores populares y étnicos relegados. “El nuevo gobierno constituía una amenaza para la gente de color, la mayoría de la población venezolana”.

Lo paradójico de ésta situación es que la monarquía decapitada tenía más adeptos en los sectores populares. Los pardos sabían, que los hacendados blancos y sus aliados en el rubro del comercio, eran sus más directos explotadores. Y al no haber ejército de ocupación imperial en América el conflicto civil ya estaba dibujado. “La mayor parte de los venezolanos no estaba en favor de la separación de España, y en Caracas la declaración de la independencia había sido apresurada por presiones políticas”.

Los complots en contra de la nueva república estallaron de inmediato. Los blancos canarios se hicieron nombrar entre los primeros: su resentimiento social contra la élite criolla blanca fue desmedido. Valencia se alzó contra Caracas y exigió el mismo derecho de ésta: la de conseguir su propia independencia. O en todo caso, mantenerse dentro de las filas realistas. Caracas, decidió aplastar esa aspiración. “Con el fin de afrontar esta amenaza, los realistas de Valencia armaron a los pardos y este acto se convirtió en el principio de una guerra racial virulenta en Venezuela”.

Los contemporáneos, entre 1808 y 1831, que estuvieron involucrados en la Independencia, bien supieron que se trató de una feroz e implacable guerra de exterminio. Venezuela se destruyó y desangró por sí misma. Esta realidad fue solapada posteriormente por parte de los nuevos amos de la república.

Se blanqueó ese oprobioso recuerdo por uno más conveniente asociado al mito y la épica. Los traidores fueron reformados a la condición de héroes. El poder sin vigilantes permitía el abuso de las leyes y los autores de tropelías infamantes no tenían consecuencias que lamentar.

Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936), inesperadamente, fue el primero en asumir en el año 1919, la tesis de la guerra civil en la Independencia de Venezuela sin complejos de ningún tipo. En su libro, el de un adelantado, “Cesarismo Democrático”, va destejiendo el supuesto de una independencia entre buenos y malos.

06/09/2024:

https://opinionynoticias.com/opinionhistoria/41779--venezuela-la-guerra-civil-en-la-independencia-i

Ilustración: Martín Tovar y Tovar. 

VENEZUELA: LA GUERRA CIVIL EN LA INDEPENDENCIA (II)

Ángel R. Lombardi G.  

Sobre Francisco de Miranda es a quién mojan las barbas cuando se trata de culpabilizar el fracaso de la Primera República en 1811-1812.

Miranda pasó a sangre y fuego a la ciudad de Valencia, alzada contra los designios de Caracas de primar sobre ella y el resto de las capitales de provincia. Maracaibo, Coro y Guayana no aceptaron la “independencia” de los caraqueños.

De hecho, en el año 1810, ya los caraqueños habían intentado una invasión sobre la comarca de Coro. Pero fueron vapuleados y su principal jefe, un Marqués, puesto en ridículo.

La reacción contra Miranda y los patriotas de las primeras horas provino de Coro. Un capitán hasta ese momento sin nombre se hizo un nombre propio en la Historia de Venezuela: nos referimos a Domingo de Monteverde.

Sostiene Jaime E. Rodríguez: “En gran parte, sus victorias fueron resultado del creciente descontento con la república y, en la mayoría de los casos, las poblaciones cambiaron de manos sin que se disparara un solo tiro”.

La gloria militar de Monteverde hay que entenderla también por una desgracia descomunal de la propia naturaleza. El 26 de marzo de 1812 un terremoto acabó con las ciudades de Caracas, La Guaira, Barquisimeto, Mérida y San Felipe. Todas ellas bajo control patriota.

Y al coincidir con un Jueves Santos los líderes de la Iglesia católica en Venezuela sentenciaron que se trató de un castigo de Dios. La desmoralización cundió entre los nuevos republicanos cuya fe en la victoria ante la reacción pro-realista se vino al suelo.

