lunes, 3 de marzo de 2025

Cañoneros de aire

DE LA REVERENCIADA PUSILANIMIDAD POLÍTICA
Luis Barragán

Sobrevivimos a un régimen que es el de un constante e irresponsable castigo emocional y, por consiguiente, nada casual, sectores de la oposición lo retroalimentan negados al uso y ejercicio de la razón, renunciando a toda semántica y discusión a favor de un par de estereotipos que sufren el típico desgaste de una coyuntura reiterada. Cosa ésta en la que puede incurrir un gobierno, el mismo para toda la centuria, por la ventajosa disposición de los recursos materiales y simbólicos, los del Estado, destinados a vulnerar la voluntad del resto de los venezolanos, a contaminar sus ilusiones, a generar la desconfianza en el esfuerzo y las tareas comunes.

Admitamos, la polémica no es la misma de antes y no, por simple añoranza: ahora, falta la profundidad necesaria en los planteamientos que espera el ciudadano común, acaso, sospechoso de una radical incomprensión de su propia vivencia, todo un supuesto de falsedad porque la realidad es dolorosa en todas las dimensiones posibles de nombrar. Y es que, sufrida, necesitamos mencionarla y caracterizarla, perfeccionando una interpretación tan irremediablemente compleja, como compleja es sentirla, experimentarla y ponderarla.

Presentándose lo harto consabido como una novedad, aliterada fácilmente la tribuna política y la de opinión, recreados por el cliché devenido análisis, diagnóstico y pronóstico, la interlocución se reduce a una inevitable pusilanimidad militante, conveniente y – por supuesto - calculada para asombro de aquellos que la explican por naturaleza, nacimiento e irresistible vocación. Luego, sintonizados con el régimen, justo y pecadores tienden a reverenciar a los pusilánimes que, lógico, vacilan en todo lo que les sea aconsejable, jamás se comprometen dizque dejando la puerta abierta a otras opciones, empobrecen deliberadamente el lenguaje, nunca responden por un exilio que partió por y vuelve a Maiquetía al tratarse de un increíble receso vacacional, evaden sistemáticamente la controversia, convierten la morisqueta en una gracia, y – encima – tienen la enfermedad de Aladino: el mal genio.

Recordado por nuestro amigo Freddy Millán Borges, días atrás, solemos realzar el mito en lugar de la historia, el deseo frente a la realidad, el espectáculo ante la política, realzando el vulgar mensaje panfletario, subestimando la quiebra de la industria petrolera que, nada más y nada menos, afecta aquella jerarquía geopolítica y geoestratégica que ostentamos en el siglo XX.  El oficialismo puede darse el lujo de profesar el señorío de la pusilanimidad que lo sostiene, concupiscente el desempeño del poder, al fin y al cabo, pero no sus adversarios recurrentemente indecisos, anecdóticos y cabalmente oportunistas que, venerados por sus laboratorios digitales, conscientemente o no, desde el ámbito ajeno o propio de la política, provocan la aguda crisis del liderazgo venezolano transitado dentro y fuera del efectivo ejercicio del poder.

Agradecidos por el respaldo que le dio Donald Trump en su anterior gobierno a la causa de la libertad por estas latitudes, sin que estemos aquejados por una suerte de sobrevenido trumpismo, valoramos las diferencias ampliamente televisadas que tuvo recientemente con Volodimir Zelenski. Lo deseable era que el diferendo fuese tratado en un recinto alejado de las cámaras, pero también ha ocurrido que la posterior tergiversación de los hechos, la interesada puerilidad de sus versiones, y la confusión que se hace políticamente rentable, obligó a la Casa Blanca a una inmediata difusión del encuentro presidencial y sus desavenencias.

Salvadas las distancias, en las actuales circunstancias de nuestro país, se han propuesto fórmulas de negociación entre la oposición y el gobierno. No obstante, por el sobrepeso de las suspicacias que el solo esbozo de la iniciativa suscita para ambas partes, la experiencia negociadora acumulada y las incontables interpretaciones, equívocos y malestares que desencadenan, sacrificada la verdad, luce recomendable que toda negociación se haga pública, simultánea y transparentemente para superar la pusilanimidad trastocada en una burda majadería, pues, imposible aceptar y legitimar que, a la postre, sea igual elegir una alternativa u otra para el decisor de una oposición resignada a serlo por siempre.   

Los hubo, sin lugar a dudas, aunque pocas veces en nuestro historial republicano los pusilánimes fueron determinantes y duraderos, cañoneros del aire acondicionado que juran facilitar los retos, clamando por las comodidades de una lucha.  Y, finalmente, una indispensable acotación en el caso  de asumir lo que podría convertirse en el otro diagnóstico estratégico que derive en un plan de recuperación del liderazgo político: por favor, no confundamos la pusilanimidad con la discreción, la prudencia, la moderación.

Fotografías: LB, La Grand Plaz (Caracas, 28/02/2025).

04/03/2025:

https://www.elnacional.com/opinion/de-la-reverenciada-pusilanimidad-politica/

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