sábado, 19 de marzo de 2022

Socialismo a ... ¿varias manos?

EL NACIONAL - Miércoles 14 de Marzo de 2012  Opinión/8

A Tres Manos

Miradas múltiples para el diálogo

SOBRE ADIÓS AL SOCIALISMO

Enzo del Búfalo

Hola Rigoberto.

Gracias por haberte tomado la molestia de hacer algunas consideraciones ­que entiendo son preliminares­ sobre mi libro. De entrada leo algo que me sorprende: "Una clave interpretativa que atraviesa todo el texto (y que es tal vez un factor polémico del que no será fácil prescindir) es la atribución al término `socialismo’ de una propiedad material que está en las prácticas sociales y no principalmente en el pensamiento".

Querido Rigoberto: ¡Cuando se rompe el espejo, luego es muy difícil juntar los pedazos sin que se noten los quiebres! El pensamiento es parte integrante de toda práctica social y toda práctica social es pensamiento. Este es el principio fundamental del materialismo histórico, el de Marx y el mismo que reproduce Foucault en su teoría del enunciado. No hay actores sociales inmersos en un metabolismo material como si fueran espíritus astrales caídos en un mundo demoníaco de la materia inerme; sino prácticas sociales que configuran subjetividades que actúan, piensan y sienten de acuerdo con las r eglas que en cada caso las definen en una red de relaciones de poder. (Esto es: prácticas sociales). Por eso ya incorporan de suyo "las condiciones epistemológicas de visiones del mundo, miradas y mentalidades que tienen su propio dinamismo. Claro está, fuertemente articuladas a la dialéctica específica de los movimientos socio-económicos," y por eso también "en ningún caso derivables de las prácticas materiales".

En todo caso, el libro trata del socialismo como movimiento social en todas sus vertientes para acortarlo como un momento en el desarrollo tendencial de la modernidad; desarrollo irregular ciertamente, pero definible en una tendencia a la constitución de la sociedad común de personas libres e iguales en la cual se inscribe el "riquísimo debate en la izquierda mundial en el último medio siglo XX. Me parece que allí está uno de los mejores capítulos de la controversia socio-política del pensamiento socialista". Controversia socio-política del pensamiento socialista que este libro no ignora; por el contrario presume de ser su sinopsis más completa, para no decir ¡la mejor! Decir adiós al socialismo es ya una primera respuesta a: La cuestión central es poder discernir sobre las construcciones teóricas que invocan el "socialismo" como referencia y se asumen explícitamente como alternativas anticapitalistas.

¿En qué consiste ese "socialismo"? ¿Cómo se articula a las tradiciones socialistas del pasado? ¿Cuál es la consistencia de una tal denominación en la coyuntura de hoy? ¿Cómo se vincula este "socialismo" con la crisis de paradigmas de la vieja izquierda y del pensamiento crítico? Es una respuesta porque significa deslastrarse de aquello que ya no está en la tendencia para volver a pensar y actuar de modo que se superen los viejos paradigmas que nos atrapan, como puede constarse en este mismo intercambio.

Un Abrazo Enzo

Amigo Enzo: Me concentro en este asunto cardinal: la cuestión del "socialismo" no es lo mismo que pensamiento crítico o que marxismo crítico o que izquierda radical. Entonces conviene situar bien de qué estamos hablando cuando nombramos la palabra "socialismo". (Por cierto, en lo personal nunca me interesó demasiado el asunto, no recuerdo haber usado esa terminología en varias décadas de debates; cuando me animo a tematizar este asunto es para evidenciar problemas).

Lo que ocurre es que hay una envoltura muy difícil de despejar con la superposición de "socialismo" con "pensamiento crítico". Por ejemplo, ¿qué es el libro de Marcuse sobre la naturaleza de la URSS? Es un brutal desmantelamiento de la barbarie estalinista hecha desde el pensamiento crítico.

¿Entonces? Marcuse no está defendiendo ningún "socialismo", está argumentando desde una postura teórica y política a favor de la revolución. Lo mismo diría de Toni Negri, Edgar Morin o Martin Hopenhayn.

Lo que sostengo es que el interés de una discusión sobre el "socialismo" pasa por su conexión con la agenda del pensamiento crítico, de otro modo se corre el riesgo de desenterrar cadáveres y ese no es el oficio del amigo Enzo.

