MANIOBRAS DE AUTODISTRACCIÓN
Luis Barragán
De tanto
incurrir en ellos, se hizo demasiado popular aquella noción táctica y
estratégica de los “trapos rojos” de un régimen que aún desea impedir a toda
costa que la población se enfoque en los problemas sustanciales, confundida por
los más pueriles. En tiempos en los que todavía le faltaba por tapiar la
libertad de prensa y de expresión, sin llegar a los actuales y escandalosos
niveles de (auto) censura y bloqueo informativo, aprendió a tender las trampas de interés
colectivo, desviándolo según le conviniere.
El Mundial de Fútbol en un país que,
no faltaba más, ha dejado sentadas las diferencias con los valores y estilos de
vida occidentales, ha facilitado que los
comentaristas de ocasión lo mienten cual recurso extraordinario de la propia usurpación
venezolana. Y, como si jamás el país le hubiese interesado semejante torneo, un
poco más e incurren en el desliz de asegurar que habría enviado recursos a Qatar
para montar el espectáculo, retratado un presupuesto del terror exportable,
generoso y malbaratable, justo en el
nuevo ascenso de la voracidad de sus beneficiarios internos, dada las promesas
lavanderas del auge comercial navideño, por precario que fuese.
Importante alarma ha generado, por estos
días, la reaparición del tema comunal, imputándole al fútbol toda la responsabilidad:
la usurpación – pueden asegurar – trabaja de noche en las leyes comunales,
mientras de día nos ocupa con las inesperadas derrotas iniciales de Argentina y
Alemania. E, igualmente, ideó una cierta polémica con pretensiones de escándalo
respecto a un consabido certamen de belleza, centrado en el diferencial de la
presunta votación del jurado y los resultados, obviando la naturaleza misma de
un concurso que se poliedriza también
con este régimen.
Luce notable que intuyamos cierto
despliegue táctico de los elencos oficiales y oficiosos para constatar que el
desempeño político no es todo lo lineal y maniqueo que solemos creer, pero la
apelación misma al espectáculo nos releva de cualquier otra interrogante sobre
el evidente retroceso del balompié
venezolano, o la excesiva banalidad que también cavó una fosa para traernos al
presente y espectral siglo. Además, aunque hay mucho de maldad en ese
despliegue adicionalmente estratégico,
tendemos a sobredimensionar las capacidades inventivas del poder
establecido al igual que del uso y abuso de los diferentes servicios del Estado
que jura infaliblemente monopolizar.
El asunto nos permite recordar una vieja anécdota trastocada en moraleja, pues, ambos ya jubilados, el antiguo policía de fronteras le preguntó al no menos antiguo conductor qué era lo que contrabandeaba por muchos años, ya que millones de veces detuvo el camión para concluir que la siempre variada mercancía estaba en regla, sin que jamás le probase la comisión de un delito. El transportista, sonriendo, pareciendo mirar a la cámara como si de una película de Woody Allen se tratara, confiesa con una estridente humildad: sólo contrabandeaba camiones.
Hay
quienes se alarman en los últimos días,
porque el oficialismo ha reactivado dos proyectos (pseudo) legales en torno a
las ciudades comunales y el parlamento comunal, pareciendo no enterarse que el
Estado Comunal existe y lo padecemos desde que fracasó la reforma
constitucional de 2007, a través de sendos instrumentos que le dan fundamento a
esa expresión sobradamente interesada como es la del poder popular. Y se alborotarán de nuevo con el reemplazo de
la actual ley de educación superior, como si la universidad comunal no fuese un
propósito real con el convenio colectivo que el régimen suscribió consigo mismo
gracias al sindicalismo mercenario.
Lo
peor es que, al reportar como novedad el asunto, perdemos todo lo que se ha
dicho con antelación en la materia
habida cuenta que el chascarrillo tiende a imponerse por encima de la polémica
sostenida, didáctica y fundada. Así las
cosas, las maniobras son de autodistracción creyendo que el contrabando está en
la mercancía.
https://www.elnacional.com/opinion/maniobras-de-autodistraccion/
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