"Tampoco hace mucha falta ahora la compañía, teniendo una mesa junto al ventanal, un cappuccino caliente y un New York Times que alguien ha tenido la deferencia de olvidar al marcharse. En el periódico se ve en seguida, nada más hojearlo, que el mundo, en general, es un sitio espantoso, atravesado por desgracias, ulcerado de hecatombes, de las variedades más inauditas de la explotación y la crueldad, anegado de miles de millones de vidas humanas que pululan arrasándolo como una plaga global de termitas, y la mayor parte de las cuales transcurren, del nacimiento a la muerte, de manera espantosa, entre la miseria, el dolor y la oscuridad, en un hacinamiento parecido al de los dibujos de Brueghel. Pero basta apartar los ojos de una foto atroz y pasar la página para que el infierno que viven otros deje de existir. Leer el periódico en el café es otro de los grandes placeres baratos y menores de la vida, y como casi todos ellos implica en el fondo una cierta mezquindad de corazón. Hasta el hecho de leerlo gratis le da a la lectura un aliciente de parasitismo confortable, muy propio de quien se pasa el día yendo de un lado para otro y sin hacer nada de sustancia, nada más que mirar, mirar los edificios, los árboles, las limusinas, las caras de la gente, mirar cualquier clase de escaparates, lo mismo los de las librerías de segunda mano que los de las tiendas de lencería femenina o de embrujos y conjuros caribeños, o los de esos establecimientos con aire de clandestinidad y discretos reclamos de neón en forma de mano o de ojo en los que se anuncia la consulta de una pitonisa"
Antonio Muñoz Molina
("Ventanas de Manhattan", EpubLibre, 2004: 179 s.)
Ilustración: Franck Gerard.
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