martes, 18 de febrero de 2025

Anómicos

CIUDADANÍA E (IN)COMPETENCIA POLÍTICA

Luis Barragán

“Como no hay suceso sin hecho, a la historia pertenece

también (cómo no le va a pertenecer) la realidad,

pero en tanto que principio de posibilidades,

esto es, en tanto que principio de suceder”

Xavier Zubiri

Distintos los modos de pensar y estar en la realidad por siempre susceptible de toda transformación, en anteriores ocasiones hemos optado por la anomia social como principal diagnóstico que puede hacerse estratégico, y, por consiguiente, obligarnos a actuar lo más atinadamente posible respecto a la prolongada crisis política que padecemos. Y, en plazos razonables, concebir, concertar, implementar y, si fuese menester, enmendar la estrategia correspondiente que jamás ha de sacrificarse a favor del juego táctico, por cierto, frecuentemente abierto con pretensiones – nos permitimos la expresión - maniaco-sensacionalistas en el terreno de la oposición.  

Solemos apreciar en las redes digitales, voces todavía minoritarias que juzgan la coyuntura con un criterio un poco más elaborado académicamente en el intento de combatir la banalización política que las consume, quizá por aquello de la propensión a farandulizar la vida en común a la espera de un siniestro cuales crónicas rojas, prensa del corazón, y calumnias e intrigas de vecindario. Sin embargo, el intenso deseo de promover una política de ciudadanos no luce suficiente para resolver los retos inmediatos de un desempeño opositor tan trenzado a las circunstancias en curso, porque – por una parte – contrarrestar la anomia significa hacer política, ponderar, integrar, organizar, racionalizar, ordenar, canalizar, concordar, darle sentido, procurar los recursos, compaginar el liderazgo; reconocer – por otra – la inmensa necesidad de reactivar a las organizaciones de la sociedad civil, actualizándolas con un proceso electoral y un vivo debate interno, como ocurrió con los comicios estudiantiles en la Universidad Central y, ahora,  transcurre con el profesorado de la Bolívar de Sartenejas y su núcleo litoralense que renueva la directiva gremial; y – luego – reivindicar el carácter político y el caro valor estratégico de los partidos en el seno de una sociedad movilizada y dinamizadora, como alguna vez lo planteó Fernando Vallespín.

En definitiva, auspiciar una cultura ciudadana alternativa como la que permitió a la postre la creación histórica de lo que se conoce como el parlamento libre y democrático, por ejemplo: una deuda contraída absolutamente por todos los gremios, añadidos hasta los clubes recreativos, que supere la moralina y propicie que los partidos – una aparente perogrullada – hagan política. Sobre todo, a la luz de los mayores peligros anómicos en ciernes como el planteamiento y la realización de una reforma constitucional  de interesado propósito (cuasi)constituyente que, precisamente, nos alerta en torno a la apuesta ventajista por hechos que impidan la recuperación de una tradición política que consiste efectivamente en hacerla, para una oposición llamada a trascender, según deducimos de Xavier Zubiri y su obra intitulada "Tres dimensiones del ser humano: individual, social, histórica".

En alguna oportunidad lo aludimos, hubo el fracaso de connotados generales en el desarrollo de la II Guerra Mundial, a pesar de haber gozado de extraordinarias condiciones para alcanzar la victoria y bien podría consultarse a Goffrey Regan o Norman Dixon para ilustrarnos respecto a la historia y la psicología de la incompetencia militar. Y, aunque Gonzalo Adán Micó lo circunscribió al uso y abuso del poder en libro publicado el año pasado, no es necesario que determinadas individualidades y sectores asuman la dirección del Estado para exponer aquellos casos concretos y específicos de una manifiesta incompetencia política y descarada improvisación.

Recientemente, la valiente dirigencia estudiantil de la Ucevé al documentarlo en el asfalto, rindió un magnífico tributo a las víctimas de la represión de todos estos años, y, al mismo tiempo, se hizo de una inmensa capacidad simbólica de la que debe (re)aprender la dirigencia partidista de oposición. Ésta ha de hacerse competente para prever y reconocer – incluso – los fracasos, empinándose con un realismo que también se haga de lo imposible por encima del sentimentalismo barato que no, genuino sentimiento.

Gráficas: Collage LB con fotografías tomadas de La Patilla.

18/02/2025:

https://www.elnacional.com/opinion/ciudadania-e-incompetencia-politica/

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