INDUSTRIA DEPORTIVA
Luis Barragán
A estas
alturas del año, las ligas mayores del béisbol estadounidense se acercan al
final de la temporada. La Serie Mundial, como llaman comercialmente quizá desde
siempre los capítulos conclusivos, suscita la atención, el interés y el gesto
fanático en el mismo territorio nacional encaminado a dirimir el campeonato de
la liga nacional de fútbol americano.
Nada extraña esa
ardua competencia entre diferentes disciplinas deportivas en un país que las
puede ampliar a otras, incluso, no convencionales. Se dirá, hay mercado y, no
siempre redundante, libertad de mercado
para todo.
La premisa
anterior podemos complementarla con otra: existe la estructura, organización y
gerencia para afrontar los retos de un mercado competitivo. Vale decir, toda
una industria que compete a la organización de las franquicias deportivas en
todos los niveles, la manufacturación y comercialización de los implementos
necesarios, la construcción de las instalaciones más adecuadas para el
espectáculo, la promoción y el desarrollo de una identidad local asociada a la correspondiente
práctica deportiva, el empleo de una narrativa que la caracteriza y difunde, la
conformación de una fanaticada por siempre leal, y hasta la aparición de otras
especialidades de la medicina según las modalidades que reporte esa práctica.
En este lado
del mundo, sabemos de la emoción que genera el basquetbol, el hockey sobre hielo,
las carreras de fórmula uno y el motociclismo, el waterpolo, etc., pero no cabe
duda el incremento superlativo que el desarrollo de los medios digitales ha
aportado. E, incluso, propulsando numerosas celebridades que compiten con otras
provenientes del mundo del espectáculo televisivo y cinematográfico, diríamos
que tan complementariamente como lo fueron para la fama Marilyn Monroe y Joe Di
Maggio.
Una de estas
tardes, escuchamos involuntariamente a un par de adolescentes discutir sobre fútbol
americano, mencionando a jugadores y equipos con una extraordinaria naturalidad
que nos asombró y, al preguntarles, por cierto, a los típicos representantes de
la clase media baja que ilusión alguna tienen por la universidad, respondieron
algo así como que mucha gente sigue telefónicamente una determinada y gratuita
aplicación digital de televisión y streaming
que transmite los juego de una liga gringa con la que mucho se han
familiarizado. Cosas de una industrialización deportiva que nos da alcance, por
lo menos, más allá de lo que cabe suponer.
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