TERRA NOSTRA
Luis Barragán
Exactamente, tal día como hoy de diez años atrás,
falleció Carlos Fuentes. Extraordinario narrador mexicano, fue parte de nuestra
cotidianidad así no gustáramos de la literatura. Y es que se ha escrito y mucho al respecto,
asegurando unos que hubo una siembra del petróleo, frente a otros que la
niegan; sin embargo, debe quedar claro que no todo fue despilfarro y whisky, porque
importábamos, además de producirlos,
libros de muy cotizados autores que cómodamente frecuentaban a
Venezuela.
A
mediados del bachillerato, nos enteramos de la existencia de Fuentes e,
incluso, le leímos una pequeña obra maestra: “Aura” no estaba prevista en el
programa, pero seguramente la joven
profesora de Castellano y Literatura nos encomendó analizarla, tal como a ella
se lo pidieron en el pregrado que estaba concluyendo, haciendo la pasantía de
rigor. Sencillamente nos deslumbró y, aunque no lográbamos asir a la
protagonista, haciéndola tangible y concreta al descubrir y arrancarle un
párrafo revelador, nos introdujo en la obra del mexicano que también era
noticia en nuestra prensa diaria y, no
siempre sobra decirlo, libre.
En
efecto, al poco tiempo, se hizo acreedor del Premio Internacional Rómulo
Gallegos y no conseguimos leer inmediatamente
“Terra nostra”, la obra premiada, cuyo precio era inaccesible para el
liceísta en las librerías que ostentaban
la magnífica edición de Joaquín Mortíz, quizá al mismo tiempo que el artista
plástico José Luis Cuevas, exponía en Caracas. Sería a principios de los
ochenta, cuando pudimos adquirirla y, por no decir nada, fue muy poco lo que
entendimos, pero ocurrió un fenómeno propio de aquellos tiempos que convertían
un libro de dos o tres años de editado, en una pieza antiquísima, y, por
bastante tiempo, los remates de libros (Padre
Sierra y el puente de la avenida Fuerzas Armadas, porque todavía le faltaba al
Paseo Anauco), se llenaron de una extraordinaria y variada literatura mexicana
de segunda y hasta de primera mano, añadida una que otra edición príncipe.
Puede
decirse, inadvertidamente, hicimos un curso muy intenso en torno a la
novelística y ensayística de Fuentes y, antes de finalizar los ochenta del
veinte, por fin asumimos y disfrutamos a “Terra nostra”, gracias a un largo
ensayo de interpretación de Francisco Javier Ordíz, cuya novedad estuvo
gratuitamente disponible y al alcance de la mano, en la Biblioteca Nacional dirigida por Virginia
Betancourt. No tuvimos por oficio la literatura, pero nos recreó muchísimo por
aquella época en la que fue algo más o menos normal aficionarse por un
determinado autor.
Con
los años, nos desprendimos de sus títulos en casa, aunque conservamos dos o tres
novelas, y un par de ensayos a los que volvemos con alguna regularidad,
lamentando que haya suscrito un prólogo de compromiso para un empresario
venezolano, en una ocasión. Y lo recordamos como parte de nuestra tierra,
intérprete del continente que muy bien ejemplificó en el México de todas sus
querencias.
15/05/2022:
https://www.lapatilla.com/2022/05/15/luis-barragan-terra-nostra/
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