"SÍGUEME" (SAN LUCAS, 9: 51-62)
Domingo 13C TO 26 junio 2022
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Vocaciones)
José Martínez de Toda,
S.J. / martodaj@gmail.com
Al principio de este evangelio
los samaritanos no dejan entrar a Jesús en su aldea. ¿A qué se debió esta
negativa? La enemistad entre samaritanos y judíos era muy antigua. El rey judío
Juan Hircano había destruido el templo samaritano de Garizim 129 años antes de
Jesús, y los judíos acusaban a los samaritanos de herejes y de tener
matrimonios con personas de los pueblos vecinos paganos.
Por su
parte los samaritanos, con ocasión de las fiestas de Pascua, subieron un año a
Jerusalén
y echaron huesos de muerto por todo el Templo. Por todo ello mutuamente se
negaban el saludo y la hospitalidad, algo muy grave en su cultura.
Para
llegar a Jerusalén, los galileos tenían que ir a través de Samaria o tomar una
ruta más larga y difícil hacia el este por el río Jordán. Jesús había decidido
subir a Jerusalén por Samaria.
Pero
primero “Jesús envió mensajeros delante de sí” (v. 52a.) para tantear el ambiente.
El famoso Jesús era conocido por los samaritanos, pero éstos hubieran preferido
que fuera al templo de Garizim en vez de ir al de Jerusalén. Y, dándoselas de
patriotas, no quisieron recibir a Jesús, porque subía a Jerusalén” (vv.
52b-53).
Su
admiración por Jesús se convirtió en oposición. ¿Se vengó Jesús de los
samaritanos? Elías había pedido fuego del cielo para consumir a los samaritanos
(ver 2 Reyes 1). Y ahora los discípulos de Jesús, Santiago y Juan, le dijeron:
Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como
hizo Elías?” (v. 54). Y “Jesús los reprendió” (v. 55). Él los ha instruido para
amar a sus enemigos (6:27- 36), para no juzgar a otros (6:37-42), y solo a lo
más, para sacudir el polvo de sus pies, cuando son rechazados
(9:5).
A
partir de entonces Jesús llamó a Santiago y a Juan “Hijos del trueno”, por sus personalidades
escandalosas y violentas (Marcos 3:17). Jesús reacciona al revés que nosotros.
Tiene un corazón grande, donde no cabe la venganza. Inclusive después hablará
muy bien de los samaritanos: contará la parábola del
Buen
Samaritano (10:25-37), curará al leproso samaritano (17:16), conversará con una
mujer samaritana (Juan 4), e incluirá a Samaria en su mandato a los discípulos
de predicar el evangelio (Hechos 1:8). “Y se fueron a otra aldea” (v. 56). Y en
el camino hubo tres discípulos, que querían seguir a Jesús, pero les faltó la entrega
total. ¿Qué pasó con ellos?
Le
dijo uno a Jesús: Te seguiré donde vaya. Jesús le respondió:
– Las zorras tienen madrigueras
y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro
le dijo: – Sígueme. Él respondió:
– Déjame primero ir a enterrar
a mi padre.
Jesús
le contestó:
– Deja que los muertos
entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo a Jesús: Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi Familia.
Jesús le contestó:
– El que echa la mano al arado
y sigue mirando atrás no vale para el Reino de
Dios.
¿Qué
nos enseñan estas tres historias?
Las tres aclaran que seguir a Jesús requiere un compromiso completo y radical hasta las últimas consecuencias, sin condiciones.
Si dices: “Seguiré a Jesús con
la condición de que…”, no sirves para seguir a Jesús.
Jesús no acepta ser segundo en nuestras vidas. No anteponer nada a Jesús. Él debe estar en primer lugar por encima de todo: o el primero o nada. Todo para Jesús y nada sin Él.
Él también dio todo por
nosotros, muriendo en la cruz.
Jesús no acepta que ninguna voz
hable más fuerte que la de Dios.
También hay profesiones, que exigen un compromiso total, como ésta del “Faro de mar”.
Al cuidador de un faro de mar
en una costa peligrosa se le dio suficiente aceite para tener encendido el faro
cada noche durante un mes. Un día una señora le pidió aceite para que sus hijos
no pasaran frío. Otro vino un campesino, que necesitaba aceite para que su hijo
pudiera estudiar en la noche. Otro necesitaba aceite para una máquina. A todos
les dio aceite.
Pero
antes de acabar el mes, el depósito de aceite estaba vacío, y en la noche tres barcos
chocaron contra las rocas, porque el faro estaba apagado. Más de cien marineros
murieron. El cuidador explicó lo que había hecho y por qué. Pero el fiscal contestó:
- “Se te dio una sola tarea: mantener la luz encendida. Todo lo demás es secundario. No tienes ninguna excusa”.
A veces ‘lo bueno’ se convierte en enemigo de ‘lo mejor’. Uno debe decir ‘no’ a una buena cosa, para decir ‘sí’ a la única cosa necesaria.
Cuando se conquistó el Oeste,
había tres clases de viajeros:
Los de primera, pasara lo que pasara, permanecían sentados durante todo el viaje. Los de segunda, cuando surgía un problema, tenían que bajarse hasta que el problema se resolvía. No tenían que mancharse las manos, simplemente miraban. Los de tercera tenían que salir de la diligencia, empujar, arreglar la rueda rota o solucionar cualquier otra avería. ¿Cómo es nuestro compromiso con el evangelio, con la Iglesia?
Así mismo, ¿somos meros ‘oyentes’ del Maestro o discípulos ‘fielmente comprometidos’ con Él?
Lecturas, domingo 26/06/2022: 1 Reyes 19, 16b. 19-21, Gálata 5, 1. 13-18 y San Lucas 9, 51-62:
https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2022/06/26.html
Ilustración: Liviu Dumitrescu.
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