R. Lanz

EL NACIONAL - Viernes 16 de Marzo de 2012     Opinión/6

A Tres Manos

Miradas múltiples para el diálogo

¿ADIÓS AL SOCIALISMO?

Jesús Puerta*

Los libros de Enzo del Bufalo siempre nos han ofrecido una exquisita erudición en una hermosa prosa. Adiós al socialismo no es la excepción, aparte de que constituye un valioso aporte a un debate necesario. Es imposible dar cuenta de este libro tan rico en un breve artículo de opinión. En el marco del Doctorado de Ciencias Sociales de la UC le dedicamos una mañana que fue corta. Valga, de todos modos, este corto texto para comentar algunas cosas.

¿Por qué Enzo del Bufalo le dice adiós al socialismo? Fundamentalmente porque se desvió del proyecto de una sociedad de individuos libres e iguales. La postura del autor se presenta diferente de la del neoliberal y del decepcionado amargado por el engaño en que perdió parte de su vida. La desviación del socialismo para Enzo tiene que ver con que a) el socialismo asumió la defensa del estado nación, lo cual implica compromisos con las relaciones despóticas; b) dejó de ser movimiento de diferenciación respecto del despotismo capitalista y se integró al capital; y c) por obsoleto, fracasado, etc.

El "individuo soberano": esa fue la "promesa incumplida" del liberalismo, el cual "traicionó" por entrar en compromisos con los despotismos feudales. Pero la utopía se confronta con su propia base "genealógica", pues la modernidad resulta ser un "compromiso de relaciones despóticas, iguales y de parentesco". Enzo sólo valora el socialismo en el momento en que fue un movimiento de separación del movimiento obrero respecto del despotismo del capital en el siglo XIX. Pero la utopía se mezcla y se abigarra. Creemos sentir aquí el pesar del teórico al ver mancharse y mezclarse el limpio y puro ideal, cuando entra en contacto con su aplicación.

Con la misma sensibilidad, el autor opone la "muchedumbre abigarrada" del "eclecticismo" propio del actual socialismo (alusión al chavismo) a la "multitud múltiple diferenciada" donde se lucha contra los despotismos afirmando las diferencias individuales que nunca convergen en el "Uno".

Todo esto lleva a Enzo a un extraño razonamiento que ya hemos observado en otros autores antichavistas. Para él, el socialismo actual (¿Venezuela? ¿China?) es, necesariamente, fascismo. La explicación de este salto en el razonamiento está en la página 515: "El ejemplo histórico que mejor interpreta esa territorialización es el fascismo". No se explica por qué el fascismo es "el mejor ejemplo" de territorialización nacional.

Pero sigue más abajo con que el socialismo es "necesariamente fascista", pues reedita la articulación "entre el capitalismo privado globalizado y un capitalismo de Estado nacional". Reconoce, sólo de paso, que este movimiento beneficia la situación de los "hambrientos"; pero internaliza el socialismo para subsumirlo en el capital.

La cosa es que esa conjunción, que para él es fascista, también la hizo históricamente la socialdemocracia. Por otra parte, el nacionalismo de nación oprimida o colonia es diferente del chovinismo imperial.

Por no considerar esto, Enzo no ubica nada de fascismo del lado del imperialismo actual, materializado en el intervencionismo terrorista del gran capital.

Para nosotros, el fascismo es la dictadura terrorista del gran capital sobre los trabajadores y colonias, que aplasta su movimiento emancipador social y etno-nacional, acompañada de una política guerrerista. La integración capitalismo-Estado, aun en sentido social, tiene que ver con las superestructuras del keynesianismo que, sí, puede ser usado por el fascismo, pero también por el "welfare state".

Habría que preguntarse: si ha habido tantas versiones del socialismo (o de la izquierda), que han tenido sus fallas, fracasos y errores, pero todas de alguna manera expresan esa tendencia hacia una sociedad de hombres libres, iguales y fraternos, no hay razón para abandonar su aspecto utópico, así como para un cristiano no bastan las atrocidades de la Iglesia Católica para abandonar su fe.

Al parecer el teórico introdujo un elemento impuro, concreto y abigarrado en su razonamiento puro y abstracto: el rechazo silvestre al chavismo.

*Universidad de Carabobo

EL NACIONAL - Viernes 16 de Marzo de 2012     Opinión/7

SOCIALISMO BOLIVARIANO

Óscar Lucien

1. Lejos quedaron aquellos días cuando el teniente coronel Chávez y connotados voceros oficialistas se referían a la Constitución venezolana como un infante que requería de todos los mimos.

