DE LA URGIDA AUTOCONSTRUCCIÓN PERSONAL Y SOCIAL
Luis Barragán
Una noción tan elemental como la de transitar
peatonal o vehicularmente por la derecha, está desapareciendo. Se dirá, algo hasta costumbrista que
aprendimos en casa, trillado por una larga escolaridad, ya no cabe en los
libérrimos o aparentemente libérrimos espacios públicos, por lo que la sana y
pacífica convivencia es poco más que una inconveniencia y riesgo.
La unidad familiar ha perdido sentido, a favor
de dos circunstancias inmediatas: la diáspora y la complicidad que trascienden
los lazos consanguíneos. Uno y otro fenómeno, adquieren un visado de normalidad
que sorprende, pues, con el tiempo, el rompimiento, la división y
distanciamiento es un asunto tan inevitable como el testaferraje en el que
derivan los negocios turbios.
El Estado y las entidades de la sociedad
política y civil, perdieron el voltaje necesario para la socialización de los
principios y valores, los más antiguos y los más contemporáneos que
contribuyen, al fin al cabo, a nuestro bien, al personal y común. La desocialización se convierte
automáticamente en la mera e incesante propagación de los antivalores,
cambiantes y crecientemente dañinos que suelen apelar a la violencia para
sostenerse, dizque legitimando a la propia insensatez y la infinita
provisionalidad.
Por supuesto, hay un contexto que debemos
transformar, generador de la situación planteada, pero también la urgencia de
un testimonio personal, reconstruyendo un sentido de la vida y de la misma
sociedad reivindicando en todo lo posible nuestra más limpia convivencia y la
cercanía familiar, por ejemplo, ahora tan
accidentados, con nuestros referentes occidentales y occidentalizadores,
como el amor, la paz, la justicia, la solidaridad, el respeto, la tolerancia, el trabajo,
etc., etc. Significa edificarnos
a nosotros mismos, a pesar del asfixiante contexto, recuperando aquello que nos
haga ser más, apuntando a una pedagogía del buen ejemplo.
En vísperas de la Navidad, nos viene a la
memoria una ilustración de Denis Zilber que nos sugiere como un rompecabezas.
Rehacernos es nuestra responsabilidad, según los valores y principios
humanísticos que informan de nuestro bien y de toda la sociedad, en los
términos de una libertad quelibera.
Valores y principios que conducen a un establo
de Belén, dispuestos a trascender. Incluso, aun no siendo creyentes, capaces de edificarnos al edificar al otro y
a los otros.
Les deseamos a nuestros generosos y pacientes
lectores una feliz Natividad, agradecidos por la oportunidad que nos ha
concedido Iván Méndez y Opinión y Noticias para publicar nuestras modestas
reflexiones. Bastantes los años, empleamos un portal que nos honra.
Ilustración: Denis Zilber.
23/12/2024:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario