"Problemas muy distintos, pero tampoco sencillos, presenta el tratamiento de este tipo de episodios para los historiadores, que deben desplegar especial desapasionamiento y sutileza al narrarlos, evitando al máximo la subjetividad, el partidismo y los juicios exagerados o simples, en uno u otro sentido. Esto último, sobre todo, porque el historiador debe saber distinguir siempre, y en estas ocasiones más aún, su papel respecto del de un juez o el abogado de una causa, y atenerse estrictamente a su función, que consiste en descubrir y explicar lo que ocurrió, con la máxima ecuanimidad posible, sin realzar o minimizar datos que favorezcan o perjudiquen a una de las partes. Lo que de ningún modo significa, desde luego, equiparación, equivalencia o asepsia, ni excluye que, en sus conclusiones, emita valoraciones y lance juicios éticos, siempre que estén nítidamente deslindados de los datos que cree probados"
José Álvarez Junco
("Qué hacer con un pasado sucio", Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2022: 256)
Ilustración: Aleksandra Waliszewska.
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