domingo, 30 de noviembre de 2025

Caza de citas

“Cuando se te ofrece la carta de la atención, se hace con la exigencia de posicionarte en uno de los bandos. O te conviertes en la asilvestrada insolente, la favorita de las redes, derrochando un desparpajo estoico para que la ofensa del resto no te afecte, o te exhibes como la adoctrinada ideal, la que borra cualquier rastro de sus orígenes y se erige como imagen prístina de su proyecto integrador. El espacio intermedio, mucho más interesante, rico, plural, trans, no interesa porque no se entiende. O te exotizas o te asimilas”

Noelia Ramírez

(“Nadie me esperaba aquí. Apuntes sobre el desclasamiento”, Anagrama, Barcelona, 2025: 48)

Iustración: Alex Colville. 

Noticiero retrospectivo

- Telmo Almada. “Andante con moto: Otra revolución industrial”. Economía Hoy, Caracas, 17/12/1992.

- Pablo Montilla. “La noche en que brillaron los machetes: El asalto a Curazao o la primera ruptura con los caudillos” (1929). El Nacional, Caracas, 08/06/68.

- Ida Gramcko. “Conciencia y libertad” El Nacional, 6/08/79.

- Federico Alvares. “La falla olvidada de la democracia” (Presos políticos). El Diario de Caracas, 04/01/83.

Carlos Rodríguez Ganteaume. "Presidentes viajeros" (Venezuela). Momento, nr. 340 del 20/01/63.

Reproducción: Rodolfo José Cárdenas en los años sesenta del veinte. Fuente indeterminada. 

Apenas, 60 años atrás

ROBERT F. KENNEDY, HOY, EN CARACAS

Luis Barragán

Pocos saben quién fue el senador estadounidense asesinado en 1968, cuando bregaba por la candidatura presidencial de los demócratas, aunque es el padre del actual y polémico secretario de Salud de Donald Trump del que conocen un poco más. Algunos lo dirán hermano del único de la familia que ha ejercido la presidencia en el norte, mientras que, otros, como si resolviesen por completo uno de los problemarios de Navarro del viejo bachillerato, deducirán que tratamos del mismísimo tío del ministro.

En todo caso, tendemos a despotricar de cualquier reminiscencia que actualice a los oficialistas, opositores, correvéydiles y relacionados de los tiempos que corren, quienes juran que la política arrancó con el socialismo de la presente centuria. Por consiguiente, con el libro de Copi en mano, la conclusión dizque lógica es que no cabe ninguna comparación entre los líderes consumados y los prospectos de ayer, con los de hoy inequívocamente integrantes de la era de la IA, todos galácticos e insuperables en sus gracias y en sus morisquetas: no faltaba más, antipartidos.

El senador en cuestión, demócrata por Massachusetts, RobertF. Kennedy, arribó a Caracas el 30 de noviembre de 1965 para cumplir con una  apretadísima agenda de trabajo que incluyó una reunión con el presidente Leoni, otras con líderes sindicales y dirigentes políticos, y, en horas de la noche, un foro televisado con la dirigencia representativa de la juventud venezolana, bajo la moderación de Óscar Yánes, antes de dar un breve paseo por el este de la ciudad. A tempranas horas del primero de diciembre,  previo al abordaje del avión que lo llevó a casa, visitó varias barriadas populares (Los Frailes, Gato Negro, Cútira, Los Taladros, Continente, Kennedy), pues, la gira planeada para cuatro días la redujo a 24 horas en el contexto de los disturbios callejeros promovidos por los sectores de la insurrección armada que, faltando poco, no permitirían ni permitieron que visitara la sede de la Universidad Central de Venezuela, cuya autonomía e inviolabilidad del recinto los protegía descaradamente.

Por cierto, contexto característico al pasar por Brasil, Chile, Perú y Argentina, en tiempos de la Guerra Fría ahora desconocida, añadida la crisis de cohetes en Cuba que no fue precisamente una zoquetada. América Latina tenía una importancia ahora perdida, respecto a los líderes estadounidenses que comprometía severamente porque contábamos en este lado del mundo con interlocutores de semejante estatura. Este solo detalle nos lleva a considerar que el liderazgo político no se improvisa, no nace de una caja de detergente, ni le incumbe a todo aquél que se siente predestinado no se sabe a qué cosa.

Robert F. Kennedy se enfrenta a un panel libérrimo compuesto por Narciso Romero (estudiante de economía), Douglas Dáger (bellas artes), Adelis Romero (derecho), Rodolfo Porro Aletti (derecho),  Carlos Torre Bracho, pero fueron las intervenciones de Abdón Vivas Terán (economía) y Joaquín Marta Sosa (derecho), las que sacudieron a la opinión pública. Apenas un mes antes, Vivas Terán y Marta Sosa fueron también protagonistas principales de la convención juvenil de los demócrata-cristianos, cuyos planteamientos políticos e ideológicos fueron – por entonces – audaces y demostrativos de que, rondando un poco más de la veintena de edad, se era capaz de pensar al mismo tiempo que actuar en el mundo estudiantil para confrontar a los marxistas-leninistas de aquélla etapa y combatir simultáneamente a favor de un nuevo orden social.

