DE LA INTENSIFICACIÓN DE LA CAMPAÑA ELECTORAL OPOSITORA
Luis Barragán
Además de legitimar a los conductores del
Estado en sus distintos ámbitos, toda campaña y evento electoral actualiza a la
sociedad más allá de la dimensión política convertida en sistema. Por supuesto, nos referimos fundamentalmente
a las democracias liberales y no a los poderes salvajes que finalmente las
toman por asalto en nombre de la justicia social, la tradición y buenas
costumbres, el árbol de las tres raíces, o la propia libertad.
Los venideros comicios quizá no tan
exclusivamente presidenciales, pero, en todo caso, desde ya, anuncian un
retroceso hacia formas y fórmulas de dominio y sojuzgamiento de remotos
orígenes que no reparan siquiera en la cortesía de las apariencias. Todo ha de depender del capricho de quien
decidió la definitiva composición del máximo organismo electoral, faltando
poco, entendido como parte de un órgano autónomo del Poder Público de acuerdo
al constituyente que ha desmentido hasta la saciedad la Constitución que alguna
vez suscribió.
A menos que cargue los dados con una repentina
multiplicación de los candidatos dizque opositores capaces de darle una cierta
y festiva ambientación a la etapa que
viene, debidamente bonificados, incluso, inventándose una suerte de tímido y
calculado rival frente al sagrado continuismo de Maduro Moros en la órbita
misma del oficialismo, todo parece
acentuar el tedio de un libreto al estilo de su colega nicaragüense.
Quedan atrás las jugadas y jugarretas de Chávez Frías, probadas al compás de la
incansable verborrea que pretendió una fachada de trascendencia histórica,
donde simplemente no la había.
Cónsona con la realidad del país, la escasez
de los genuinos y también falsos aspirantes presidenciales, habla de las
inmensas dificultades y falta de
recursos que ya no alcanzan siquiera
para todos los prohombres del régimen sujetos a purgas ocasionales. Algo propio
del reciente paisaje urbano venezolano, el solo levantamiento y exhibición de
las grúas para la construcción de vistosos inmuebles, no sugiere
automáticamente un auge de la industria de la construcción y, mucho menos, un
signo de recuperación de nuestra economía: la existencia de un determinado
número de aspirantes presidenciales, como siempre lo ha deseado el régimen, no
es síntoma de mejoría alguna en nuestra salud democrática.
Lucen
excesivas, repetitivas y agotadoras las maniobras de distracción madurista,
como la de adelantar o postergar la fecha electoral. Ésta, tan persistente
manipulación a la que se suma la inhabilitación o rehabilitación - acaso -
predecible de los contendores de la oposición real, cansa particularmente a los
auténticos cuadros medios del PSUV: susceptibles de una caprichosa depuración,
tienen por antagonistas a los no menos auténticos barones y demás aristócratas
del partido que no lidian a diario con la población que crecientemente los
repudia. Sacando del patio a los líderes
naturales de la más cauta o abierta disidencia, deben los caporales defenderse
de los banderillazos de los líderes artificiales y feudales de casa.
Luego, forzada por siempre la relección, luce
necesario intensificar la campaña electoral opositora, hacer prédica cívica
constante, no detenerse ante las fintas
oficiales, por todos los medios y candidatos opositores naturales disponibles.
Significa denunciar las realidades presuntamente anónimas e indoloras que están
dramáticamente vivas, emplear cualesquiera recursos de difusión y generar una
nueva mística, la que no se decreta, sino nace del testimonio palpable de la
Venezuela profunda que clama por su reconocimiento y transformación.
En última instancia, equivale a la
reivindicación de una convincente y eficaz conducción política que despliegue
toda la claridad táctica y estratégica que demanda la ciudadanía. Sinceridad,
como algo más que una habilidad para desenmascarar al régimen de los
silenciamientos, y que ya no hace fiesta
y feria de las jornadas electorales a la vieja usanza.
Fotografía: LB (Caracas, 12/2022).
01/05/2023:
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