LA TENTACIÓN DE LOS PROGROMOS
Luis Barragán
De acuerdo con
el Diccionario de la Real Academia, la diáspora refiere a la dispersión de los grupos humanos que dejan su lugar de origen, precisando el éxodo como la emigración
de un pueblo o de una muchedumbre de personas. Por supuesto, ambas expresiones
tienen extraordinaria connotaciones históricas de las que los venezolanos
culturalmente tenemos noticia al equipararlas, aunque – por una parte –
podríamos aludir al éxodo de los israelitas
que escaparon del Egipto esclavizador liderados por Moisés, hacia la tierra
prometida (Canaán); y – por otra – a la diáspora como aquella que comenzó con
la destrucción del primer templo por los babilonios, intensificada con la
destrucción del segundo templo dispersando a los judíos hacia Babilonia y,
luego, por todo el imperio romano, conociendo de grandes oleadas hasta un siglo
XX de expulsiones, progromos y exterminios.
La masiva y
continua migración interna y externa de los venezolanos en esta centuria, desde
un primer instante, la creímos provisoria y, además, absolutamente comprendida
por el mundo entero, convertido el término “diáspora” en un eufemismo para
señalar un fenómeno de desplazamiento y búsqueda de refugio de grandes y muy
arriesgados contingentes humanos. Es demasiado evidente que ha afectado a otros
países, comenzando por el colapso de los servicios públicos de los vecinos,
trastocado en un grave problema político aún siendo bien intencionados los
países receptores que saben muy bien de sus causas.
Todavía peor, el
asunto está pendiente de una mejor y más eficaz acción de los organismos
internacionales y de los distintos gobiernos que intentan una eficaz política
de migración al tratarse de democracias liberales, satisfactorias para todos, en
contraste con las tiranías que, simplemente, las rechazan y, en todo caso, no
resultan atractivas por las peores condiciones de vida y el militante sojuzgamiento
de sus súbditos.
Semanas atrás,
Hermann Alvino, por ejemplo, nos alertaba en relación a las características de
la diáspora judía o siria en comparación con la venezolana, porque ésta no
tiene un elemento común y extraordinariamente condensador, profundo e
identitario, como la religión. En este lado del mundo, somos predominantemente
católicos, mas no practicantes y, faltando un detalle, víctimas de un discurso
del poder sistemáticamente sincretizador.
La idea no
está en generar una identidad artificial, sino en redescubrir la más genuina
que sirva de soporte a una venezolanidad ahora estigmatizada, por los xenófobos
de oficio y de circunstancias. Hay fundadas razones para ello, apuntando a una
universalidad que sigue inédita entre nosotros estúpidamente confundida con la
ya antigua y sobrancera mentalidad ta´baratista.
Culminando la Semana
Mayor, valga la presunción, la ya conocida por nosotros Unión Americana de
Libertades Civiles (ACLU) ha solicitado a la Suprema Corte estadounidense que
bloqueé la deportación de otros venezolanos tildados de pandilleros en varias
entidades federales, en cumplimiento del debido proceso y el derecho a la
defensa, según la escueta nota publicada por The Washington Post del 19 de los
corrientes, al igual que el texto de Colbert I. King, referido específicamente
a Kilmar Abrego García, deportado por error a El Salvador, en el contexto de una situación que recuerda que el gobierno
federal ha de velar por el fiel cumplimiento de las decisiones judiciales. Otra
fuente, BBC News Mundo, dice que la máxima instancia tribunalicia del norte,
decidió la suspensión del sistema de protección temporal (TPS) que afecta
aproximadamente a 350 mil venezolanos.
Una nota diferente,
suscrita por Borjas Méndez para La Razón de igual fecha, revela la sorpresa de
las autoridades españolas de Mellila por la llegada de decenas de venezolanos
en solicitud de asilo político ya que los trámites tienen fama de ser más expeditos ahí,
algo advertido meses atrás por los especialistas de fronteras. En el país
ibérico hay una lista oficial de solicitudes encabezada por Venezuela con 15
mil de un total 26.409 peticiones realizadas este año, seguida por 3.796 de
Colombia, 1.742 de Mali, 993 de Perú y 778 de Senegal.
Es de suponer,
al menos, que hay una sensación del sureño o sudaca invasivo que pudiera despertar y
despierta severos problemas, lo cual fuerza a una mayor prudencia y autodisciplina
de nuestras comunidades, pues, si bien es cierto que es una materia de derechos
humanos en una España que no se salvó de sus inmensas migraciones extranjeras en la historia que tanto la accidentó,
recibiendo acogida entre nosotros, no menos cierto es que un burdo y mal
intencionado nacionalismo tienta a los sectores extremistas de izquierda y de
derecha para acabar con los frutos de una transición exitosa y admirada,
resumida en la Constitución de 1978.
Otra vez, está
planteada la conformación de una comisión opositora de seguimiento a la concreta
y emblemática realidad al norte del continente que auspicie o avale el esfuerzo
organizado de nuestras comunidades de paisanos para superar tantas amenazas y
peligros. Y, por lo pronto, iniciar una campaña de sensibilización, ya que una limpia solidaridad de los venezolanos obliga
a prever la tentación de los progromos en aquellos países que luchan también
por sostener la democracia y la libertad.
Quiérase o no,
hay una inevitable dimensión y un irremediable tratamiento político que darle
al éxodo venezolano. Lo irónico es que negarlo y no darlo, es una fórmula
política, la que está en práctica, agravando el problema.
Referencia: Texto de Colbert I. King, The Washignton Post del 19/04/25.
Gráfica: Claudio Tozzi, "Migração", tomado de "(Claudio Tozzi) Artista Incansável", Veja São Paulo, 28/03/25.
20/04/2025:
https://www.lapatilla.com/2025/04/20/luis-barragan-la-tentacion-de-los-progromos/


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