Las intervenciones de Vivas Terán y Marta Sosa, escandalizaron a la opinión pública al tratar temas tabúes como la nacionalización petrolera, la propiedad privada, entre otros (puede verse: https://apuntaje.blogspot.com/2025/11/escandalo-en-caracas.html). El senador visitante cumplió con un inesperado papel, pues, quien tuvo el coraje de venir y polemizar libre y abiertamente a través de la televisión con los muchachos, protocolizó la existencia de una juventud alternativa, pensante y actuante, frente a una sociedad que la vio organizar y realizar una histórica convención apenas un mes antes.

Reparemos en otras circunstancias: por ejemplo, la de un país muy antes visitado frecuentemente por líderes políticos, artistas populares y académicos, deportistas connotados, etc., de otros países. Además, había medios para cubrirlos impresa, radial y televisivamente, con reporteros capaces de abordarlos espontáneamente, sin cortapisas.

30/11/2025:

https://lapatilla.com/2025/11/30/luis-barragan-robert-f-kennedy-hoy-en-caracas/

sábado, 29 de noviembre de 2025

Atención plena

EL ARTE DE ATENDER Y EL PENSAMIENTO ERRÁTICO

(San Mateo, 24: 37-44)

Enrique Martínez Lozano

En dos pequeñas parábolas, el texto del evangelio insiste en la actitud de la vigilancia.

En la primera de ellas, parece advertirse una intencionalidad clara: el mayor enemigo de la vigilancia es la inconsciencia, revestida de rutina y apego a lo acostumbrado ("comer, beber, casarse").

En la segunda, la insistencia se sitúa en la importancia de "estar en vela", porque lo que se halla en juego es nada menos que la seguridad de la "casa", es decir, la consistencia de la propia persona.

Tanto en los sueños, como en los cuentos y en las parábolas, la casa es un símbolo arquetípico de la persona. Desde esta perspectiva, el mensaje de Jesús es una llamada a tomar conciencia de quienes somos, favoreciendo la actitud que nos permite "construirnos" –la vigilancia- y estando atentos a aquella otra que nos "rompe" o arruina –la inconsciencia-.

Podemos comprender mejor a lo que apuntan ambas actitudes si las relacionamos con la atención, entendida como la capacidad de vivir en el momento presente.

La inconsciencia es el estado habitual de quien se halla identificado con sus pensamientos, sentimientos, emociones o reacciones. En esa identificación consiste lo que llamamos ego: la creencia de que somos esos contenidos mentales y emocionales, en la ignorancia más completa de nuestra verdadera identidad.

El pensamiento ha sustituido a la conciencia y el automatismo a la comprensión.

La vigilancia, por el contrario, se refiere a la capacidad de no perdernos en la maraña de los pensamientos ni caer en la trampa de identificarnos con ellos. Requiere, por tanto, la actitud de observar todo lo que pasa por nuestra mente, tomando distancia de ello.

Gracias a esa distancia y observación, venimos a descubrir que en nosotros hay pensamientos, sentimientos, emociones, reacciones..., pero que no somos eso.

Como escribe Eckhart Tolle, cuando me hago consciente de...

"que lo que yo percibo, experimento, pienso o siento no es en definitiva lo que yo soy, y que no puedo encontrarme a mí mismo en todas esas cosas que pasan continuamente...,

cuando me conozco como tal

[como la Conciencia, en la que van y vienen las percepciones, experiencias, sentimientos y pensamientos]

lo que ocurra en mi vida ya no tendrá una importancia absoluta, sino sólo relativa"

(E. TOLLE, Todos los seres vivos somos uno, Debolsillo, Barcelona 2009, p. 137).

Sin distancia, nos vemos confundidos y perdidos en nuestros pensamientos: son ellos, con sus vaivenes, los que guían nuestra vida y los que dictan nuestra felicidad o infelicidad; somos marionetas en sus manos.

No sólo eso. Sin distancia de ellos, vivimos convencidos de que somos el "yo" que nuestra mente piensa que somos; es decir, quedamos reducidos y constreñidos a una identidad puramente mental.

Cuando ponemos atención, no sólo quitamos importancia a todos nuestros contenidos mentales –sean los que sean, no son más que "objetos" en nuestra conciencia; un conjunto de pautas o patrones condicionados por nuestra historia psicológica, que se nos repiten una y otra vez-, sino que empezamos a percibir que somos más que ellos.

No somos los pensamientos, sino la Conciencia que está detrás y que es consciente de ellos. Porque no somos nunca lo observado, sino "Eso" que observa.

Así leídas, esas dos pequeñas parábolas encierran una profunda sabiduría. Todo se juega en la atención.

El maestro G. Gurdieff decía:

"La atención es la moneda más valiosa que tengo para pagar la libertad interior".

Y tenía razón: donde pongamos la atención, estará nuestra vida (o nuestra falta de vida). La manera en que enfocamos nuestra atención es fuente de equilibrio o de desequilibrio, ya que nuestras emociones serán radicalmente diferentes.