A Miranda se le otorgaron poderes dictatoriales para que hiciera lo legal e ilegal para sostener la causa de la elite blanca. La ley marcial se aplicó y con ello la persecución a los blancos peninsulares. Ya ésta medida planteó una fractura entre la elite gobernante.

Esta primera violencia abrió otras puertas que incrementaron la violencia. Los diques institucionales quedaron derruidos. Líderes con ascendencia, pero ésta vez en el campo realista, como el arzobispo de Caracas Narciso Coll y Prat: “Ordenó en secreto al clero que alentara a los negros, tanto libres como esclavos, a luchar en favor de la Corona”.

La demografía estaba a favor de los pardos, negros e indios. Y como no había ejércitos del rey prestos a luchar en la Costa Firme se crearon los primeros brotes de la guerra civil. Un nuevo Haití empezaba a producirse en Venezuela.

En julio de 1812 la Primera República se derrumbó. Los ex esclavos avanzaron desde la costa hasta Caracas. El tumulto obligó a Miranda a recogerse en Valencia. Bolívar perdió la fortaleza de Puerto Cabello dónde se resguardaban las municiones.

Miranda, antes que Bolívar, temió a la pardocracia. Si bien era un revolucionario cuya militancia nadie podía poner en duda, fue siempre contrario al desorden social. Conoció desde adentro los horrores y excesos de la Revolución Francesa (1789) y no estuvo dispuesto en tolerar la anarquía.

Miranda capitula ante Monteverde el 25 de julio de 1812 bajo la creencia de la caballerosidad de los regalistas.

“Bolívar y otros dos oficiales republicanos arrestaron a Miranda y lo entregaron a los peninsulares. Bolívar, quien confiaba en conservar sus propiedades, también aceptó un pasaporte de Monteverde y abandonó Venezuela, aparentemente para unirse al ejército británico que luchaba en la Península contra los franceses. Sin embargo, el posterior descubrimiento de que sus vastas riquezas habían sido confiscadas reavivó sus simpatías, que había descartado en favor de los republicanos y de nuevo se volvió en contra de España. Miranda murió más tarde en una prisión española”.

13/09/2024:

https://opinionynoticias.com/opinionhistoria/41806-venezuela-la-guerra-civil-en-la-independencia-ii

Ilustración: Cristóbal Rojas.

VENEZUELA: LA GUERRA CIVIL EN LA INDEPENDENCIA (III)

Ángel R. Lombardi G.  

“La caída de la Primera República señaló el final de la participación política amplia en Venezuela.

A continuación, la lucha por el dominio político enfrentó a caudillos despiadados uno contra el otro. La disputa se hizo violenta en extremo, pues se produjo en una región donde se había desencadenado el odio racial”.

Jaime E. Rodríguez O. en su libro: “La Independencia de la América Española” (1996), ya todo un clásico sobre el tema, establece que la independencia de la América hispánica no fue un movimiento anti colonial. El quiebre de la Monarquía como resultado de la invasión napoleónica en 1808 y la revolución política que representó el gobierno constitucional de tradición liberal en las Cortes de Cádiz, dieron la pauta de la disputa entre los americanos. Para unos el horizonte monárquico era indeclinable. Para otros, la idea de nación, la principal vanguardia.

Y al no haber los acuerdos y el respeto al marco institucional viejo y nuevo, la guerra civil fue una constante. En el caso de Venezuela, fue brutal. Doscientos mil fallecidos de una población de un millón de habitantes: el 20%. Agreguemos la desolación material del aparato productivo y la migración forzada hacia el extranjero.

Un nuevo Haití se instaló en Venezuela a partir del año 1813. Los blancos, sin apenas poder de fuego, alentaron el conflicto entre las castas. Primero lo hicieron los realistas y esto socavó los fundamentos de la Primera República con Miranda en el año 1812. A las castas se les utilizó bajo ambiguas promesas de redención social que nunca se concretaron.

