LA OPOSICIÓN LOCAL
Luis Barragán
Finalizando el
siglo anterior, dos de los cambios más importantes que combatió y finalmente
truncó el otrora socialismo cauto, ofídico y enmascarado, pasaron por la
descentralización y el multipartidismo. Ambas se alzaron como tendencias
irreversibles en el marco del anterior orden de cosas, urgidas de una profundización y
perfeccionamiento que algunos de sus más encendidos beneficiarios trataron
paradójicamente de atajar y administrar como bandera política, hasta que se
sintió el zarpazo contundente de una constituyente tan cundida de eufemismos y
dobleces.
La gran
redistribución de funciones, facultades, atribuciones y competencias, caminaba
hacia la municipalización de la cotidiana vida política venezolana, recobrada
una herencia española nunca bien ponderada, dándole identidad y trascendencia a
los problemas fundamentales del país, pero el refortalecimiento del poder
central arrojó al cesto de basura toda la ilusión que alguna vez suscitó el
novísimo milenio. Única y exclusivamente, las noticias refieren a los predios
de Miraflores y no existe ministro, gobernador o alcalde (y muchísimo menos la
colegiación de un gabinete ejecutivo, sala judicial, parlamento nacional y regional, o cámara
edilicia), al lado, y, mucho menos, por encima del presidencialísimo.
En nombre del
feroz combate contra el bipartidismo culpable de todos nuestros males, se impuso el
monopartidismo como remedio traicionando – incluso – la más elemental noción
respecto a la división de los órganos del Poder Público. Valga acotar, está
pendiente una reflexión crítica más profunda sobre ese determinado, concreto y
matizado bipartidismo, ya definitivamente agotado para 1993, que resolvió
veinte años atrás una dramática y anarquizante fragmentación de partidos que
también hizo harto difícil la vida parlamentaria ejemplificada por la
cuestionada elección de la directiva de la cámara del Senado en 1968, resuelta
por las elecciones generales antes que por la recurrida Corte Suprema de
Justicia. No obstante, recentralizados y monopartidistas, hoy más que nunca, el
liderazgo local es esencial, más allá de lo importante, para obtener y sostener
el triunfo opositor en Venezuela.
Siendo tan
universales e insolubles, los problemas
salariales, educativos, sanitarios, o viales, entre otros, pasan desapercibidos, completamente
normalizados, y de los burgomaestres sólo trasciende al escenario nacional una contundente destitución y apresamiento de
individuos por la comisión de un supuesto delito, inmediatamente deslindándose
el partido de gobierno, como ocurrió en el municipio Jesús María Semprún del
estado Zulia, o el Santos Michelena de Aragua, entre 2022 y 2023. Después de lo sucedido con Tareck El Aissami,
quién sabe por qué los consabidos y antes tan bulliciosos alcaldes del área
metropolitana de Caracas no se dejaron sentir más. Y, si de los asuntos
nacionales únicamente existen los visados por el poder establecido, campeando
la (auto)censura y el bloqueo informativo, tenemos a ciudades, pueblos y
caseríos que prácticamente – olvidados - no aparecen en el mapa y todavía más
si se encuentran distantes del virreinato de la capital estadal.
No hay la
menor duda en torno a las extremas dificultades para el ejercicio del liderazgo
local, soporte insustituible del triunfo de la candidata opositora favorecida
por la primaria realizada en octubre próximo pasado. De tensiones y conflictos con los insignes
agentes del poder central y dueños del monocorde partido oficialista trenzado
al tal poder popular, el artificio que reemplaza la básica institucionalidad
municipal, constituye un acto heroico encabezar y sostener la esperanza y el
trabajo cívico, austero y pacífico de las grandes mayorías que reivindican la
patria chica.
Contando con
una experiencia indispensable, los dirigentes locales necesitan de precisión,
claridad, comprensión, respeto y lealtad para realizar un trabajo que nos
compromete a todos. Son los que también empuñan la bicicleta para sus humildes diligencias, pareciéndonos un símbolo
revelador: quizá por ello, volvimos a un rincón del viejo oeste caraqueño para
fotografiar lo que seguramente constituye un decisivo recuerdo familiar.
Fotografías: LB, Las Fuentes (CCS, 11/12/2023).
16/01/2024:
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