En ese tenor conmemoraron sus años iniciales. También hubo días en que la carta magna se enarboló como una amenaza contra los "escuálidos", y bautizada como la bicha, se le mostraba a los venezolanos con el mismo talante de quien confronta al demonio con un crucifijo o a un vampiro con un espejo. Pero ya esto es historia.

Para Chávez y la mariclaque que lo secunda, el famoso librito azul ha sido degradado a tal punto que apenas si queda como banal utilería prêt à porter de actos oficiales, desaplicada y vaciada de todo su contenido doctrinario y normativo. Un mínimo detalle: más relevancia institucional tuvo para el Gobierno la conmemoración de la cruenta felonía de Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992 que la conmemoración de la aprobación de la Constitución de la República en 1999 en referéndum popular. Como se dice en criollo, por la maleta se conoce al pasajero.

2. "Socialismo bolivariano: democracia autosuicidada" es el título de unos apuntes que en condición de comentarista presenté en el Encuentro de Organizaciones de la Sociedad Civil, realizado en la Universidad Católica Andrés Bello, del 6 al 10 de marzo. Titulé mis comentarios a partir de una analogía entre el título de la ponencia de Ricardo Combellas: "Actuales desafíos de la representación política y de la participación ciudadana" y, particularmente, de su conclusión: "Una democracia sin control será insostenible, pues el desprecio de la autorrestricción que impone el principio de la legalidad equivale al suicido de la democracia".

Al reconocer la consistencia argumental del texto de Combellas, en su trazado de la pertinente genealogía conceptual de términos como representación y participación, los cuales forman parte de nuestra cotidianidad pero integran una carga histórica muy precisa, quise detenerme sobre lo más específico del ejercicio de la ciudadanía y la importancia relevante de las ONG como instancias de participación en las sociedades democráticas, como entes contralores de la gestión pública y como defensoras de derechos políticos y civiles de los ciudadanos. Resulta muy transparente para nosotros que las ONG no reemplazan a los partidos políticos ni al sistema de representación política. De igual manera, que la mera actuación de los ciudadanos para elegir sus gobernantes se revela como insuficiente para hacer frente a las complejidades de la vida social: pasamos de la mera democracia representativa a la democracia participativa, la cual demanda cada vez con más urgencia un papel activo de los ciudadanos en las cuestiones públicas.

Como pocas en el mundo, la Constitución de Venezuela, en su artículo 62 consagra el rango definitorio de esta participación: "Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas. La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo.

Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar las condiciones más favorables para su práctica". Asimismo, la Carta Democrática Interamericana, de la cual Venezuela es país signatario, reafirma la participación como una condición necesaria para el pleno y efectivo ejercicio de la democracia.

Lamentablemente, estos reconocimientos formales se han convertido en letra muerta en la realidad venezolana y padecemos lo que en alguno de sus pasajes Combellas llama "esquizofrenia constitucional". Valga decir que esta conclusión fue coincidente y unánime entre todos los panelistas y comentaristas de la sesión: El ciudadano y el Estado. Estado de Derecho y organización del Estado.

3. El socialismo bolivariano (sic) recurre, en algunos casos de manera tácita, aunque frecuentemente en forma perversa y manipulada, a la dicotomía pueblo versus ciudadano. El pueblo, encarnado por el líder máximo del proceso subsume su participación en la gestión de gobierno y en instancias orquestadas en el llamado Estado comunal, absolutamente contrarias a la Constitución, que alienan la verdadera participación autónoma y sin ataduras; mientras que quienes actuamos libremente en ONG somos víctimas cotidianos de esta esquizofrenia constitucional: se consagra la participación pero se criminaliza y persigue a quienes participan. Y sin participación, libre, no hay democracia.

Breve nota LB: Luce importante recuperar el debate de años atrás para medir sus alcances, descubrir sus falsedades y apreciar la autenticidad de las posturas asumidas antes de la catástrofe que, en definitiva, nos tragó.  Inevitable preguntarse: ¿Hubo debate?  ¿En la oposición y entre los propios partidarios del régimen? ¿Acaso, no hubo demasiados impostores?

