miércoles, 16 de octubre de 2024

Ellos fueron los locos

ENTREVISTA CON UN SENSATO: DIÓGENES ESCALANTE

Elías Pino Iturrieta

Como me parece que vivimos tiempos esquizofrénicos, especialmente en el campo de la oposición, tuve la idea de confirmar el punto con el difunto Diógenes Escalante. Si ha sido común que se relacione su experiencia con un caso célebre de locura individual, susceptible de determinar el rumbo de los negocios públicos, pensé que ofrecería respuestas capaces de satisfacer mi inquietud. Bingo: a continuación descubrirán ustedes el motivo.

Antes debo recordar el hecho que lo hizo famoso. En julio de 1945, mientras reside en Washington como Embajador de Venezuela, es escogido como candidato presidencial por los líderes del gobierno y de la oposición que buscan una transición política que conduzca a Venezuela por el rumbo de la democracia. Acepta la propuesta, pero se vuelve loco cuando regresa a Caracas y no queda más remedio que sacarlo del juego en medio de general consternación. Tal es la versión que ha llegado al dominio generalizado, sin ningún tipo de observación o de enmienda, pero de lo que sigue puede aparecer otra explicación.

-Temo que sea yo inoportuno, señor Escalante, pero quiero tratar un tema venezolano que usted debe manejar a la perfección: política y demencia.

-Tranquilo, me gustan los inoportunos. Un par de ellos me buscó en 1945 y quedé encantado con su visita y con lo que resultó de ella. Esos inoportunos me convirtieron en figura esencial para el juego del poder, pero también en una comidilla sin terminación sobre la que conviene hablar con calma.

-Me parece que es importante un comentario específico de esa reunión, porque fue el principio de su “proyecto” presidencial.

-Me fueron a ver en el Hotel Statler de Washington dos de las personas, para mí desconocidas personalmente, más interesadas en mi postulación: los jóvenes Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Me dijeron que apoyarían mi entrada en Miraflores si garantizaba la aprobación del voto universal, directo y secreto de los venezolanos en la venidera contienda electoral, y otras medidas para salvaguardar a los nacientes partidos políticos, y seguridades sobre la libertad de imprenta y sindicato. Hablaron de una reforma constitucional que fundaría una sociedad distinta y pujante. Aseguraron el respaldo de Acción  Democrática, que harían público si salía humo blanco del curioso trío convertido en cónclave. También refirieron anteriores reuniones con el PDV y con el propio presidente Isaías Medina Angarita, que los habían llevado al diálogo que entonces realizábamos. No quise firmar un compromiso en un documento escrito, como sugirió la desconfianza de Betancourt, pero les aseguré que aceptaba lo fundamental de la propuesta. Eso fue todo.

-¿Usted estaba enterado del proyecto, antes de conocer a Betancourt y a Leoni?

-Por supuesto. Me lo había comunicado con todo detalle Julio Medina, hermano y mensajero del Presidente. También tenía idea de lo fundamental gracias a las informaciones que me facilitaba mi amigo el historiador Caracciolo Parra Pérez, compañero de muchas lidias anteriores de la diplomacia. Ni siquiera escapaba ya de mi conocimiento la inquina que el asunto despertaba en mi querido amigo de la infancia, Eleazar López Contreras, con quien trabajé muy cerca en Palacio, pero quien había renovado su gusto por la primera magistratura y necesitaba que yo permaneciera en el extranjero. Fue así como, con todos los ases en la mano, acepté lo que parecía un triunfo romano.

-¿Qué pito tocó entonces el pueblo venezolano?

-Hace usted preguntas curiosas. Nadie habló entonces del pueblo venezolano, ni de la necesidad de consultar con quieres supuestamente podían representarlo. Si no pasa ahora en este tipo de cocinados, menos podía ocurrir en julio de 1945.

-No han faltado quienes aseguran que usted, debido a su inexperiencia, se dejó embaucar desde el principio, o que no supo poner condiciones oportunas para evitar un  naufragio que estaba a la vista.