Dicho de un modo más tajante: la serenidad no viene de vivir en unas supuestas circunstancias "ideales", sino de la capacidad de mantener centrada la atención, aun en medio de la dificultad, en aquello que es lo más constructivo.

En ese sentido, puede afirmarse que el cuidado de la atención es el precio de nuestra libertad; no se puede ser libre, si no se es dueño de la propia atención.

Planteado desde el ángulo inverso, significa reconocer que una mente vagabunda es fuente de esclavitud y de sufrimiento, que nos mantiene a merced de sus vaivenes sin sentido: es la "inconsciencia" de que habla la primera parábola.

Los maestros espirituales han insistido siempre en la importancia decisiva de ser dueños de la propia mente, es decir, de mantener una atención constante y, así, trascender el pensamiento gracias a la práctica perseverante de la meditación.

Eso es, exactamente, meditar: aquietar los movimientos mentales, gracias a la atención a aquello que está aconteciendo aquí y ahora; de ese modo, la práctica meditativa se convierte en una forma de vida, en una forma de ser, caracterizada por vivir habitualmente en el momento presente, del que surge la percepción de nuestra identidad más honda (transpersonal), que trasciende el yo mental o psicológico.

Lo más novedoso, sin embargo, es que ahora no son sólo los maestros espirituales, sino los profesionales de la salud mental –médicos, psiquiatras y psicólogos- los que están descubriendo la potencialidad de la meditación, de cara a garantizar una buena salud psicológica, previniendo el estrés, la ansiedad, la depresión y, en general, todos aquellos trastornos relacionados con un funcionamiento exageradamente cerebral.

¿Por qué es tan eficaz la atención? Si tenemos en cuenta que "atención plena" es exactamente lo opuesto a "divagación mental", en la que nos vemos tan frecuentemente perdidos, traídos y llevados, arrastrados en definitiva por una "mente de mono" vagabunda y errática, podremos empezar ya a intuir sus beneficios.

A falta de esa atención, no somos en absoluto dueños de nuestra persona; ni siquiera usamos nuestra mente para pensar. Lo que ocurre realmente es que, más que pensar, "somos pensados", a veces de una manera tan compulsiva e incontrolable como agudamente dolorosa.

La mente nos tiraniza en la misma medida en que "va por libre", es decir, siempre que no es observada. De esa mente no observada es de donde surge todo sufrimiento emocional, incluidos los funcionamientos psicológicos y mecanismos mentales autodestructivos. Basta reconocer que los pensamientos perturbadores no pueden existir si no se les presta atención, es decir, si no se alimentan desde la propia mente.

La atención sanadora empieza, pues, con la observación de la propia mente. Observarla significa que hemos empezado a poner nuestra atención en ella y que, en esa misma medida, hemos tomado distancia de su cháchara interminable.

"Atención" y "pensamiento no observado" se excluyen mutuamente. Por eso, basta atender a la mente –sin dejarse involucrar en ella-, para que el pensamiento se detenga. Ahora bien, como decía antes, para que sea tal observación, es preciso mantener en todo momento la distancia con respecto a cualquier contenido mental que pueda aparecer.

Porque no se trata de querer modificarlos o eliminarlos, sino simplemente hacerse consciente de ellos. Si no se pierde la distancia, pronto caeremos en la cuenta de dos fenómenos igualmente importantes:

     1) los pensamientos van ralentizándose, hasta silenciarse por completo;

   2) emerge una percepción distinta y nueva de nuestra propia identidad: de pronto, constatamos, con una sensación de gran libertad interior, que no somos nuestra mente, sino "Eso" que la observa; no somos el pensamiento, sino la Conciencia en la que aparecen; no somos el "yo mental", sino la Presencia atemporal e ilimitada, el "Yo Soy" universal, que compartimos con todo lo que es.

De la misma manera que observamos nuestra mente y, así, llegamos a reconocer su carácter de "objeto" –como un "órgano" más- dentro de lo que somos, podemos dirigir nuestra atención directamente hacia el "yo" que creíamos ser.

Al observar cualquiera de nuestros yoes –el yo sólo existe acompañado de un adjetivo: yo asustado, airado, triste, preocupado, juzgador, violento...-, nos veremos sorprendidos por el mismo descubrimiento: ese yo al que podemos observar no constituye nuestra verdadera identidad; es sólo el actor de una película que habíamos confundido con la realidad.

Por tanto, en la medida en que nos liberemos de la mente no observada, estaremos liberándonos del ego.

De un modo y otro, gracias a la observación-atención, empezamos a entrar por el camino de la calma y la serenidad, la ecuanimidad y el gozo, la maestría en ser dueños de nuestra vida y la libertad interior, la conciencia de quienes realmente somos y la plenitud...

La conclusión no puede quedar más patente: la clave radica en ganar el dominio de nuestra atención, manteniéndonos presentes en el aquí y ahora, poniendo los medios que, gracias a una práctica perseverante, nos vayan haciendo diestros en ese arte, en el que nos jugamos nada menos que la calidad de nuestra vida y el encuentro con nuestra verdadera identidad.

Es claro, por lo demás, que la atención únicamente puede vivirse en el momento presente. Cualquier escape al pasado o proyección al futuro no es sino una claudicación a la mente errática.

