"A medida que iba avanzando en la carrera, fue clarificando la idea de que su vida profesional estaba ligada a la investigación o a la docencia. La perspectiva de lidiar con pacientes, de manera diaria, como rutina laboral, cada vez le atraía menos. En el fondo, eso implicaba un riesgo que no sabía si realmente deseaba correr: el error. Era diferente equivocarse en un laboratorio que en una sala de operaciones. En esos años, Andrés comenzó a sentirse cautivado por la figura de Andrés Vesalio. Más allá del nombre, compartía con el famoso médico flamenco la pasión por el estudio, la fascinación ante el funcionamiento del cuerpo humano. Gracias a él, también aprendió que la curiosidad es un deporte de alto riesgo: asomarse a los enigmas de la medicina puede ser mortal"
Alberto Barrera Tyszka
("La enfermedad", Anagrama, Barcelona, 2006: 73)
Reproducción: Pieza de Fredrik Raddum.
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