-Eso da risa. Inexpertos eran los que me buscaban, realmente neófitos; o unos señorones que todavía practicaban la política del siglo XIX como si el mundo no hubiera dado mil vueltas. Voy a hacer una breve nómina de las figuras políticas con quienes trabajé, o con quienes llegué a tratos de importancia mucho antes de que unos debutantes en los asuntos del poder echaran los dientes, o de que unos señores estrujados por el almanaque buscaran cirugía plástica. Me refiero a gallos criollos y extranjeros como Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Laureano Vallenilla, Victorino Márquez Bustillos, Franklin Delano Roosevelt, Cordell Hull en tiempo de vísperas guerreras, y Harry Truman. Algo debí aprender con su contacto, algo de astucia y cálculo debí guardar en el equipaje antes de aceptar una candidatura presidencial. Yo sabía perfectamente lo que estaba haciendo, mientras mis promotores estaban en la luna.

-Afirma usted que no fue responsable de un drama que lo tiene como actor estelar, que la responsabilidad fue de los creadores de su candidatura. ¿Puede profundizar el punto?

-Soy culpable de vanidad personal. Recuerde usted que mi nombre sonó para la Presidencia de la República en 1931, en reemplazo de Juan Bautista Pérez. Como ahora se ventilaba otra vez, pensé que era un protagonista imprescindible que no podía desperdiciar su segunda oportunidad. También pensé, movido por el ascenso estelar que se me ofrecía, que era un estadista de alto coturno llamado a remediar los males de Venezuela. Nada extraño en la naturaleza humana, en sentido general, pero absolutamente irresponsable y desconsiderado cuando la sociedad mira hacia nuevos horizontes. Pero eso no es demencia, sino soberbia. Yo era diestro en las alturas de la sociedad, caballero habitual de clubes y tertulias, un pez en el agua del refinamiento que iba a nadar en la piscina más grande. Los que me escogieron eran unos locos de manicomio. Ellos sí.

-¿Por qué, si puede precisar?

-No pueden estar en sus cabales unos políticos que le piden que se convierta en protector de la libertad de pensamiento al funcionario que creó la máquina de propaganda del gomecismo. Más de un tornillo debe faltar en el seso de unos dirigentes viejos y nuevos que pretendían convertir en adelantado de la libertad a un burócrata que se hizo de la vista gorda ante los vejámenes del gomecismo, sin siquiera parpadear durante casi tres décadas bañadas en sangre. Algo demencial debió funcionar en las intenciones de unos proponentes que me presentaban como autor de luminosas ideas, cuando ni siquiera un folleto escribí en mi vida. En suma, si se ha encontrado la locura como explicación de mi peripecia personal, me parece que el problema es más colectivo que individual.

-Pero usted conocía los problemas de la sociedad debido a su experiencia de alto funcionario, quizá pensaron los promotores de su candidatura.

-No sé cómo puede llegar usted a una conclusión de ese tamaño. Entre 1904 y 1910 fui cónsul en Liverpool, Berlín, Holanda y Francia. Entre 1920 y 1933 fui Ministro Plenipotenciario en Londres y Delegado ante la Liga de las Naciones. Entre 1937 y 1945 fui Embajador en Washington. Por consiguiente, viví en las capitales extranjeras sin relacionarme con las vivencias nacionales, alejado de sus hombres y de los problemas de sus hombres. Son veintisiete años de distancia, casi de divorcio, debido a los cuales se impuso en mis asuntos un desconocimiento fundamental de la realidad que debía dominar y transformar. Cualquiera que no fuera Diógenes Escalante la hubiera atendido con mayor propiedad.

-Asumía usted un desafío imposible, en suma.

-Junto con mis promotores, desde luego. Pero el fin de la historia consiste en el hecho de que esa realidad me golpeó en la cara cuando se suponía que regresaba para ocuparme de ella. Cuando la palpé otra vez, después de una gigantesca falta personal, me provocó una imposibilidad irremediable de comunicación. Me bloqueó, me hizo enmudecer para siempre, me convirtió en un sujeto inútil que dejó de hacer contacto con el resto del contorno. ¿Cómo podía tratarlo en adelante con eficiencia y respeto? Ya no tenía tiempo para descubrir lo desconocido, algo tan apabullante que me condenó a vivir, primero en un limbo que fabriqué para protegerme, después en la curiosidad de los rincones, y en una crónica dominada por lo superfluo. 

Dejé en paz al difunto después de esta colosal afirmación, pensando en cómo la tragedia jamás se ha atribuido a sus convidantes.