Eso no significa que no se pueda programar el futuro; significa, más bien, que la programación no requiere huir del presente. Estando conscientemente aquí y ahora, atendiendo a lo que ocurre, logramos salir de la maraña del pensamiento que nos aturde, del parloteo mental interminable y agotador, y vivimos en la atención que descansa: quitamos pensamiento inútil y ponemos conciencia en nuestra vida; dejamos de percibirnos como un "yo" a merced de la mente y nos experimentamos como Conciencia ecuánime, la Presencia que –más allá de todo parloteo mental- sencillamente es. Eso es el "despertar espiritual".

*****

Anexo:

Según estudios neurológicos, mente errática es sinónimo de infelicidad.

Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, dos especialistas del equipo de neurología de la Universidad de Harvard, han publicado, en la prestigiosa revista Science, las conclusiones de un estudio, que confirma, punto por punto, lo que los sabios nos han dicho siempre: el precio que pagamos por divagar es nada menos que la propia felicidad.

Según una reseña de este estudio, publicada en el diario El Mundo, el pasado día 11 de noviembre, Killingsworth y Gilbert afirman que "el cerebro es una especie de 'super ordenador', de funcionamiento complejo, del cual conocemos sólo una pequeña parte. Sabemos que tiene actividad consciente e inconsciente, ambas de igual importancia ya que permiten realizar acciones complejas a la vez y de forma fluida; y que es capaz de pensar en el menú de la cena mientras atendemos una llamada de trabajo, todo un logro evolutivo".

Esta capacidad de divagación "parece ser el modo operativo por defecto del cerebro". Pero 'abusamos' de este recurso. Killingsworth y Gilbert se preguntaron si centrarse en el 'ahora mismo' y dejar a un lado el pasado y el futuro es bueno para la salud emocional.

En su estudio, analizaron los datos obtenidas a partir de 2.250 adultos representativos de las principales actividades laborales del mercado. Pero, fuera lo que fuera lo que hacía cada uno de ellos, sus mentes se dedicaban a divagar una media del 46,9% de las horas de vigilia.

Así que, "nuestra vida mental está dominada en un grado destacable por el no-presente". Cuando menos nos invaden estos pensamientos es durante la actividad sexual, el trabajo o en una conversación.

En los instantes en los que los participantes se ceñían a lo que estaban haciendo, es cuando eran más felices. Este fenómeno era cierto incluso cuando la actividad realizada no fuera especialmente entretenida e independientemente de si los pensamientos versaban sobre temas placenteros, neutros o negativos, aunque estos últimos eran los de peores consecuencias.

La conclusión a la que llegaron fue la siguiente: Divagar, 'per se', es una fuente de infelicidad. Y "el pensamiento errático es una excelente forma de predecir la infelicidad de la gente".

Fuente:

https://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/1551-el-arte-de-atender-y-el-pensamiento-err%C3%A1tico.html

Ilustración: Autor no identificado.

Gráficas: LB, Iglesia de la Coromoto (CCS, 30/11/25).

León XIV en Turkia: https://www.youtube.com/watch?v=uE7__I224VY


Cardenal Porras: https://www.youtube.com/watch?v=tazAOdF280M




martes, 25 de noviembre de 2025

Mezcla sentimental

¡HUMORISTAS DEL MUNDO, UNIOS!

Luis Barragán

¿La lectura de Hermann Hesse,con bastante de Les Luthiers y de Serrat, muy mezclados, puede retratar la remota etapa de juventud? Probablemente, aunque jamás hemos alcanzado siquiera un nivel modesto de humor corrosivo, con una mirada preocupada y poética a la vez, a objeto de redondear la más inadvertida de nuestras aficiones.

Jamás sospechamos de aquella remota ocasión en la que Renny Ottolina los presentó con sus raros instrumentos y humores, un mediodía de la semana laboral, cuando regresábamos de clases, a mediados de los años setenta del veinte.  Oímos y grabamos uno de sus discos en sendos cassettes, después los vimos en el Teatro Municipal de Caracas: era posible comprender el mundo entre Johan Sebastian Mastropiero y Warren Sánchez, tensado el arco para saber que un sargento o cabo segundo ocuparía la cartera de Educación en el gabinete de fuerza.

No hubo gira de despedida en Venezuela de lo que quedaba del grupo, por 2023, y, amurallado por el idioma, el público de países de diferente lengua, todavía no se imaginan de lo que se han perdido y quizá la IA ayude al tardío descubrimiento de la talentosa e inclasificable banda algo más que sonora. Completando el fenómeno que representan, a los mejor los nietos y biznietos de los fundadores e integrantes de Les Luthiers, sepan de un rentabilísimo doblaje que haga industria del grupo.

De muy escasa bibliografía, tenemos pendiente la búsqueda de un acertado ensayo en torno al surgimiento y trayectoria de los humoristas. Sobre todo, en la nación que produjo el peronismo antes que a Perón, a Borges y Cortázar, a Sosa Stereo y Fito, a Favio y Pastorutti, a Galtieri y Maradona. Ojalá transnacionalicen a los luthiersanos para conmover al mundo en menos de ochenta días, comenzando por los propios sureños.

