DE LA PALABRA CONSTITUTIVA
Luis Barragán
“No
embotello experiencia.
Lo
que me interesa es el flujo”.
Asher (*)
La resignación
como fórmula de espera de un milagro de salvación ante el régimen, parece
sellada en el inconsciente colectivo revelando el talante de las operaciones psicológicas
de todos estos años. Empero, suele
ocurrir, la rendición, por vergonzosa que fuere, o simulada con buen talento
histriónico, a nadie salva de los desmanes, pendiente la sucesión del poder por
perfeccionarlos; el megalómano Kim Jong-un, por ejemplo, prueba constante sus
misiles a la vez que los norcoreanos intentan lidiar a solas con la pandemia.
Hay quienes aspiran a la imposible
evasión del sistema puertas adentro, comportándose de acuerdo a unas pautas que
forzaron a más de siete u ocho millones de venezolanos a sobrevivir puertas
afuera. Al fin y al cabo, tratándose de un régimen, el oficialismo ha logrado
generar una fiel oposición que ha sido capaz de sostener el artificio de unas
relaciones sistémicas, abriendo la apuesta por unas presidenciales en 2024
luego de perder su propia identidad que amenaza con el corto-circuito de la
definitiva descomposición. Por cierto, esto significa descartar la tesis del
llamado autoritarismo competitivo.
Coincidencia nada extraña, sin prensa libre, los integrantes del consabido diálogo mexicano, la otra muy particular e irreal instancia extraterritorial de gobierno que nos hemos dado, jamás dan explicación de nada, y sólo propagandizan de menudear algún requerimiento: los miraflorinos ordenan a través del Twitter, cual Gaceta Oficial exenta de toda motivación, mientras que sus cómplices tampoco se someten a interrogatorio alguno, impidiendo la oportuna discusión de fondo en la legítima Asamblea Nacional, además, de un modo u otro, versionada por la que llaman del 2020. Siendo la palabra tan constitutiva de la vida política, se la niega profunda y creadora a favor de las consignas enfermizas y maniqueas que nos colocan en un limbo cívico.
Esa ausencia de palabra, la es de orientación, de encaminamiento, de conducción política que, por una parte, impide cualesquiera inquietudes ideológica y estratégica en beneficio de una entera y literal táctica de supervivencia, acaso, aspirando y consiguiendo un salario, como si la política misma lo tuviere por requisito existencial. La situación lleva al otro inmovilismo, el de los hechos, creyendo que bastará la constante prédica digital para liberarnos, sin interlocución ni articulación de propósitos e iniciativas que completen la faena de la liberación, despreciando experiencias y trayectorias que nos recuerdan al personaje novelesco de Phillip Roth.
Internalizado el terror, reconstruir la política en los dominios del pensamiento mágico-religioso que hizo posible al régimen, por cierto, implica la heroica selección de un liderazgo de oposición que reivindique a la oposición misma, como experiencia de la palabra y de la acción. La escasez nos abruma, es necesario decirlo.
(*)
Philip Roth: "Deudas y
dolores", Mondadori, Barcelona, 2007: 109.
Fotografía: Tomada de la red.
14/03/2022:http://opinionynoticias.com/opinionpolitica/36849-de-la-palabra-constitutiva
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