06/08/2023:

https://lga.lagranaldea.com/2023/08/06/entrevista-con-el-sensato-diogenes-escalante/


ENTREVISTA IMAGINARIA AL PRESIDENTE ISAÍAS MEDINA ANGARITA

Angel Gustavo Cabrera 

Esta entrevista es posible, gracias a su esposa Doña Irma Felizola de Medina, quien le hizo rogar al General Isaías Medina Angarita que me concediera esta entrevista, ya que había decidido, desde hace cinco años, no hablar más de su pasado político, había manifestado que ya estaba en los libros de historia, en las muy buenas investigaciones historiográficas, además que había escrito un libro «Cuatro años de Democracia», donde estaba su legado histórico, no necesitaba agregar nada más. El General siempre estuvo recostado en una hamaca, mirando casi siempre al horizonte de un paisaje vegetal, descansando en una casa de campo prestada por un amigo suyo, y me hizo prometer que no revelara el lugar donde se encontraba porque estaba de retiro, lo aquejaban algunas dolencias y lo que deseaba era mucha paz. El General, recién había llegado de New York donde estuvo residenciado desde su destierro en aquel año terrible de 1945. Aunque, siempre dijo: “la suerte de Venezuela nunca me será indiferente”.

Después de agradecer la cortesía, me hizo ver que “fuera al grano” y que me daba solo una hora para responder las preguntas que yo quisiera. Pude notar su grado de bonhomía personal que impregnaba el ambiente.

General, debo agradecerle a su esposa y a Usted por concederme parte de su valioso tiempo para esta entrevista. Soy de estas tierras andinas y siempre me ha llamado la atención la importancia histórica de los andinos en el poder, en ese tránsito del caudillismo a la democracia, de una Venezuela rural a la urbana. Con Ud. se cierra ese ciclo histórico.

¿Qué me dice al respecto?

UNA.- Joven periodista, Ud. me hace recordar mis años en la carrera de las armas. Le voy a revelar un secreto: Yo admiré a mi padre José Rosendo Medina, no solo por su gallardía y temple en la defensa de la patria en aquella batalla de San Cristóbal en la que perdió la vida, sino sus valores de hombre justo y de pensamiento moderno. De manera que desde muy chico jugaba a ser soldado, extraía uniformes de escaparate y baúles familiares, tarareando himnos marciales y marcando el paso como un pequeño prusiano de pura cepa. Así que cuando cursé el 2do año de bachillerato se me planteó de nuevo mis inclinaciones profesionales, y dije: Yo quiero ser militar, y el 09 de marzo de 1912 aparece registrado en la Escuela Militar de Caracas el nombre de: ISAIAS MEDINA ANGARITA de 14 años… Disculpe, que me desvié de su pregunta, pero debo decirle que estas tierras andinas se caracterizan por hombres tenaces y metódicos, disponen de una admirable cabeza organizadora, de espíritu callado y taciturno. Si… es verdad, ha producido caudillos a todo lo largo del siglo XIX, pero fueron necesarios para la gobernabilidad y el ordenamiento de la república. Mire que al mismo Juan Vicente Gómez se le reconoce el aporte unificador del país. Me tocó abrir un nuevo ciclo histórico de la era democrática a partir de 1941, y si no es porque se atraviesa las ambiciones personalistas y golpistas de un reducido grupo, hubiese cumplido mi mandato y el Doctor Ángel Biaggini hubiese completado la magna obra.

¿Cuál magna obra Presidente Medina?

No creo que no conozca la historia. Le cuento, En el Congreso teníamos una candidatura de consenso, que me iba a reemplazar al culminar mi mandato. Aprobada por Acción Democrática y el Partido Democrático Venezolano, representada en el diplomático de carrera Diógenes Escalante. Así que lo mandamos a buscar de Washington donde ocupaba el cargo de Embajador de la ONU para que fuera candidato presidencial y seguro Presidente de Venezuela por el acuerdo político en el Congreso, lamentablemente se enfermó y tuvo que renunciar a su candidatura, por lo que propuse al Doctor Ángel Biaggini que gozaba de respeto entre todos y su carta democrática era indiscutible. Había sido senador por el Estado Táchira ante el Congreso Nacional de Venezuela y una experiencia de gerente público, que lo acredita para el cargo presidencial, además era un civil que respaldaba los cambios políticos democráticos que estaban por venir.

¿Pero, disculpe Presidente Isaías Medina, no se ha referido a la magna obra?

