Luis Barragán
"Su tío Sotero era de los
que en
tiempos de Franco colgaba la
bandera de España en el balcón y
ahora anda en Herri
Batasuna"
Fernando Aramburu (*)
Propio de los
regímenes parlamentarios, es difícil desarrollar por siempre una política
principista. Al menos, requiere de un liderazgo, un partido o coalición de
gobierno, inequívocamente mayoritario, consistente y contundente.
Por ello, la propensión hacia la
inestabilidad que requiere de un premier de extraordinarias habilidades, como las
del equilibrista que lidia con las ráfagas de viento a grandes alturas. Firme
la jefatura y, mejor, la consciencia de Estado, no pocas crisis de gobierno
desembocan en elecciones consecutivas al evitar la extorsión y distorsión de las
minorías que se aprovechan de cada una de las circunstancias, ya que éstas
tienen sus límites, como ha acaecido en Israel, por citar un ejemplo.
Pocos dudan de las destrezas de
Pedro Sánchez, quien está en una constante contradicción y tensión, trastocado
el poder en una frágil tabla de surf subastada por las olas, en lugar de la
potente y confiable nave que fue antes de la era de José Rodríguez Zapatero.
Sin embargo, sostener al gobierno a cualquier precio en una España tan acosada
por el separatismo de diferentes calibres, llama poderosamente la atención, recreando
enfermizamente los tormentos de la guerra civil cronológicamente tan distante
y, la vez, políticamente cercana.
Semanas atrás, Madrid fue sede de un
exitoso encuentro de los mandatarios de la OTAN que fortaleció al presidente
del gobierno español, concluyendo con el llamado a incrementar el gasto de
defensa de los países miembros. Y, refiere la prensa, evitando medirse en el parlamento, Sánchez
saca el dinero necesario del fondo de contingencia destinado al ministerio
correspondiente para bregar por los dos puntos del PBI para 2029, en el ámbito de la
defensa.
En lugar de sincerar la situación
con su principal socio (Podemos), busca y consigue apoyo entre los vascos,
comprometiéndose a extender hasta 1983, en la práctica, la era franquista,
victimizado y revindicado así el extremismo separatista de entonces. Quizá no
haya odio u otros sentimientos albergados frente a la transición y las
instituciones que generó, como suele decirse, sino la inverosímil frialdad de
un jugador de dados muy distante del estadista que también reclaman los nuevos
tiempos, cuyo oportunismo no encuentra dique alguno.
(*) “Patria”,
Tusquets, Barcelona: 2016: 387
Ilustración: Barrio, para "Editorial: Aval a la desmemoria contrademocrática". La Razón, Madrid (06/07/2022).
11/07/2022:
https://guayoyoenletras.net/2022/07/11/un-surfista-en-el-poder/
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