“El hecho de que Dios manifestara al Resucitado «no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había escogido de antemano» (Hch 10,41), y de que haya asentado la fe de los pueblos sobre el precario cimiento de ese testimonio («¡Señor! ¿Quién ha creído a nuestra predicación?», Is 53,1 = Rm 10,16; y sin embargo: «la fe viene de la predicación», 10,17), es en sí mismo, no sólo osadía, sino «escándalo y locura*. Jesús sólo pudo dar a conocer al Dios escondido, que es fiel hasta el final a su alianza, «porque él mismo fue y es partícipe del ocultamiento de Dios»”
Hans Urs von
Balthasar
(“Teología
de los tres días. El misterio pascual”, Ediciones Encuentro, Barcelona, 2000: 215)
Ilustración: Stephen B. Whatley.
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