EL NACIONAL - Jueves 22 de Marzo de 2012      Opinión/8      

ATresManos 

Miradas múltiples para el diálogo

SOBRE ADIÓS AL SOCIALISMO (II)

Enzo del Búfalo

Querido  Rigoberto:   Estoy totalmente de acuerdo:   la cuestión del "socialismo"  no   es lo mismo que pensamiento   crítico o que marxismo crítico o que  izquierda radical. El   socialismo del que me ocupo   en mi libro es  aquel conjunto   de prácticas sociales que han   configurado por casi  doscientos años ese movimiento social, que con multifacéticas    expresiones políticas e intelectuales ha querido reorganizar   la  sociedad y que en su devenir   diverso se ha reconocido en el   término  "socialismo". El pensamiento crítico puede que guarde relación con el  socialismo, o   puede que para seguir siendo   crítico deba separarse  definitivamente de todo lo que el término y la realidad que define.

Esto es una discusión posible; pero no es mi prioridad   en este momento.

No porque no crea que sea   importante, sino porque no es   oportuno, si  antes no se mira   claramente al pasado que es   aún presente. Entrar  en este   tipo de discusión sin antes haber saldado cuentas de manera    clara con esa "compleja realidad" abarcada genéricamente   por ese  término, es como invitar a un banquete de excelentes   platillos a gente  con una crisis   de constipación. La purga es   una limpieza necesaria  para   asegurarnos de que a la mesa   se sienten comensales capaces de  apreciar los platillos. En   el fondo se trata de establecer   las  diferencias que impidan a   la crítica ser recuperada ­dialécticamente o  no­ por un sistema de sumisión. Esto por lo   menos es el deseo de esa  subjetividad que sólo se perfila en   la tendencia ¿hacia...?   Enzo   Del  Bufalo        Leyendo el libro, muy interesante para el debate por  venir,   el título pudo ser "genealogía   de los socialismos", pero fue    Adiós al socialismo ... Lo singular del socialismo es   que  fue multiplicidad y subsumir bajo un mismo significante; la  heterogeneidad de prácticas parece un contrasentido,   con las mismas  premisas del   autor, pero es muy sugerente.

El libro traerá cola aunque   sigue marcado por cierto horizonte de  prejuicios que no terminan de explicitarse, sobre   todo el uso de las  prácticas sociales sin referencia explícita a   las relaciones de  fuerzas.

Por otra parte, eso de "individuo soberano" después de la   ruptura  freudiana del sujeto todo-conciencia, o del sujeto que   controla la red  semiótica que   lo soporta me parece bastante   fofo... El sujeto  colectivo no es   una agregación de individuos   libres e iguales que  pactan desde la conciencia un poder inmanente... Hay cierta nostalgia    por recuperar cierta dosis de   subjetividad radical-libertaria   que  creo que en las actuales   condiciones de posibilidad es   una  extravagancia, pero vale   la pena mantener esa ficción   a ver cómo  funciona en el lazo   social, más allá de la modernidad y la  colonialidad...

Javier Biardeau  ¡No! el libro jamás podría llamarse "genealogía de los socialismos". El libro es Adiós al  socialismo como movimien- to político, social, intelectual   etc., porque además  de una   genealogía tiene principalísimamente un análisis de la  tendencia de las prácticas sociales   a construir una nueva subjetividad  que es su parte central   y la que obviamente se te escapa, Javier. Una  subjetividad   que la modernidad ha definido como "individuo soberano",  no yo. Dicho sea de paso,   el individuo soberano no tiene   nada que  ver con la conciencia, es figura de la subjetividad   construida por las  prácticas   sociales ­por ciertas prácticas sociales­ en el marco de    una conflictualidad históricamente determinada. Es por lo   menos  sorprendente criticarle   la falta de referencia explícita   a las  "relaciones de fuerzas" a   un libro que muy bien podría   leerse como  una fenomenología del conflicto social.

Creo que, una vez más, estamos frente a una incomprensión muy común ­no  sólo tuya­ de qué son las prácticas   sociales y qué relación guardan  con la plasticidad histórica de la subjetividad. Sólo si   se entiende  qué es la tendencia y cómo se define mediante el conflicto de las  prácticas   sociales, se entiende qué es la   construcción de  subjetividad,   esa subjetividad que no es nada nostálgica y  precisamente   por eso le dice adiós a un pasado agotado por la propia  tendencia que lo rebasa.

Un saludo cordial,  Enzo del Bufalo.

