BALTAZAR PORRAS
Luis Barragán
Hicimos de la
década, escenario de una intensa y persistente militancia juvenil que abonaba a
la vieja tradición de luchas, por cierto, característicamente venezolana.
Escuela ahora olvidada de un quehacer político que asombraría a las nuevas
generaciones, estuvimos decididamente inconformes con las postrimerías de un
siglo que esperábamos reivindicar con una ilusa prontitud.
De boba tildó
un prestigioso psiquiatra de entonces, o
la periodista que lo abordó, a las recientes
promociones en el inicio de un inadvertido y extraordinario naufragio del modelo
rentista, acotemos, desplegada la mentalidad ta´baratista por todos los rincones sociales en el decenio que
lentamente incubó la llamada antipolítica.
A juzgar por la izquierda presupuestaria que todavía pretende confiscar
la presente centuria, sus aparentes bobedades resultaron a la larga muy caras y
nefastas para el país.
Mucho nos
había estremecido el documento de Puebla, surgido de la III Conferencia del Episcopado
Latinoamericano, extendidos un poco más en los círculos de estudios a los que
luego le dio dirección el siempre bien recordado padre Juan Cardón, en los
predios de Montalbán. Y, particularmente, nos atrajo un título publicado en
1980, por Trípode, bajo la autoría de Baltazar Porras y Mario Moronta, como
“Puebla: opción fundamental de la Iglesia”, motivo de una profunda inspiración
y confianza.
Naturalmente,
ya son otros los puentes para el testimonio y la reflexión conmovidos por los
raudales que fluyen por debajo, incesantemente, desde varias décadas para
reafirmar aquellos valores y principios que nos ha permitido sobrevivir a los
indóciles remolinos y corrientes de profundidad. Inevitable que le
correspondiera a los autores en cuestión, afrontar las dos últimas décadas y
media, bajo un régimen político de consabidas características, asumiendo
elevadas responsabilidades eclesiásticas de acertado desempeño al evaluarlas de
acuerdo a las proposiciones pastorales formuladas desde muy antes en el modesto
libro.
Uno de los
prelados, Moronta, lució con mayor simpatía, comprensión y aquiescencia hacia
el régimen, sobre en todo en la etapa del antecesor,
pero la cruel realidad lo ha hecho cada vez más expresivamente crítico y firme,
como ocurrió recientemente en un acto presenciado por el gobernador tachirense.
El otro, Porras, ha sido hábil, comedido al mismo tiempo que resuelto, en medio
de las feroces tempestades y aspavientos de un gobierno que ha experimentado
distintas transiciones hacia sí mismo, franca e históricamente agotado.
Luego, deseamos
especialmente referirnos al cardenal Porras, quien ha dejado semanas atrás el
arzobispado de Caracas, por razones de edad, aunque la ciudad-vitrina lo ha
puesto definitivamente en el corazón de todos los venezolanos por su talante y
esfuerzos. Nuestro reconocimiento y
modesto tributo a Baltazar con quien no tenemos vínculo alguno de amistad, pero
nos permitimos tratarlo con la familiaridad de aquellos feligreses que lo
conocieron junto a Mario por los años ochenta, a través de un ensayo que tanto
elevó la razón, el sentido y el entusiasmo de una generación que le ha
correspondido ahora adversar a sus contemporáneos en el poder.
03/09/2024:
https://www.elnacional.com/opinion/baltazar-porras/
Fotografía y collage: LB, empleada una gráfica de Manuel Sardá publicada en El Ucabista (https://elucabista.com/2018/12/04/no-abandonemos-la-esperanza-cardenal-baltazar-porras-pide-vencer-resignacion/).
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