martes, 23 de septiembre de 2025

¿Alguien con el número telefónico de Mandrake?

DEL ESCEPTICISMO POLÍTICAMENTE SANO

Luis Barragán

El de la política ha de ser el ámbito natural de toda duda razonable, sobre todo, bajo los regímenes (algo más que) autoritarios que dificultan y persiguen el libre debate de sus oponentes, incluyendo a los partidarios por muy reiterado que fuese el testimonio de sus lealtades. Ganar la confianza de los más escépticos, sugiere la adecuada percepción, comprensión y reconocimiento de sus inquietudes, vicisitudes y planteamientos, frente al poder establecido que los desea definitivamente resignados, aplacados y avergonzados luego de dos décadas y media del más intenso y cruel populismo.

El silenciamiento y la aparente docilidad de las grandes mayorías, no se debe solamente al uso de la fuerza, sino a una sistemática manipulación y confusión de prefabricadas certezas que tienden a exaltar los ánimos, a jugar infinitamente con las emociones y, degradándola al perder su naturaleza democrática, a trastocar la política en un territorio de la insensatez, de lo circense, de lo radicalmente efímero. Por supuesto, aplacamiento y docilidad encaminados a la generación de una triple culpa: ante el gobierno erigido como un insólito tuerto en el país de los ciegos, la dirección opositora disponible empeñada en un constante e inconsulto lanzamiento de dados, y el propio entorno personal que convierte la resiliencia en una burda adaptación.

El cuestionamiento de las definiciones, tácticas y estrategias políticas, con un sentido crítico – diría, por ahora – arendtiano, en cualesquiera aceras políticas e ideológicas, no debe alamar a nadie y, más aún, cuando se trata de las pocas oportunidades abiertas para la oposición, la necesidad de atajar aquellas decisiones impulsivas y repentinas, como la de sortear los riesgos y peligros de esta hora. Un sano escepticismo, nunca será igual al pesimismo, la cobardía, la inseguridad, o la indecisión, porque el miedo tiene otros y mejores disfraces, se trata de reforzar la confianza de la dirigencia en sí misma y de informarla cabalmente, en la búsqueda de un optimismo comprometido y creador.

El escepticismo es el terreno fértil para todo estratega político capaz de analizar a fondo las circunstancias y de prever otras, testeando una realidad frecuentemente engañosa, calibrando  el menor gesto de los adversarios, fundado en las mayores evidencias posibles y, además, posibilitando otros escenarios para una definitiva resolución del problema. No faltaba más, terreno indispensable para las direcciones colegiadas, pues, cómo entender la existencia misma de la política con un decisor que no consulta, dialoga, discute, habla, con el otro y los otros.

En un contexto inundado por las narrativas emocionales, importa el regreso masivo a la razón y, particularmente, el de los cuadros políticos tentados por el calculado lenguaje del poder – acotemos – estigmatizador. Lenguaje de azares, de aparentes espontaneidades y futilidades, merecedor del activo escepticismo ciudadano que lo sabe expansivo y contaminante. O, ¿habrá que telefonear a Mandrake para conjurarlo?

Fotografías: LB, Universidad Simón Bolívar (Sartenejas, 23/05/23).

23/09/25:

https://www.elnacional.com/2025/09/del-escepticismo-politicamente-sano/

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