DE LA CIUDAD LAMINADA
Luis Barragán
Ocurriendo igualmente
en el resto del país, puede decirse de una cada vez más intensa craterización
de Caracas. Expresión cabal de todos los
deterioros, esta vez, el agujeramiento no es fruto de los escombros en
constante mudanza, sino del destape que literalmente ha experimentado la urbe,
sin que nada tenga que ver con el fenómeno cinematográfico de la España de
finales de los setenta del veinte.
Ruedan por
calles, a veces oxidadas, piezas de acero o hierro colado que no tienen una
suerte semejante a las de aluminio que alguna vez exhibió la urbe para prevenir
las consecuencias fatales de los accidentes viales. En cantidades que pueden asombrar por su peso
y medida, hay rejas y tapas muy gruesas que ya no protegen las ahora peligrosas
cavidades de los espacios públicos, según una muestra que hemos tomado (https://apuntaje.blogspot.com/2023/06/inspeccion-ocular-el-destape-de-la.html).
Antes,
sellaban los ductos de agua, de gas, del cableado eléctrico o telefónico,
incluso, abundan los que pertenecieron a empresas ya inexistentes. Hoy, son peligrosas láminas que no levantan
naturalmente vuelo, pero pueden ocasionar alguna tragedia al deslizarse poco a
poco, mastodónicamente, con sus filamentos.
Ha sido tan
gigantesca y sostenida la negligencia gubernamental que, por muy pesadas que
sean las piezas, se desprenden. Incluso, las hemos visto y fotografiado, como
un hito o mojón de cemento increíblemente
desprendido que, a la postre, sirve para que nadie remueva una plancha de
hierro y otra de cemento que tapan un hueco cundido de cables en las cercanías
de la sede presidencial y de varios despachos ministeriales, al lado del Banco
Central de Venezuela.
Aquellas
láminas todavía no desprendidas, pero que pudieran estarlo por lo que parece
una precaria soldadura, frecuentemente
se les observa dobladas, a punto de ceder, llenas de agua, basura y lodo: tan quebradas
como el pavimento que las rodea, cansadas y obstinadas de los millones de
pisadas. Ya ni siquiera habrá una suerte de mapa de los ductos, tanquetas,
tanquillas y afines de Caracas, y, mucho menos, un conteo de las oquedades.
Lo peor, suponemos que tampoco hay industria metalúrgica en el país capaz de actualizar a la ciudad a un costo – por lo demás - razonable. Ni siquiera recursos para importar las piezas y, con una mano de obra cada vez más barata, hacer los trabajos, pues, recordemos, corrupción es también dejar que todo se destruya para justificar el gasto.
No quisiéramos
siquiera imaginar todas las calles, avenidas y autopistas subterráneas y muy
subterráneas que pueden dar hogar a millones de roedores, por ejemplo, capaces
de propagar enfermedades, aún más en
tiempos de lluvia. Huelga comentar la enorme cantidad de personas y automóviles
accidentados por estos cráteres y, ahora, las láminas que danzan por doquier.
Fotografías: LB (2023).
12/06/2023:
https://opinionynoticias.com/opinionpolitica/39484-de-la-ciudad-laminada
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