Dispensen por el temor: antes de que caiga Occidente, debemos reivindicar a Les Luthiers. Quizá sus humores y secuelas salven esta civilización, o, convengamos, lo que dicen que queda de ella.

30/11/2025:

https://guayoyoenletras.net/2025/11/30/humoristas-del-mundo-unios/

Irremediable tablero

BREVÍSIMA CRÍTICA DE LA RAZÓN PANFLETARIA

Luis Barragán

Inevitable, el estilo y la política desembocan en una razón panfletaria, por siempre urgido el respaldo decisivo de las masas en medio del desconcierto. No pudo ser otra la consecuencia de la interesada invocación que no, planteamiento, socialista apenas despuntando el presente siglo: está asociado a un crónico estado de zozobra aún en el curso de la mayor bonanza petrolera o dineraria de toda nuestra existencia republicana.

Consustancial al sistema político que nos hemos dado, aceptado o resistido, esa razón ejerce una poderosa y hasta involuntaria influencia en los cuadros inequívocos de oposición que gustan de las más trilladas consignas, gozan de una exagerada tonalidad emotiva, el pretendido análisis se convierte en la enfermiza hazaña del maniqueísmo, desarrollando un gusto por el amarillismo, el insulto, la destemplanza. La deliberada degradación del debate público, no es ni será soporte alguno para la reconstrucción polivalente del país y bien podemos constatar, sobre todo en el lenguaje escrito cotidiano, portador de la opinión dizque de los sectores más críticos, la más burda y reiterativa imitación de los estándares oficialistas; por cierto, sin extendernos en relación a los diarios de debates municipales y parlamentarios de esta centuria.

La actuación política remite a una dramatización reiterada de nuestros problemas, añadidos los particularmente muy nuestros, en la búsqueda afanosa de la unanimidad sentimental con fines exclusivamente movilizadores, por lo que la persistente promesa de un desenlace preferiblemente heroico constituye una obsesión de la actuación política. Por supuesto, mayores son los recursos simbólicos empleados por el Estado, directamente proporcional a su debilidad institucional, tendiendo la oposición a imitarlo paradójicamente fuera del poder.

Categoría de usos múltiples, la antipolítica se sincera en el abierto antipartidismo que suele colarse en esa práctica panfletaria con disfraz de diligente sociedad civil con algunas individualidades y expresiones organizadas que juran sustituir a los partidos. Varias veces señalado, fuerzan en todo lo posible un protagonismo que les ahorra los costos inherentes a la institucionalidad partidísta, o refuerzan la tendencia a hacer de la política toda una producción a lo Joaquín Riviera con una narrativa totalmente emocional antes que analítica, una simbología épica o apocalíptica del hartazgo, y una destreza meramente coreográfica.

Un modo de interpretar la realidad que no comprende, sino ataca virulentamente, termina por tragarse al cínico, demagogo y polarizador que entiende la política, lo político y los políticos como manifestación del espectáculo en línea, sus gestos verbales y escritos neciamente reiterativos y quejumbrosos, encarnando una razón panfletaria, a veces, doblada en una asombrosa cortesanía. ¿Para qué el diagnóstico, las propuestas, o los escenarios probables?, ¿por qué de la tediosa tarea de concebir una estrategia en el inmenso tablero que lo explican las tácticas y vicisitudes que se agotan en sí mismas?, ¿cabe en la era tecnotrónica la política como una experiencia profesional?

Hay tradición panfletaria en Venezuela, la orientada a informar, motivar y amalgamar a las masas en momentos excepcionales, recortando el ventajismo de los adversarios, pero – igualmente – una distancia entre las octavillas que imprimió Francisco de Miranda en el “Leander”, distribuidas al desembarcar en Coro por 1806, y los excesos de Antonio Leocadio Guzmán décadas más tarde, convertidos en doctrina por Lenin en otro siglo y en otras latitudes. Más de las veces, esperamos del dirigente político o de sus imitadores, una explicación de lo que acaece, acaeció y debe acaecer, en lugar de la agitación y denigración como estilo, (anti)política y modo de razonar.

Ineludible el enorme tablero, es, fue y será necesario estrategizarlo. Que sepamos, el ajedrez no requiere del lanzamiento de dados.

Ilustraciones: ¿MCE? y Houman Al Sayed.

25/11/2025:

https://www.elnacional.com/2025/11/brevisima-critica-de-la-razon-panfletaria/

lunes, 24 de noviembre de 2025

Dos perspectivas

EL GOLPE DE ESTADO CONTRA EL PRESIDENTE RÓMULO GALLEGOS

Gehard Cartay Ramírez

El presidente Rómulo Gallegos fue derrocado el 24 de noviembre de 1948, hace ya 77 años, sin que se disparara un sólo tiro y sin que se quebrara un vidrio, casi.

Aunque parezca una exageración, esta afirmación se desprende de los testimonios de algunos actores del suceso, entre ellos, Domingo Alberto Rangel, entonces dirigente de Acción Democrática: “No hubiera sido más difícil una parada militar”, escribió en su libro "La Revolución de las fantasías", Caracas, 1988, p. 9).