Ilustración: Ganduz Aghayev.

EL NACIONAL - Jueves 29 de Marzo de 2012     Opinión/9

A Tres Manos

Miradas múltiples para el diálogo

SOBRE ADIÓS AL SOCIALISMO (III)

Javier Biardeau

Ciertamente, se me escapa el análisis de tendencia de la nueva subjetividad, no he llegado allí, pero esta combinación de fuentes: Foucault, Negri y Deleuze, tratando de escapar a la malla dialéctica de extracción hegeliana es común en una tendencia ya conocida: el autonomismo y la multitud; aunque insisto: ¿y por qué no nuevas subjetividades(s)? ¿Por qué tanto énfasis en el rasgo unario del uno despótico si precisamente allí reside la confusión permanente entre el orden simbólico y lo real en sentido lacaniano? El orden simbólico genera una poderosa fuerza hacia la "ley" como equivalencia del código. ¡Nueva subjetividad! ¿No se lee acaso allí una insistencia en que la salida es una determinación por abstracción en el código de equivalencias? ¿Dónde queda lo disparatado de la "nueva subjetividad"? No hay que despachar la gramática, ni la retórica ni la lógica como trivium de la semiótica de las prácticas sociales.

Unificar el socialismo feudal, el socialismo de Proudhon, el socialismo fabiano en el rasgo unario de socialismo como si las prácticas sociales convergen en el significante-amo que organiza las relaciones sociales sigue siendo una incógnita poco despejada. Allí hay una operación teórica poco clarificada en el texto. La "diferencia" pareciera recaer en "lo mismo", dada la in-distinción entre alteridad y diferencia. Seguimos presos en la malla semiótica de la lengua castellana para abordar lo inabordable desde esta red: la heterogeneidad de lo disparatado, que son fuerzas, intensidades, espacios que descuadran la geometría del concepto, cuando éste deja de apelar a las formas platónicas... querer brincar sobre la sombra platónica para terminar girando en círculos con ella.

Insisto, los estratos de sumisión ciertamente dan cuenta de la conflictualidad que opera en las prácticas sociales, pero hay conceptos con genealogías contractualistas, como aquel de la "legitimidad". El "autor" tal vez debe abordar las incomprensiones, matices, tensiones, hendiduras, desgarramientos, aberraciones, sobreinterpretaciones como elementos, justamente, de la heterogeneidad de lo disparatado de las prácticas sociales.

Saludos.

Javier.

Comentario al margen: 1) Enzo del Bufalo, en una ya numerosa obra, ha insistido en una genealogía de la subjetividad en la cual juega con dos términos dicotómicos, con los cuales categoriza las prácticas sociales: las relaciones de equivalencia y las despóticas.

Las primeras resultan del mercado, son como la extensión de las condiciones de intercambio de productos equivalentes a la relación entre los seres humanos. En ellas encuentran su génesis desde la razón hasta cualquier asomo de relación no-despótica. Esta forma de plantear la cuestión, ¿no inocula cierto maniqueísmo en una polaridad que inicialmente sirve simplemente para categorizar, pero luego, al aplicarse a períodos históricos demasiado largos, se sustantivizan en dos principios independientes? 2) Otra duda a aclarar: cuando se afirma que la modernidad ha definido una nueva subjetividad, el "individuo soberano", ¿se trata de la modernidad central o de la periférica, es decir, de la colonialidad? ¿Ese "individuo soberano" aparece en todo lugar? Ya sé que hay autores (entre ellos el propio Rigoberto y creo que Enzo también) que definen la modernidad desde un referente europeo, a partir de la Ilustración; pero pienso que esa forma de comprender la cuestión oculta una parte importante del cuento.

3) Hablar del "individuo soberano", ¿no es dibujar una perspectiva, un horizonte, una proyección de las tendencias de la Modernidad? Si es así, la operación se parece a la del Marx, para quien el comunismo nunca fue un proyecto de sociedad que habría que imponer, sino "el movimiento histórico" mismo. Sobre la base de esas tendencias históricas, Marx se permitía esbozar elementos programáticos en el plano político, que no en el teórico. En su obra propiamente teórica, Marx siempre advertía que no se proponía imponer un proyecto prediseñado de sociedad, sino vislumbrar hacia dónde tendían las contradicciones y conflictos de la sociedad moderna.

Jesús Puerta

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