¿LA SEGUNDA DERROTA CONSECUTIVA DE LA CLASE MEDIA ILUSTRADA?
Luis Barragán
En términos
generales, la sociedad civil organizada ha sido hechura de los partidos que nos
condujeron a la modernización en el siglo XX. Por ello, sufrieron de un inmenso
condicionamiento que muy bien pudo superarse al comenzar la nueva centuria, en
respuesta al enmascarado, pero feroz ascenso autoritario de entonces.
Quizá porque lo supo el régimen
desde siempre, empleó los mecanismos judiciales a la mano para evitar la
renovación de la directiva de los colegios profesionales, a modo de ilustración. Destruir la
institucionalidad partidista significaba reivindicar aquella emanada de los
esfuerzos de organización y de movilización de la ciudadanía, en una cuadra de
vecinos, en una escuela universitaria, o en cualesquiera gremios de la clase
media a la que debía infringirle una definitiva derrota.
Triunfo inadvertido al pasar los
años, impidió que se hicieran los comicios correspondientes en toda instancia
convincentemente participada, acabando con la universidad libre y autónoma,
como ahora con sus egresados legítima y legalmente colegiados. Y, en lugar de
desafiar al sistema empuñando la propia Constitución de la República, los
gremios lentamente se opacaron y apocaron, muchos de ellos adocenados y resignados, pues,
no se atrevieron a ser lo que son: la sociedad civil organizada, por mucho que
los médicos fuesen perseguidos y huyeran del país, por ejemplo.
Ahora, hay una tendencia a la
entusiasta aceptación de renovar las autoridades colegiales, a través de una
selectiva o masiva celebración de las elecciones gremiales bajo la égida del
Consejo Nacional Electoral (CNE), en la que obviamente tiene interés el
régimen. De ocurrir, desmentiría la naturaleza misma de las instituciones que
se ha dado la sociedad civil, subordinándolas al Estado; ésta es la hipoteca
política que se gestiona en Miraflores, en nombre del diálogo social o foro
cívico, a falta de un mejor eufemismo.
En tal sentido, la dirigencia
gremial que rasga sus vestiduras opositoras, incluso, al aceptar la
intervención del CNE, olvida convenios
fundamentales, como el número 87 de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), relativo a la libertad sindical y a la protección del derecho de
sindicación que data de 1948: “La libertad de asociación y la libertad sindical
significan que los trabajadores y los empleadores pueden crear sus propias
organizaciones, afiliarse a ellas y dirigirlas sin injerencia del Estado”.
Además, “la legislación nacional debe respetar el principio de libertad
sindical o de asociación que no debe ser ignorado ni prohibido para ningún
sector”.
¿Acaso la República no reconoció esos convenios? ¿Algún escribidor de las redes sociales puede asegurar que sus principios son exclusivamente aplicables a un sindicato de la alpargata y no de un bien calzado e ilustre colegio profesional?
Luego, ¿es dado aceptar esta segunda
derrota de la clase media ilustrada, luego de acabar con el aula superior en
Venezuela? ¿O mejor es no hacer preguntas, esperando un milagro sin demostrar –
en contraposición, ganándolo - la más mínima fe?
Capturas de pantalla: https://www.youtube.com/watch?v=28hNo-fKrgA
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