CONSECUENCIAS DEL VIRUS CHINO
Nicomedes Febres Luces
He perdido varios kilos en esta pandemia, lo cual me alegra pese a que he dejado de lado mis caminatas matinales por la cuarentena que me he impuesto para no contaminar al espacio público. Pasando el día con solo un bol de ensalada de frutas y acaso un par de galletas por todo consumo en 24 horas. Me alegra mucho pero no es consecuencia de mi fuerza de voluntad sino de la anorexia (falta de apetito) causada por el coronavirus. Quizás he tenido la suerte que el síntoma más llamativo que he sufrido es el cansancio y la somnolencia, cosas poco usuales en mí a quien educaron con los deberes de madrugar y bregar.
Por otro lado, el virus chino debe tener algunas consecuencias colectivas hasta ahora no descritas como es la indiferencia de la oposición contra los desmanes del régimen de maduro, es tanta que no dudo que ahora fortalecidos por la inoperancia de esa oposición, el chavismo se divida y alguien crea que hay un ala peor que la otra cuando todas las alas son unas lacras morales. Cada día estoy más convencido que la salida es militar y desde fuera, pues estamos ya al nivel de los sandinistas de ortega, la cual es peor que la peor tiranía bananera de Somoza o Trujillo que al menos no pretendían engañar a nadie.
Lo cierto es que la sensación que uno percibe es que los socialistas antidemocráticos de China y Rusia le están ganando la partida a los norteamericanos en su propio continente y eso es grave por cuanto ni la moral ni la reciedumbre son plantas que se desarrollan frondosas en unas sociedades tan estratificadas, de moral acomodaticia y mestizas como las nuestras, pese a que estos forajidos que gobiernan siempre tratan de culpar de nuestros males a las llamadas “elites” que ahora son ellos por el dinero y el poder que han acumulado favorecidos por el emigración de muchos venezolanos de bien y por el voto de los eternos arrechitos por todo y que siempre niegan su responsabilidad en todo.
Desde tiempo inmemorial tengo afición por el pueblo de El Hatillo, en la foto, cuando mi padre tenía allí su cuerda de cientos de gallos de pelea y yo era un niño. El pueblo tenía el tamaño actual pero rodeado de haciendas. Luego regresé en mi primera juventud acompañando a mi hermano en el afecto Manolo Álvarez que tenía allí un levante mayor que él y que era una fiera, pero tenían un par de hermanas también muy atacables. Luego vendría el desarrollo de la urbanización La Lagunita y perdí el contacto con los hatillanos. La carretera que le unía a Baruta era hermosísima rodeada de bambusales de cada lado que daban una hermosa sombra y con la chicharronera y la venta de cachapas en la entrada. Era una época sencilla y grata.
Fuente:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario