SALA DE MÁQUINA
Luis Barragán
Todo lo
políticamente impráctico explica a los regímenes de fuerza, cual invariable
blasón para la vanidad de sus beneficiarios. Una diaria e incansable artillería
de órdenes, directrices y mandatos, por contradictorios y arbitrarios que
fuesen, se antoja inapelable con la salvedad de los matices y diferencias que
suscita en la reducida cúpula que se esfuerza por administrarlos, incluyendo la
cauta medición de sus cíclicas tensiones, fuesen ciertas o inciertas.
Por prepotente,
maniqueo y expedito que sea, el socialismo del siglo XXI con sede en
Miraflores, ha de moverse cuidadosamente para no provocar cortocircuitos u
otros sobrevenidos accidentes e incidentes en el conglomerado diverso de los
intereses que lo soportan. Reajustes cuidadosos y, a veces, incomprensibles e
inoportunos que rinden sus resultados a la postre, como la completa
modificación del directorio del CNE, sacrificando a unos militantes del PSUV
por otros aún más militantes, o los cambios quirúrgicos en el TSJ, arsenal
político más que jurídico. Esto es, por la bondad de una estrategia política quizá
de sello clausewitziano que incurre en la maldad de negarle el ejercicio de la
política misma a la genuina oposición, irreductiblemente plural, yendo a su
centro de gravedad y procurando alcanzar el punto culminante de la victoria que
no incluye la total aniquilación del enemigo a lo habanero, garantizando la
subsistencia de la oposición histriónica.
Obviamente, el
presupuesto público unifica al oficialismo, contrastando naturalmente con la
oposición real, la de todo un país que, por estas latitudes u otras muy antes
inimaginables, la une el espanto, en lugar del amor, a lo Jorge Luis Borges. Y,
porque la afectó en todos sus sectores, la tentación es la de usar las
herramientas del régimen prejuicioso y revanchista, hablar lo menos posible
entre sí, cultivar un cierto mesianismo, actuar como una secta religiosa para
no hacer política y, mucho menos, comprometernos en un mismo desarrollo
estratégico, contando los pollos antes de
nacer: en lugar de una sala de máquina que empuje con fuerza a la
embarcación bajo el asedio de los torpedos, imaginamos una vieja sala de
refrigeración que cruza tan lentamente el oleaje, teniendo el tercer mes del
presente año a la vuelta de la esquina, sin novedad que asentar en el cuaderno
de bitácora excepto los otros nombres para la persecución y la represión.
La sala de
máquina reclama sentido común, la masificación del lenguaje de la crisis que
desemboque en un compromiso creciente con las soluciones y sacrificios que
demanda, superando palmo a palmo el miedo y la confusión que fluyen por la
criminalización de toda animadversión, disidencia y oposición. Y es que, este
socialismo no menos real que los sobrevivientes en el resto del mundo, brega infructuosamente
por todo lo que políticamente sea impensable.
Fotografías: LB. Cercano al acceso a la Hemeroteca Nacional, Foro
Libertador (CCS, 15/02/2024).
20/02/2024:
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