"De ahí que sabiduría, serenidad y duda vayan de la mano y desemboquen en la prudencia, que ayuda a ser inteligente de una manera superior y espiritual, tal y como nos aconsejaba Cicerón, que acuñó la palabra para designar la capacidad para leer entre líneas y así poder captar y escoger cuando se tiene que decidir. Algo que requiere antes comprender, entender e inventar. Una serenidad de espíritu que se cobra su tiempo, a veces biográfico, para ser prudente y abordar una tarea de fondo mucho más profunda. Una empresa que requiere capacidad para distanciarse y analizar desde dentro de una libertad de pensamiento crítica y heterodoxa, la manera de ofrecer respuestas que decidan bien. Por este motivo la sabiduría no es teórica sino práctica. Proyecta virtud, hábitos que buscan el aprendizaje y buenas prácticas que nos instalan en la templanza, la moderación, la paciencia y la tranquilidad"
José María Lassalle
("Civilización artificial. Sabiduría o sustitución: el dilema humano ante la IA", Arpa, Barcelona, 2024: 212 s.)
Ilustración: Franck Gerard.
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