De igual manera, el derrocamiento del ilustre escritor no sorprendió absolutamente a nadie. Se sabía que el golpe militar sobrevendría en cualquier momento, luego de varios meses de intensas negociaciones entre la dirigencia adeca y los jerarcas castrenses, sin que se pudiera llegar a acuerdo alguno. Sencillamente, el 24 de noviembre “se había trancado el serrucho”.

Lo irónico de todo este proceso es que aquel golpe de Estado sepultó, sin resistencia alguna, a un gobierno elegido popularmente apenas once meses antes con un impresionante 74.3 por ciento de los sufragios. Sin embargo, cuando derrocan a Gallegos, nadie salió a la calle a defender su gobierno. Aquella gestión no tuvo dolientes de ningún tipo y la cobardía de quienes debieron serlos, facilitó el desarrollo de los acontecimientos.

Un golpe de Estado institucional

¿Qué había pasado realmente? ¿Cómo se pudo llegar a este desenlace si los militares ya habían planteado reiteradas veces sus puntos de vista, tal vez tratando de evitar el golpe?

Porque una cosa resulta cierta a estas alturas del tiempo: los militares negociaron hasta donde les fue posible para impedir la asonada, al igual que ante el derrocamiento anterior del presidente Isaías Medina Angarita. Puede pensarse, desde luego, que dado el carácter no deliberante de las Fuerzas Armadas les estaba vedado cualquier intento de discusión con el poder civil. Sin embargo, el hecho de formar -hasta ese momento- una alianza política con AD, nacida el 18 de octubre de 1945, legitimaba, por así decirlo, cualquier discusión abierta y franca con sus socios civiles.

Todas las fuentes documentales consultadas comprueban que desde tiempo atrás, incluso antes de ganar Gallegos las elecciones del 14 de diciembre de 1947, ya se había iniciado una permanente discusión entre el liderazgo adeco y los altos oficiales militares, incluyendo la inconveniencia de la candidatura presidencial del novelista, planteada abiertamente por el ministro Carlos Delgado Chalbaud al propio Rómulo Betancourt, Presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno.

En su libro De Carabobo a Puntofijo, (Editorial Libros Marcados, Caracas, 2013, p. 102) el ex presidente Rafael Caldera escribió:

“Rómulo Betancourt me contó que una vez Delgado Chalbaud le había manifestado el deseo de hablar con él (esto, antes de las elecciones presidenciales). Concertada la entrevista, le expresó que la candidatura de Gallegos era un error, porque Gallegos, eminente intelectual y ciudadano de excelencia, no tenía las condiciones políticas para manejar el Estado, y su Presidencia podía terminar en un golpe, del cual ‘todos vamos a ser responsables´. Le propuso Delgado derogar el decreto que prohibía a los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno ser candidatos a la Presidencia de la República en las próximas elecciones. Le dijo: ‘Haga un viaje al Exterior y deje encargado a Mario Vargas, a quien le tiene más confianza que a mí. Nosotros derogaremos el decreto y Usted se puede lanzar como candidato a la Presidencia de la República’. Betancourt le respondió: ‘Tu tienes razón en cuanto que Gallegos no es en realidad un político; pero esa decisión es irrevocable’”.

En realidad, y probablemente antes del golpe de 1945, los jóvenes oficiales estaban dispuestos a actuar como movimiento político y a influir, por tanto, sobre los acontecimientos. En un primer momento permitieron que Betancourt y la cúpula de AD tomaran la iniciativa, entregándoles, de entrada, la presidencia y la mayoría de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Pero a medida que avanzaba el tiempo su estrategia era necesariamente la de ocupar cada vez mayores espacios. La equivocación de sus socios civiles fue pretender que los mantendrían dentro de los cuarteles mientras afuera estos desarrollaban una gestión de gobierno con claras tendencias hegemónicas y caracterizada, a su vez, por el sectarismo y la exclusión de los demás sectores.

No hay que olvidar, sin embargo, que las Fuerzas Armadas se sentían ya con derecho a intervenir como institución, aún cuando en su seno se movían dos tendencias, una institucionalista, intelectualmente superior, liderada por Delgado Chalbaud, y otra exclusivamente militarista, encabezada por Pérez Jiménez, quien estaba fuertemente influenciado por las experiencias de los generales Odría de Perú, y Perón de Argentina. Esta priorizaba la conformación de una especie de logia militar que se preparaba pacientemente desde años atrás para tomar el gobierno, mientras que aquélla creía necesario aún el mantenimiento del pacto con los civiles representados por AD. Pero ambas estaban de acuerdo en presionar al Presidente Gallegos, aunque tal vez con propósitos diferentes.

Delgado Chalbaud resistió durante algún tiempo las pretensiones del ala militarista. Confiaba en que Gallegos finalmente flexibilizaría sus rígidas posiciones frente a los planteamientos de las Fuerzas Armadas y facilitaría la continuación del pacto que dió lugar al golpe de Estado de 1945. Nada de esto fue posible y la estrategia del entonces Ministro de la Defensa se estrelló contra la intransigencia del Presidente de la República en la defensa de sus atribuciones constitucionales.

