DEL FASCISMO REASOMADO
Luis Barragán
Desde la
década de los ´80 del ´XX, sabemos de la sostenida denuncia en torno a la
exagerada y contrastante prosperidad de muy pocos países, cuales islotes en un gigantesco mar de
miserias. La literatura de divulgación transmitió la profunda preocupación de
los especialistas que intentaron dibujar con la mayor precisión posible, los
escenarios posteriores a la guerra fría.
Demasiado
obvio lució que, en el marco de una creciente y exigente globalización, se
diera una generalizada invasión, en un caso, desesperada y espontánea con el
desplazamiento masivo de personas hacia territorios más organizados y fiables
que garantizaran algunos mínimos: la alimentación de la prole, empleo,
seguridad social y personal, en libertad. Y, en el otro, específica y dolosa al
convertirla en un mecanismo de extorsión de los regímenes inescrupulosos tan urgidos
de aliviar las más peligrosas tensiones con la expulsión de facto de sus
connacionales.
Escandalizada
e indispuesta a asumir el costo, Europa occidental fue la meta de los más
orientales del continente que apenas iniciaban la dura etapa del postcomunismo.
Latinoamericanos y caribeños comenzaron a aportar cada vez mayores contingentes
al compás del desarrollo delictivo, comercial y gerencial de un coyotaje que
tampoco logran neutralizar y destruir los distintos gobiernos estadounidenses.
En definitiva, bien lo ejemplifica África subsahariana, no hubo ni hay forma y
fórmula capaz de atajar la migración ilegal excepto haya una deseable, real y
efectiva cooperación para que el mundo subdesarrollado supere tan trágicas
condiciones de vida, igualmente liberándose y democratizándose, por no
mencionar las amenazantes teocracias de expansión.
Así las cosas,
antaño, aquellas inocentes y remotas invasiones, como se presumieron, adquieren
una extraordinaria jerarquía política, descubierta las ventajas de un arma
biológica, como la incentivada población que se desplaza para irrumpir y
colapsar los servicios públicos de otros países, por decir lo menos,
funcionando como un antes impensado dispositivo de extorsión. Es nuestra la
impresión que, en los países prósperos sometidos a un constante asedio de
inmigrantes ilegales, la opinión pública todavía no asume adecuadamente el
problema debido, entre otros factores, al predominio del llamado discurso políticamente correcto, alérgico a sincerar la realidad.
Se ha
implantado un formidable repertorio de simplicidades, prejuicios y otras
necedades que revelan un extraordinario retroceso del pensamiento y del propio
liderazgo político. No adquiere mayor trascendencia cualesquiera otros
planteamientos, por lo menos, más consistentes, razonables y convincentes,
ganados por una estúpida autosuficiencia: a modo de ilustración, un reciente
texto de Pedro García Cuartango para ABC de Madrid (https://apuntaje.blogspot.com/2024/01/memorandum.html),
recordaba a sus envanecidos paisanos que España también fue un país de
emigrantes.
FASCISMO
Días atrás, en
un barrio obrero de Roma, la sede del
Movimiento Social Italiano (MSI), origen del partido gobernante Hermanos de
Italia, escenificó el acto alusivo a un nuevo aniversario por la muerte de tres
miembros de un grupo juvenil neofascista, acaecida en 1978. Con razón, escandalizó
que emplearan el característico saludo (https://www.youtube.com/watch?v=nBVbsbXsai4),
prohibido legalmente, sin que la primer ministro, Giorgia Meloni, se
pronunciara al respecto, al menos, inmediatamente.
Es natural que
el fascismo encuentre acogida en la sociedad a falta de mayores y mejores argumentos
para afrontar el problema de la inmigración ilegal que le resta, se dirá,
oportunidades de trabajo a los italianos, por lo demás, reunificados
tardíamente tras la gesta emblematizada por Garibaldi. Es mucho más simple, expedito e instantáneo
inculpar a los ilegales, extendiéndose a los legales de semejante origen,
respecto a todos los males padecidos o por padecer: inicialmente por la raza y
etnia, hasta dar con una supuesta e imposible pureza de los peninsulares, como
soporte político de un fenómeno que significó la desgracia de Italia y que, al
mismo tiempo, paradójicamente con Mussolini, tiende a confundirse con la
identidad nacional.
Sabido por
todos, Venezuela por siempre abrió sus puertas al mundo y, más aún, en las
etapas de esplendor de la renta petrolera, e, incluso, recordemos, hubo también
manifestaciones de xenofobia que no consiguieron terreno fértil por la decidida
determinación y firmeza de los gobiernos democráticos al igual que por la
conducta y la convicción expuesta, permanente y literal de los distintos y
principales partidos en la escena. Hubo seguramente intentos de una completitud
nacionalista, chauvinista y abiertamente fascista, pero la claridad y
profundidad del liderazgo político del centro democrático evitó que fuese más allá.
No lucen del
todo convincentes aquellos que dicen demostrar una básica vocación de centro de
Meloni, a quien las circunstancias fuerzan al equilibrio necesario, pero es
necesario observar atentamente un desempeño que puede marcar una pauta continental,
más y menos riesgosa. En una entrevista realizada a Enric Juliana, director del
diario madrileño Vanguardia, manifestó: “Otra
cosa distinta es el caso de Meloni. Su experiencia es compleja. No es una
persona solo de la cultura del MSI. Es una persona que también estuvo muy cerca
de Berlusconi en el periodo del Popolo della Libertà. Meloni no es Pino Rauti,
no es la ortodoxia. Más bien es La Derecha. Lo que puede representar Meloni,
muy distinta de Salvini, es un retorno a la tradición. La dignificación de la
derecha tradicional, clerical, familiarista. Un retorno de una italianidad
vinculada a los valores tradicionales; más a la tradición que a la identidad.
Lo que ella plantea es que para el siglo XXI lo que ha sido la Italia del siglo
XX no nos sirve para nada” (*).
Por cierto, una ventaja para la denominada antipolítica, como es la pérdida de universalidad, igualmente se dirá qué a nadie le importa la suerte de Italia, Cuba, o Irán, o cualquier otro país que se nos antoje, gracias a la extraordinaria miopía desarrollada en más de veinte años de socialismo. Empero, sería el colmo andar de espaldas a la Vía Láctea, sobrados y autosuficientes, ante ese algo que se asoma: el fascismo.
(*) Daniel Vicente Guisado y Jaime Bordel Gil (2021) “Salvini
& Meloni, hijos de la misma rabia: cómo la derecha radical conquistó la
política italiana”. Apostroph, ¿Barcelona?: 242).
Composición gráfica: LB.
Cfr. https://apuntaje.blogspot.com/2022/08/aprensiones.html
15/01/2023:
https://opinionynoticias.com/internacionales/40588-del-fascismo-reasomado
... y no olvidemos que esa derecha italiana, con variantes postfascistas, cuando no fascistas puras y dutas -hace meses asaltaron la sede sindical como hicieron en tiempos de Mussolini-, son socios europeos de las variantes de derechas españolas... además de ser incapaces gobernantes que solo van a esquilmar. Italia está mucho peor con ellos en el gobierno, y se dice fácil. Las estadísticas socioeconómicas son aterradoras, la evasión fiscal ya es ley, y el favoritismo corporativo es descarado, y en esto último también se parecen al dúo PP-Vox. Son un peligro real para la serenidad social.
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