EL CAMBIO ES HIJO DE LA COMPRENSIÓN
(San Mateo, 3: 1-12)
En la predicación que Mateo
pone en boca de Juan destaca un doble elemento: por un lado, la continuidad;
por otro la diferencia.
El Bautista parece un
predicador cristiano, que se adelanta a proclamar el mismo mensaje que
anunciará Jesús:
· "convertíos porque
está cerca el reino de los cielos" (Mateo, como buen judío, no usará el
nombre de "Dios", que sustituirá por "los cielos") es la
proclamación con la que el Maestro de Nazaret iniciará su misión (4,17);
· la durísima recriminación
"raza de víboras", dirigida a la autoridad religiosa y a los teólogos
oficiales, aparecerá también en labios de Jesús, en 12,34 y en 23,33.
(Digamos, entre paréntesis,
que es probable que esta expresión no fuera usada por Jesús, sino que surgiera
en la aguda controversia de los fariseos y las primeras comunidades cristianas,
después del año 70).
Sin embargo, por más que es
notorio el interés del evangelista por acentuar la continuidad, no es menos
evidente la diferencia entre ambos mensajes. La imagen del hacha puesta a la
base de los árboles no encuentra parecido en el mensaje de Jesús. Y ciertamente
la imagen de Dios que se desprende en uno y otro caso es bien diferenteCon
Juan, nos parece estar escuchando aún el mensaje del Antiguo Testamento, cuando
pone el acento en la venganza de Dios contra el pueblo infiel; Jesús, por el
contrario, mostrará el rostro de Dios como fuente de confianza incondicional.
Si todos los evangelistas
recurren constantemente a textos del Antiguo Testamento para hacer ver que se
"cumplen" en Jesús, este interés es todavía mucho más acusado en
Mateo, manifiestamente empeñado en mostrar que en Jesús todo el camino de
Israel ha llegado a su plenitud. De hecho, para él, la comunidad de los
seguidores de Jesús constituirá el verdadero Israel.
Para este evangelio, Jesús
será el "nuevo Moisés" que, en el "nuevo monte", proclamará
la "nueva ley" (el Sermón de la montaña). Pues bien, todo eso va a
empezar, como antiguamente, en el desierto, donde Juan se presenta, vestido
como el gran Elías (Libro 2º de los Reyes 1,8) y alimentándose como un nómada,
para preparar el camino al Señor que viene.
En las palabras del
Bautista, por lo demás, parecen destacarse tres aspectos peculiares de Mateo:
§ el bautismo no es un rito
mágico para "escapar de la ira inminente";
§ lo fundamental es
"dar fruto" –será una insistencia a lo largo de todo su evangelio-,
que consiste en hacer la voluntad de Dios, lo que él espera de los humanos, la
"justicia mayor que la de los escribas y fariseos" (5,20);
§ en cualquier caso, el
bautismo de Juan –se advierte, entre líneas, la polémica que mantenían las
comunidades cristianas con los círculos bautistas- no obtiene el perdón; sólo
Jesús bautizará "con Espíritu Santo y fuego", es decir, comunicando
la misma vida y fuerza divina.
Desde nuestra perspectiva,
podemos valorar la radicalidad del mensaje de Juan, e incluso su lucidez, para
denunciar la falsa religiosidad de quienes ponían su seguridad y su motivo de
superioridad en el hecho de ser "hijos de Abraham".
Sin embargo, en su conjunto,
nos rechina, por el tono moralizante y amenazador. Aparte de que nos hemos
hecho desconfiados ante las "verdades" de pretendidos mesías y
valoramos más la búsqueda de la verdad en el diálogo compartido, hemos crecido
especialmente en sensibilidad ante las "formas" en que se nos
presenta cualquier mensaje.
Más aún. A pesar de que
nuestros comportamientos y actitudes se hallen demasiadas veces marcados por la
inconsciencia o la superficialidad, estamos aprendiendo que las
transformaciones eficaces no van a venir de la mano del moralismo o del
voluntarismo. Las personas no cambiamos porque nos lo impongan desde fuera ni
porque hagamos buenos propósitos. El cambio es hijo de la comprensión.
Si todo el mal que existe en
el mundo es consecuencia de la ignorancia, en el sentido más profundo del
término –"sólo existe un perpetrador de maldad en el planeta: la
inconsciencia humana" (Tolle)-el bien siempre viene de la mano de la
comprensión.
Permanecemos en la
ignorancia mientras nos percibimos como egos aislados y separados, que giran
forzosamente de una manera egocentrada. Tomar al yo como si fuera nuestra
verdadera identidad es la causa de todo el sufrimiento que nos infligimos a
nosotros mismos y a los demás.
La comprensión aparece
cuando logramos tomar distancia del yo. Pero eso requiere algo a lo que no
estamos acostumbrados: acallar la mente y venir al presente.
Ego es igual a pensamiento
no observado y a pasado/futuro. Por eso, mientras no silenciemos la mente, no
podremos salir de él ni podremos dejar de vivir de un modo egocéntrico.
Sin embargo, en los momentos
en que venimos al presente –si realmente estamos completamente
"volcados" en el aquí y ahora-, notaremos hasta qué punto se modifica
nuestro modo habitual de percibir.
Se habrá modificado,
incluso, la percepción de nuestra propia identidad. Cuando estás en el presente
sin pensamientos, tú no puedes encontrarte a ti mismo como "yo"; te
percibes en lo que eres, la Conciencia que está detrás de los pensamientos, la
Presencia que, sencillamente, es.
Este parece ser nuestro
aprendizaje. Porque cualquiera de nosotros es capaz de acallar los pensamientos
y estar en presente en una fracción de segundo. Nos cuesta mucho más, sin
embargo, permanecer en la presencia continuada, de la que no nos saquen ni
nuestros recuerdos incontrolados ni nuestras proyecciones imaginarias.
Aprender a vivir en presente
– silenciar la mente – tomar distancia del ego (o yo) – comprender quienes
somos... es un arte, al alcance de todo ser humano, pero que requiere
motivación y práctica. No porque sea difícil, sino porque estamos tan
identificados con el otro modo de funcionar, que nos incapacita justamente para
lo más simple: sólo estar, sólo ser.
Ese "estar" o
"ser" es también la comprensión que nos plenifica y nos transforma.
Porque no es un "estar" como nuestra mente podría imaginarlo, sino
que se trata nada menos que una plenitud de Presencia, en la que no falta nada.
Al "hacernos amigos" del momento presente, se nos regala la paz y se
nos desvela nuestra identidad más profunda.
Y esa identidad es Paz y
Gozo. Desde la No-dualidad, percibimos que lo Real es un Darse permanente en
infinidad de formas, Dios mismo viviéndose en cada una de ellas, en cada uno de
nosotros/as.
Por eso, quiero terminar
este comentario con un texto precioso de Javier Melloni, que me hace llegar una
amiga:
"Nuestra existencia es
el éxtasis de Dios, la joya infinita de Dios. ¿Qué me priva de gozar de lo
mismo que Dios goza y es para él joya?".
Os deseo de corazón la
experiencia inefable de ese Gozo permanente.
Fuente:
https://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/1507-el-cambio-es-hijo-de-la-comprensi%C3%B3n.html
Ilustración: El Greco.
Gráfica: Segundo domingo de Adviento, altar de la Iglesia de Nuestra Señora de la Coromoto (CCs, 07/12/2025).
El Vaticano Rechaza el
Diaconado Femenino: Golpe a la Agenda Reformista | P. Santiago Martín FM:
https://www.youtube.com/watch?v=zHmtWxhcKug



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