En cierto modo estos hechos contribuyeron a unificar a las dos corrientes existentes entre los jóvenes oficiales, al frente de las cuales se coloca Delgado Chalbaud -con el apoyo de Pérez Jiménez-, sin descartar todavía un último intento de negociaciones con Gallegos. Fue cuando se le presentó al presidente el famoso ultimátum de cuatro puntos (salida del país de Rómulo Betancourt; prohibición del regreso del comandante Mario R. Vargas; remoción del comandante de la Guarnición de Maracay y desvinculación con AD), rechazado firmemente por este. Inmediatamente se produce el golpe del 24 de noviembre de 1948.

Una última acotación sobre la cuestión militar de estos años: hay quienes sostienen que el golpe contra Gallegos fue un golpe institucional, es decir, producido por el aparato militar unificado frente a la crisis política de 1948. Este concepto también explica porque no fue la típica asonada de un comando ni tampoco la obra exclusiva de un caudillo militar, en este caso -según lo han sostenido algunos-, el teniente coronel Pérez Jiménez.

Esta tesis es válida y explica la actuación del ministro de la Defensa frente a los hechos. Por eso mismo, su condición de oficial de mayor jerarquía y, desde luego, su influencia sobre la institución castrense lo llevan a encabezar el golpe militar, no obstante sus citados esfuerzos por impedir la solución de fuerza que al final se impuso, bajo su dirección como Ministro del ramo.

El fugaz gobierno de Gallegos

Apenas nueve meses duró la presidencia de Rómulo Gallegos, tiempo insuficiente para haber realizado siquiera una obra de gobierno de modestas proporciones. Todo lo contrario: la administración pública entró en un proceso de inmovilización y paralización preocupantes.

La verdad es que aquella gestión heredaba graves problemas: un ambiente político convulsionado, entre otras razones por el violento sectarismo del partido de gobierno frente a sus adversarios, los cuales, a su vez, respondieron también con una agresiva línea de acción opositora; protestas estudiantiles en la UCV que ocasionaron su clausura por varios meses y la destitución de las autoridades; una recurrente estrategia golpista por parte de sectores vinculados al lopecismo y el medinismo; y, por si fuera poco, una conspiración soterrada por parte del alto mando militar de las mismas Fuerzas Armadas.

Agréguense las consecuencias de algunas medidas de la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Betancourt, las cuales lesionaron diversos intereses políticos y económicos; los famosos juicios de responsabilidad civil y administrativa contra altos funcionarios de gobiernos anteriores, entre quienes figuraban los ex presidentes Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita; y los enfrentamientos con la Iglesia Católica por algunas decisiones contra sus colegios e instituciones educativas en función del llamado Estado Docente propugnado por el ministro Luis Beltrán Prieto Figueroa.

Si bien era cierto que Gallegos había ganado de manera abrumadora, AD había vista reducida en 200.000 sufragios su votación anterior cuando se eligió la Asamblea Constituyente de 1946. Sin embargo, aquel partido no registraba con espíritu autocrítico su pronunciado desgaste electoral en tan corto tiempo, ni tampoco parecía dispuesto a enmendar sus errores. Además, por aquellos días se hablaba de una supuesta frialdad en las relaciones entre Gallegos y Betancourt.

En medio de una crisis política y militar acuciante, el presidente Gallegos inicia una visita de tres semanas a Estados Unidos, invitado por el presidente Harry S. Truman. Deja como encargado de la Presidencia al Ministro de la Defensa, el comandante Carlos Delgado Chalbaud, una prueba de fuego, sin duda. A su regreso, el 15 de julio, destaca este hecho ante los pesimistas y lo colma de elogios, así como a la institución armada, durante una concentración organizada para darle la bienvenida.

En los meses siguientes continúa la violencia política y la actuación represiva de cuerpos de seguridad y de algunas policías regionales contra sectores opositores, especialmente el partido Copei. El 18 de octubre siguiente, durante un mitin de AD celebrado en Caracas, Betancourt celebra un nuevo aniversario de la Revolución de Octubre y elogia la leal actitud de Delgado Chalbaud y Mario Vargas al frente de las Fuerzas Armadas y en apoyo a aquélla.

A menos de un mes de aquella concentración, el 24 de noviembre de 1948, los militares encabezados por Delgado Chalbaud, derrocaron al presidente Gallegos.

¿Héroes o villanos?

Rómulo Betancourt, en su obra capital Venezuela, política y petróleo (Editorial Senderos, Bogotá, 1969, páginas 548 y siguientes), señaló tres causas del golpe contra Gallegos: 1) El andinismo aún presente en el ejército, a su juicio estimulado por el ex presidente tachirense López Contreras en cartas a Delgado Chalbaud, hijo de andino y caraqueña; 2) El resuelto apoyo de las dictaduras americanas a la conspiración de “la reacción venezolana”; y 3) La cadena de intentonas golpistas contra el gobierno entre 1946 y 1948.

