DEL ESCEPTICISMO POLÍTICAMENTE SANO
Luis Barragán
El de la política ha de ser el ámbito natural de toda
duda razonable, sobre todo, bajo los regímenes (algo más que) autoritarios que
dificultan y persiguen el libre debate de sus oponentes, incluyendo a los partidarios
por muy reiterado que fuese el testimonio de sus lealtades. Ganar la confianza
de los más escépticos, sugiere la adecuada percepción, comprensión y
reconocimiento de sus inquietudes, vicisitudes y planteamientos, frente al
poder establecido que los desea definitivamente resignados, aplacados y
avergonzados luego de dos décadas y media del más intenso y cruel populismo.
El silenciamiento y la aparente docilidad de las
grandes mayorías, no se debe solamente al uso de la fuerza, sino a una
sistemática manipulación y confusión de prefabricadas certezas que tienden a
exaltar los ánimos, a jugar infinitamente con las emociones y, degradándola al
perder su naturaleza democrática, a trastocar la política en un territorio de
la insensatez, de lo circense, de lo radicalmente efímero. Por supuesto,
aplacamiento y docilidad encaminados a la generación de una triple culpa: ante
el gobierno erigido como un insólito tuerto en el país de los ciegos, la dirección
opositora disponible empeñada en un constante e inconsulto lanzamiento de
dados, y el propio entorno personal que convierte la resiliencia en una burda
adaptación.
El cuestionamiento de las definiciones, tácticas y
estrategias políticas, con un sentido crítico – diría, por ahora – arendtiano, en cualesquiera aceras políticas
e ideológicas, no debe alamar a nadie y, más aún, cuando se trata de las pocas
oportunidades abiertas para la oposición, la necesidad de atajar aquellas
decisiones impulsivas y repentinas, como la de sortear los riesgos y peligros
de esta hora. Un sano escepticismo, nunca será igual al pesimismo, la cobardía,
la inseguridad, o la indecisión, porque el miedo tiene otros y mejores
disfraces, se trata de reforzar la confianza de la dirigencia en sí misma y de
informarla cabalmente, en la búsqueda de un optimismo comprometido y creador.
El escepticismo es el terreno fértil para todo
estratega político capaz de analizar a fondo las circunstancias y de prever otras,
testeando una realidad frecuentemente engañosa, calibrando el menor gesto de los adversarios, fundado en
las mayores evidencias posibles y, además, posibilitando otros escenarios para
una definitiva resolución del problema. No faltaba más, terreno indispensable
para las direcciones colegiadas, pues, cómo entender la existencia misma de la
política con un decisor que no consulta, dialoga, discute, habla, con el otro y
los otros.
En un contexto inundado por las narrativas emocionales,
importa el regreso masivo a la razón y, particularmente, el de los cuadros
políticos tentados por el calculado lenguaje del poder – acotemos –
estigmatizador. Lenguaje de azares, de aparentes espontaneidades y futilidades,
merecedor del activo escepticismo ciudadano que lo sabe expansivo y
contaminante. O, ¿habrá que telefonear a Mandrake para conjurarlo?
Fotografías:
LB, Universidad Simón Bolívar (Sartenejas, 23/05/23).
23/09/25:
https://www.elnacional.com/2025/09/del-escepticismo-politicamente-sano/
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