Por el contrario, el canario Monteverde aupó a sus propios compatriotas a tomar las leyes en sus propias manos. El Partido Canario se hacía presente como uno de los más activos de la guerra civil en Venezuela. Monteverde se hizo el loco y nunca acató los dictados de la Constitución de Cádiz. Puede que sea el primer dictador en la Historia de Venezuela.

Su jefatura fue fugaz e impopular ya que las arbitrariedades se impusieron sobre los adversarios. Su represión, a pesar de todo, fue moderada si la comparamos con la de Bolívar (1813) y Boves (1814).

Bolívar con un ejército de la Nueva Granada irrumpe sobre el occidente de Venezuela y le gana la carrera a los jefes orientales que tenían el mismo propósito de llegar primero hasta la capital, Caracas.

El Decreto de Guerra a Muerte del 15 de junio de 1815 fue una acción terrible que supuso pasar por las armas a todos los españoles europeos. Este nuevo reino del terror debía disuadir a la elite criolla sobre el acatamiento sin resistencias al nuevo caudillo e invitar a las masas a sumarse a éste bando bajo amenaza y coacción.

La Segunda República (1813-1814) fue tan fugaz y más impopular que la anterior. Su oferta fue exclusivamente militar y represiva. Ni se ganó a la elite criolla y mucho menos a las castas. Además, la idea republicana siempre terminaba ahogada por la violencia de la guerra. El dictador Bolívar sucumbió tan penosamente como lo hizo el dictador Miranda.

“Las fuerzas realistas, al igual que los ejércitos republicanos, estaban constituidos por criollos; por tanto, tales divisiones en un territorio que, fundamentalmente, no estaba poblado por blancos, ofrecía los peores augurios para las clases altas”.

Dice nuestro autor a quién le comentamos sus ideas sobre la Independencia de Venezuela: “Un impensado dirigente realista, José Tomás Boves, surgió para desafiar a los republicanos”.

¿Quién fue Boves? Un asturiano pobre que vivió del contrabando en los llanos de Venezuela. Pudo haber sido republicano o monárquico. Unos oscuros agravios determinaron su cruzada personal atizando el odio social y étnico. Su objetivo fue matar a todos los blancos. Y en esto siguió a Bolívar. Sólo que Boves apenas hizo distinción entre europeos y criollos.

Boves también fue un insubordinado. Lope de Aguirre conecta con José Tomás Boves. Mientras que para el primero la motivación de todos sus actos fue El Dorado, para el segundo y su “caballería infernal”: las tierras y propiedades de los blancos.

Ironía de la Historia: que un blanco europeo y de origen español haya acaudillado a los sectores populares. En cambio, el aristócrata Bolívar, apenas tuvo conciencia o la convicción de que el proyecto republicano pudiera servir para redimir a los pardos.

“Boves les daba rienda suelta en su pasión por el saqueo, el asesinato y la violación. Así, el terror republicano afrontó una respuesta realista igual de violenta. Venezuela tuvo que soportar ahora los peores aspectos de la guerra civil”.

No se vaya a creer que Boves tuvo un programa político. Boves fue tan rebelde como Bolívar para los criollos y españoles defensores del viejo orden colonial. La élite blanca nunca hizo la independencia a partir de 1810 para auto inmolarse. Morillo llegó a Venezuela en 1815 para poner en cintura al rebelde Boves. Bolívar vagaba por el Caribe buscando refugios.

Conclusión: “Ninguno resultó vencedor en la guerra civil venezolana. La élite americana no logró alcanzar el autogobierno, ya fuera dentro de la nación española o por medio de la independencia. Los españoles europeos quedaron virtualmente exterminados. Los pardos, negros y esclavos tampoco alcanzaron ni la igualdad ni la libertad. Venezuela quedó devastada y fueron necesarios muchos años para restaurar el orden y la prosperidad”.

22/09/2024:
Ilustración: Arturo Michelena.

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