DESTRENZAR LOS CAMINOS
Luis Barragán
Ya poco
reparamos en una dura circunstancia: el descomunal ventajismo oficial,
disponedor de todos los recursos institucionales, materiales, simbólicos, y,
ahora, histriónicos de un Estado enteramente confiscado. Eso es el chavismo
que, faltando una mejor y más exacta definición sociológica, constituye un
estadio previo a la disolución social que los venezolanos - gentilicio, sentimiento y convicción - luchamos por atajar y revertir
definitivamente.
Tratamos de todo
un régimen, no de un club veraniego para la extendida coyuntura. Reporta las
correspondientes relaciones políticas con títeres desechables de una pasajera
utilidad, aunque capaces de provocar confusión y daño entre los más inocentes.
Sin embargo, mucho cuidado con la autoflagelación y otras actitudes parecidas
en una oposición que bien ha superado los peores momentos en el curso de los
acontecimientos que todavía asombran.
Hemos
sostenido una postura crítica respecto al desempeño opositor por todos estos
años, quedando – al menos - constancia en los registros parlamentarios, sin
flaquear por un instante frente al socialismo de las demoliciones, pero ello
no debe significar el desconocimiento de
importantes logros y, aún, los más recientes. Por ejemplo, la realización misma
de las primarias de octubre próximo pasado, en el contexto de una plataforma
que le garantiza una mayor consistencia, profundidad, brío y organicidad a la
candidatura presidencial ganadora.
Suponemos que
la densa maniobra para confundir a las grandes mayorías que adversan al gobierno,
está pendiente de nuevos desarrollos, y, al lado de la genuina y unitaria candidatura
opositora, aparecerá otra que se fingirá tal, compartiendo un poco el
ventajismo oficialista que finalmente la retribuirá. En el papel, todo es posible, pero Maduro
Moros ha de saber que, por mucho que invente e interactúe estridentemente con un
contrincante de laboratorio, tendrá que medirse, como ahora se mide, con una
expresión real, constante y sonante de la legítima oposición: aparentemente trenzados en el discurso
oficialista, andamos caminos radicalmente distintos al de sus colaboradores
habituales de invisible levita y pumpá.
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