Ese análisis, sin embargo, res correcto, pero incompleto al no mencionar también otras causas que produjeron el golpe contra el presidente Gallegos. Habría que señalar, como ya lo hemos anotado antes, la intolerancia, el sectarismo y el afán excluyente demostrado por AD, tanto durante la gestión de Betancourt como en la del propio Gallegos. Ambos lo reconocerán posteriormente, luego de la caída de la dictadura pérezjimenista.

En verdad, hubo un manejo muy torpe que trajo luego como consecuencia el aislamiento de AD frente al país, particularmente con respecto a los demás partidos, en especial con Copei, y concretamente -craso error- con las Fuerzas Armadas. Ambos habían sido inicialmente aliados al producirse el golpe del 18 de octubre, pero luego fueron alejados por el sectarismo puesto en práctica por AD y su gobierno.

Independientemente de los indiscutibles logros políticos y administrativos de la llamada Revolución de Octubre, la mayoría de los historiadores han señalado como uno de sus errores fundamentales la tentación hegemónica que animó a sus conductores. Esa tal vez sea la principal causa de su fracaso.

24/11/2025:

https://lagranaldea.com/2025/11/24/el-golpe-de-estado-contra-el-presidente-romulo-gallegos/


APRENDER DEL 24 DE NOVIEMBRE DE 1948

Ramón Escovar León

«La falla de Gallegos radicó, en nuestro parecer, en lo que se denomina el timing en política, que quiere decir saber escoger los momentos adecuados para tomar ciertas medidas», afirma Luis Daniel Perrone en su lúcida ponencia presentada en las XV Jornadas Aníbal Dominici, realizadas en octubre pasado.

Y a partir de esa premisa sostiene Perrone que la caída del novelista-presidente no fue un relámpago en cielo sereno, sino el desenlace de un orden constitucional ya agrietado por la fricción constante entre Acción Democrática y el Alto Mando Militar. Gallegos, atrapado entre las dos fuerzas que habían hecho posible la experiencia del 18 de octubre de 1945 —el sector militar y su propio partido—, reaccionó con un rigor moral irreprochable, pero con una eficacia política menguada frente a unas presiones que exigían cálculo, flexibilidad y oportunidad.

El fulminante derrocamiento del 24 de noviembre reveló que la alianza “cívico-militar” del 18 de octubre de 1945 no había sido el pacto fundacional que la historiografía pretendió ver, sino un matrimonio de conveniencia en el que cada parte perseguía su propio acceso al poder.

El clima de la Guerra fría, el cuestionado “sectarismo” del trienio adeco y el deterioro de la relación entre Gallegos y Betancourt ampliaron el campo minado sobre el que el presidente intentaba gobernar. A ello se sumaron las intrigas que le susurraban que era una “marioneta” de Betancourt, y las exigencias cada vez más desafiantes del estamento militar, que llegó a reclamar la salida de AD del gobierno y la expulsión del propio Betancourt. Gallegos rechazó tales imposiciones, pero su negativa, combinada con una inocente confianza en Carlos Delgado Chalbaud, allanó el camino al golpe comandado por Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez.

La escena política tampoco jugaba a su favor. A su alrededor se alineó una oposición tan amplia como heterogénea —Iglesia Católica, Copei, URD, lopecistas, medinistas, empresarios y profesionales— que veía en los líderes de la Revolución de Octubre una amenaza a sus intereses y que no movió un dedo para detener el alzamiento. De esa inercia surgió el gobierno militar de 1948, que se proclamó legítimo amparado en el Comunicado n.º 6 de las Fuerzas Armadas y en las alocuciones de Delgado Chalbaud, que atribuían la intervención al desorden civil y pretendían transformar la ruptura en acto restaurador.

El peso adquirido entonces por las Fuerzas Armadas quedó en evidencia una década después. Tras la caída de Pérez Jiménez en 1958, se mantuvo vigente la Constitución de 1953 —y no la de 1947— hasta la promulgación del texto de 1961. Como explica Jesús María Casal en Apuntaciones para una historia Constitucional de Venezuela, los militares rehusaron revivir la carta magna del 47 porque la asociaban con una etapa de conflictividad política que repudiaban; y hacerlo equivaldría a admitir la ilegitimidad de todas sus actuaciones desde 1952.

Fue a la luz de esas lecciones que la dirigencia civil comprendió, al fin, que la relación con los militares debía asentarse en otra lógica: el militar respeta al poder civil cuando percibe liderazgo moral, solvencia intelectual, unidad política y respaldo internacional. A esto se suma el conocimiento preciso de los asuntos castrenses, como lo demostró sin vacilar Rómulo Betancourt a partir de 1958.

En definitiva, este recorrido demuestra que una democracia de gran calado perdura únicamente cuando el sector militar y el civil convergen en un mismo compromiso institucional compartido. Así ocurrió a partir de 1958, cuando el respeto recíproco y la amplitud de acuerdos —como el Pacto de Puntofijo—blindaron el proceso político y dieron estabilidad al país.

Los venezolanos estamos convocados —hoy más que nunca— a asumir las lecciones de nuestros aciertos y a no repetir nuestros errores.

24/11/2025:

https://www.elnacional.com/2025/11/aprender-del-24-de-noviembre-de-1948/

Fotografías: lbarragan.blogspot.com

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