Tiene razón, lo que sucede es que doy por sentado que ella se conoce. Entiendo que nada se puede dejar por fuera, y mucho más cuando se trata de una entrevista. Yo tuve un lema adecuado para ese momento histórico venezolano: IR SIN PRISA…PERO SIN PAUSA. En nuestro país estaba todo por hacerse, como señalaba mi amigo y escritor Mario Briceño Iragorry: “El siglo XX comienza en 1940”. Había que trabajar por los derechos civiles y las libertades políticas. Por ello durante mi gestión se legalizaron todos los partidos políticos, no tuve ni siquiera un preso político. Se vive en Venezuela en plena libertad y durante todos esos años no hubo un solo detenido político. El gobernante ya no es un signo de terror. Yo, por ejemplo, me gustaba andar sin escolta en los recorridos por el país, de igual a igual con la gente de todos los sectores sociales….

En eso lo interrumpe su esposa Doña Irma, para contar una anécdota, muy risueña:

“Una vez estábamos en el cine viendo una película, entonces alguien a quién él le impedía la visión por su ancha espalda y altura, le toco a la espalda y le dijo que no lo dejaba ver, e Isaías se rodó. Cuando vino el intermedio, que prendieron las luces, el señor se quería morir, pensaba que represalia vendría. Y mi esposo le dijo: “Amigo no se preocupe, Usted tiene sobrada razón, no tengo la culpa de ser un hombre tan grande y tan fuerte”

¿Según tengo entendido pudo Ud. armonizar intereses con los empresarios, los campesinos, la incipiente clase obrera y con los Estados Unidos?

Las directrices estaban claras, siempre con la sinceridad y la honestidad por delante, mi convicción democrática era inquebrantable, no solo por formación, independiente a la carrera militar, sino por el reto de país en construcción que estaba frente a mí. Estaba claro que mi función era civil por lo tanto me quité el uniforme, una vez que asumí mis funciones presidenciales. No podía desconfiar de nadie y mi trato con los demás fue de igual a igual. Formó un extraordinario equipo de gestión pública con personas probadas, e inclusive con ciudadanos intelectuales que ya conocía. Te menciono a Arturo Uslar Pietri, a Mario Briceño Iragorry, Tulio Chiossone, Nicomedes Rivas, Caracciolo Parra Pérez, Alfredo Machado, Manuel Morán, Eugenio Mendoza, Manuel Silveira, Alejandro Fuenmayor, Gustavo Herrera, Julio Diez, Ángel Biaggini, Pedro Sotillo, y muchos más. Todos, estábamos unidos en proyectos, aportes y nuestra causa era Venezuela. Abrimos la posibilidad que los trabajadores formaran los sindicatos para el reclamo de sus derechos laborales. Estaba aprobada la Reforma Agraria en el Congreso y le había dado su ejecútese para potenciar con justicia y equidad el trabajo y la productividad moderna en el campo venezolano.

Creamos la Ley del Seguro Social obligatorio, Ley de impuesto sobre la renta, el proyecto de la Ciudad Universitaria dirigida por el Arquitecto Raúl Villanueva….

Y la relación con los Estados Unidos. Se dice que la Reforma Petrolera de 1943 causó enemistad con las empresas petroleras radicadas en Venezuela. ¿Qué me puede decir al respecto?

Nada más falso. La Nación Venezolana tenía que revisar y ajustar los contratos petroleros por una cuestión de soberanía y equilibrio en el reparto de los beneficios, esto significa que El Estado Venezolano podía subir los impuestos y las compañías tenían que aceptar.

Además quedaban sujetos al pago del Impuesto sobre la Renta. Me reclaman que acepte que las concesiones petroleras a las empresas extranjeras se prolongaran por 40 años. Es cierto…se procedió de esa manera porque en cuatro décadas tendríamos un personal preparado con los adelantos tecnológicos, profesionales y gerenciales para asumir el manejo de la Industria Petrolera en toda su complejidad, como en efecto se hizo. ¿Qué los Estados Unidos estaban contra mi gobierno?. Nada más falso. La visita oficial que realicé en febrero de 1944 a Los Estados Unidos fue exitosa. Fui el primer presidente venezolano que visitó la Casa Blanca y me entreviste con el presidente Franklin Delano Roosevelt e intervine en el Congreso de los Estados Unidos, donde exprese con claridad nuestra tesis nacionalista y soberana. Estábamos en las postrimerías de la II Guerra Mundial y les expuse que nuestro petróleo estará en los campos de batalla a favor de la democracia. Dije que los tiempos presentes nos llevan a un mayor acercamiento y que Venezuela estaba con los Estados Unidos, hoy, mañana y siempre en la causa de la justicia, de la democracia y de la felicidad de los pueblos. También les exprese que no esperaran privilegios y favores, si con un tratamiento transparente y equitativo con la protección de un régimen democrático estable. Un armonioso acoplamiento con vuestros capitales y técnicas con nuestros recursos materiales y el trabajo de nuestros hombres.

