DE LA DEGUSTACIÓN DE CALLE
Luis Barragán
Convengamos
mejor en el gesto eufemístico para referirnos a un problema que es inicial y
gravemente sanitario, como el de vernos forzados a comer literalmente en la calle. En medio del tránsito vehicular y
peatonal, el gas de las peores
intenciones medioambientales, la basura, los huecos, la mendicidad que rebrota,
incluso, confiscada la acera, se levanta otro símbolo del socialismo del siglo
XXI, alterno a la motocicleta de la más baja o alta cilindrada: el carrito de
perro-caliente, cuyo diminutivo debemos atribuir solamente a la costumbre.
Sentimos que
los venezolanos de las grandes metrópolis, al menos, no adquirimos la costumbre
de comer en restaurantes con mesas organizadas y extendidas a la vía pública,
quizá porque enfriaba rápidamente la comida en un ambiente propenso al
abigarramiento y el caos en los espacios disponibles, quizá por el altísimo
riesgo de que la clientela huyera sin pagar, práctica conocida como la de
”echar el carro”. Mi generación supo de mesas que rasgaban los bulevares, café,
cerveza, una hamburguesa o sandwiche de rápida elaboración, que liquidó la
enorme inseguridad personal y la incesante pedigüeñería gerenciada por sendas
mafias, a lo mejor imposible de
reeditar, como lo desean, en esta era del flamante socialismo del siglo XXI.
Lo peor de todo es que ya es hábito promedio el de comer fuera de un recinto especializado, seguro y confortable, aireado, con baños, atendido por personas que gozan de plena identificación, soportando un exceso de cargas fiscales y parafiscales, susceptibles al reclamo de la clientela, confiables hasta por una tradición de años, aun cuando nos parezcan taguaras. Ya se hizo costumbre el consumo callejero que algunos se atreven a llamar degustación, aunque no es exactamente eso el permanente peligro de caer prisioneros de una bacteria que puede ser mortal.
Fotografías: LB.
19/02/2024:
https://opinionynoticias.com/opinionnacional/40768-de-la-degustacion-de-calle
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