LA RUTA – APENAS - EMPAÑADA
Luis Barragán
El dirigente
promedio de la oposición, sabe muy bien de los obstáculos interpuestos en la
ruta que se desea pacífica y democrática hacia la ruptura y transición (o
viceversa). Además, que el amasijo
descarado de las trampas y triquiñuelas en uso, expresa y fundamenta la
naturaleza misma del régimen, preocupándoles cada vez más a sus actores quedar
en evidencia.
Nos referimos
a los actores de escena directa que ni siquiera son consultados por sus
superiores, quejándose en las penumbras del constante cambio en las reglas de
juego al interior del poder establecido. So pretexto de la disciplina revolucionaria,
por adjetivarla de alguna manera, temen manifestar cualquier disconformidad que
amenace severamente los privilegios conseguidos y duramente sostenidos por
todos estos años.
Podrá
escandalizar a los más ingenuos, el reemplazo de los rectores del CNE, las
inhabilitaciones individuales, la invalidación de los partidos, o el sabotaje
de la más modesta actividad proselitista, pero – más allá de la empañadura - no
es razón suficiente para desmoralizar a nadie de considerar el ejemplo de los
centenares de presos políticos que se mantienen en pie, a pesar de las
circunstancias. Medidas tan prematuras,
permiten deducir que hay una enorme desconfianza hacia las habilidades propias,
dejando atrás los llamativos espectáculos plebiscitarios que supo orquestar el
antecesor, arbitrando ágilmente las diferencias entre los suyos, como no lo
sabe el sucesor, dejando por sentada su cruda arbitrariedad.
Unos más
marcados que otros, existe una variedad de matices importantes respecto a los
cuadros opositores que han soportado la molienda oficial de todos estos años, pero
es necesario resaltar la vigencia de una sola y auténtica plataforma unitaria y
electoral, aunque el consabido alacranato pugnará todavía por crear un
artificio que sea reconocido en las más altas instancias del Estado. Hay
perspectivas estratégicas, retos tácticos y coyunturas muy específicas que
ameritan de la discusión política a todo nivel, porque la tarea, el esfuerzo y
el desafío son eminentemente políticos y existenciales: no tratamos de ninguna
actividad recreacional, o de rivalidades ocasionales.
De modo que
las dificultades actuales son todavía pocas de contar y constatar la
profundidad alcanzada por el mal, pero hay coraje, entereza, claridad,
persistencia y ánimo suficiente para cumplir con toda una responsabilidad
histórica de cara a las sucesivas generaciones. Nos esperan situaciones
inéditas que afrontar y, Dios mediante, lograremos superarlas exitosamente.
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