Presidente Isaías Medina permítame preguntarle: ¿Cómo es que teniendo el apoyo de Los Estados Unidos, no lo respaldaron oponiéndose al golpe cívico-militar de octubre de 1945?

Estimado amigo periodista, tenemos un problema en la formulación de la pregunta, pero no importa, no es culpa suya, sino de una historiografía oficial de tendencia partidista que se ha querido imponer como verdad ya que la historia la escriben los vencedores, pero los vencidos también tenemos nuestra verdad. Lo que sucedió el 18 de Octubre no fue jamás un golpe cívico-militar, porque de ser así hubiese participado toda las Fuerzas Armadas y el pueblo organizado. En segundo lugar, el gobierno de los Estados Unidos nada tuvo que ver con el hecho, son especulaciones de algunos historiadores. El Golpe de Estado estaba programado para noviembre, pero por una delación lo adelantaron para octubre. Ya teníamos presos a dos oficiales: Cesar Vargas y Marcos Pérez Jiménez. Nunca pasó por mí cabeza que existía un contubernio con dirigentes políticos, y mucho menos de un partido con el cual teníamos buenas relaciones políticas. La historiografía ha pretendido ocultar que Rómulo Betancourt jugaba en dos posiciones políticas. Por un lado estaba comprometido con los congresistas en favor de impulsar los cambios democráticos el siguiente año con el Doctor Ángel Biaggini, como Presidente Constitucional, y por la otra conversaba con militares sediciosos como Marcos Pérez Jiménez, Carlos Delgado Chalbaud,….

¿Disculpe Presidente, porque Rómulo Betancourt, tenía esa doble cara?…

No me interrumpa joven periodista, que le voy a revelar lo más importante. Rómulo Betancourt, para la historia oficial es reconocido como el Padre de la Democracia, pero eso es completamente falso. El inicio de la democracia en Venezuela se debe a Eleazar López Contreras y al proceso de transición de mi gobierno. Insisto, Rómulo Betancourt ya tenía nexos con los insurrectos porque le ofrecieron presidir la Junta de Gobierno y tener mayoría. La realidad es que le torció el rumbo a la democracia, hegemonizó los cambios en esos tres años, inició la politización del país con la campaña del “adeco necesario”, manipulando el sistema democrático con el sectarismo sembrado. Incluso, yo, siempre tuve un celo de no politizar a las Fuerzas Armadas porque siempre consideré y considero que el espíritu de las armas debe ser para cuidar la soberanía de la nación, para protegerla en la construcción de los valores republicano. Ese espíritu profesional de cuerpo que aprendí en la Academia Militar y con el círculo de intelectuales de Caracas me hizo rechazar esa admiración que le tenía al dictador italiano Benito Mussolini. Era y soy un demócrata convencido sin dobleces. La historia así me lo reconocerá. En cambio Rómulo Betancourt inició una política de ascensos militares a partir de la obediencia y sumisión partidaria, de manera clientelar. ¿Cuál fue la consecuencia de eso? Algo muy grave, que se perdiera el valor institucional apolítico de las Fuerzas Armadas Nacionales. De allí que se produce El Golpe de Estado de noviembre de 1948 contra un Presidente Constitucional electo por el pueblo. Ya el daño estaba hecho, en nuestras nuevas Fuerzas Armadas que debían dar el ejemplo.

¿Pero a Usted Presidente se le cuestionaba que no se ocupó de la modernización de las Fuerzas Armadas, de mejorar sus salarios y del freno que significaban los militares antiguos gomecistas, conocidos como “los chopos de piedra»?

