EL FONDO TAMBIÉN ESTÁ EN LA FORMA
Luis
Barragán
Desde
los remotos tiempos rurales o urbanos de una contemporaneidad ya en duda, míseros o prósperos, simulados o reprimidos
los excesos, tranquilos o nerviosos, los voceros del Estado tuvieron la
obligación de dirigir un mensaje de mínima orientación que, de un modo u otro,
esperaba el país al finalizar o comenzar cada año. Breve o extenso el acto correspondiente, e intermediada
o no, la alocución expresaba una determinada coyuntura política, la convicción y temperamento del mandamás de
turno, los medios tecnológicos disponibles y el propio aprecio que le dispensara a las libertades
públicas.
El Palacio de Miraflores, o sus más
viejos equivalentes, era el referente fundamental para las faenas oficiales,
reencontrándose el gobernante con sus colaboradores más cercanos, y los representantes
de las misiones diplomáticas acreditadas en el país, presto después de 1958
para las más dificultosas e inverosímiles indagaciones de la prensa que conformaron
toda una tradición. Tendía a privar un
lenguaje sobrio y comedido con su llamado al sosiego, cordialidad y unidad familiar, replicado aún
por los más díscolos dirigentes.
Además,
la por entonces poderosa industria radiotelevisiva del sector privado
escenificaba una dura competencia por transmitir una salutación lo
suficientemente festiva que, en escasos minutos, se adueñaba del inconsciente
colectivo. La inevitable serie de pronósticos políticos y económicos se unía a
esa suerte de reingeniería zodiacal que hizo de los individuos de cualesquiera
estratos sociales, profetas de sí mismos.
Confiscado el presente siglo, los
elencos que monopolizan el Estado sólo intentan una forzada sonrisa de sus
seguidores desconfiados y extorsionados, rehenes de una perversa pedagogía que
hace de lo real, irreal y viceversa. La franqueza del lenguaje ha llegado a los
extremos de la descomposición, y el insulto, la descalificación, el menosprecio,
la retaliación, se han extendido peligrosamente: el fondo está también en la
forma, y ninguna circunstancia puede avalar que las cuchilladas verbales,
obscenas y despiadadas, expuestas todas las vísceras a la intemperie, hablen en
nombre de una alternativa democrática. Acá,
nadie está proponiendo enmascarar las realidades con los más elaborados
eufemismos, hartos de todos los consagrados por la intensa maquinaria
propagandística del madurato, sino – sencillamente - recuperar con prontitud la autenticidad y
pulcritud del verbo que traduzca el convencido respeto hacia la dignidad de la
persona humana.
Con todo, las consabidas y largas
dictaduras, procuraron salvaguardar las formas y el antiguo ministro de Guerra
y Marina, el civil Victorino Márquez Bustillos, presidente de la República, aparecía
en El Nuevo Diario inaugurando el año bajo un impecable acto de Estado,
mientras se desperazaba el tenebroso Juan Vicente Gómez en Maracay, dueño
absoluto del poder. Empero, apelaba a sus más iluminados para hablarle a un
país que le merecía el más elemental
respeto.
03/01/2023:
https://www.elnacional.com/opinion/el-fondo-tambien-esta-en-la-forma/
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