Como le decía al comienzo de la entrevista, la república democrática estaba naciendo y el abandono social de nuestro pueblo era desmesurado, eso para mí gobierno y mis colaboradores era lo esencial. Tratábamos de armar un país moderno en su economía, en la ciudad y el medio rural, estábamos atacando la brutal ignorancia y el analfabetismo fundando escuelas rurales y urbanas. En verdad vale la crítica, descuidé atender demandas de nuestros soldados medios y bajos. Por la otra he debido reemplazar a esa vieja castas de generales gomecistas que se conocían con el mote de “chopos de piedra” por ser más autodidactas que profesionales. Eso estaba en el programa.

¿Presidente, tiene usted resentimiento, odio contra aquellos que destruyeron su obra democrática, y lo enviaron al ostracismo? ¿Rómulo Betancourt lo traicionó?

Óigame Joven lo que le voy a decir, nunca he abrigado odio en mi corazón contra nadie. A mí me trataron como a un delincuente. Me dieron un par de días para que recogiera mis cosas y saliera desterrado del país con mi familia. Rencor no tuve nunca, no soy hombre de represalias. << Allí noté que se le nublaron los ojos y se le quebró la voz >>. Su diligente esposa le ofreció un jugo que bebió con agrado, para continuar hablando. Prosiguió: Igual procedieron contra el General Eleazar López Contreras, mis más allegados colaboradores como Arturo Uslar Pietri, Mario Briceño Iragorry y muchos otros. Iniciaron un proceso de “salud pública”, al estilo de Robespierre, identificado como Juzgado de Responsabilidad Civil y Administrativo. Posteriormente celebraron el 18 de Octubre como revolucionario contra la “oprobiosa dictadura medinista”, “paraíso del peculado, de malversación de fondos y tráfico de influencias”. Es decir esas falsas consignas con la cual me acusaban fueron las que finalmente aplicaron en el modelo de una democracia torcida y corrupta llamada Democracia Representativa. Fui demasiado confiado, a tal extremo que cuando me presentaron la lista de los conjurados no lo podía creer, que esas personas cambiaran de un día para otro. Reconozco que fui muy confiado con personajes que usted conoce. Y con el personaje que Usted menciona…. (Hizo una pausa) dejémoslo que sea la historia quien lo juzgue, no soy hombre de epítetos y adjetivos calificativos que manchen mi historia como hombre de revancha. Cuando salga de acá, léase la última proclama de nuestro Libertador Simón Bolívar. Ese es el espíritu que me acompañará hasta el sepulcro.

Presidente Isaías mis respeto para Usted y su familia, estoy convencido que la historia reconocerá su legado. Ha sido muy generoso, amable y sincero en sus respuestas.

Permítame que lo siga admirando como un venezolano ejemplar. ¿Quisiera agregar algo más?

Respira hondo y responde:

Recuerdo el final de mi libro. “No es el juicio de los contemporáneos, el que puede decir la palabra de justicia, lo que hice entonces fue cumplir al más alto precio el mayor de mis deberes, la defensa de la paz y de la seguridad de Venezuela. Un Presidente. Un soldado   de la libertad en Venezuela.

Al salir de la espaciosa y modesta casa me despedí de su amable esposa y de su pequeño y travieso hijo pequeño de igual nombre. Salí de allí con el corazón en la mano, pensando en los malhechores que destruyeron aquella democracia, y que al paso de décadas frente al siglo XXI, habrá la necesidad de un líder de esa naturaleza que pueda reconstruir la patria que hoy sufre y llora ante una tiranía retrógrada.

POSDATA

“Lo dejaron venir a Venezuela porque sabía que venía a morirse, sino no lo dejan entrar. Quería pisar tierra venezolana. Al llegar le dijo al enfermero: Páreme al final quiero pisar tierra venezolana. Recuerdo que a mi casa llegó Laureano Vallenilla Lanz y me dijo para hacerle las exequias en el salón elíptico. Y yo les dije: No, el cuerpo de Medina queda aquí, nadie va a presidir ese duelo. Ese muerto es mío y ese duelo lo presido yo, cueste lo que me cueste, pero de aquí no se va… Los honores militares si… los pido y los ordeno, si ya no se pueden hacer los honores marciales, que se hagan los honores militares desde el Country Club hasta el Cementerio General del Sur”, en la calle con su pueblo. Irma de Fellizola de Medina.

* Angel Gustavo Cabrera, profesor, es parte de nuestra diáspora que vive y progresa en la República de la Argentina.

Editado por los Papeles del CREM. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca.

18/10/2024:

https://www.eastwebside.com/entrevista-imaginaria-isaias-medina-angarita.html

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