COMPRENSIÓN O ASFIXIA DEL CENTRO POLÍTICO
Luis Barragán
En contraste
con el sempiterno y habilísimo despotismo oriental, el mundo occidental ensaya
una pretendida transformación antropológica que va más allá de la convencional
superación del orden social y económico, corrompido cada vez más el lenguaje
político en el marco de una deliberada estrategia de confusión. Hipótesis ésta, actualizada por el dramático
y sonoro proceso político experimentado por los europeos, y, si se quiere,
imperceptible entre los latinoamericanos, en claro desafío a los más conocidos
teóricos que versan sobre la derecha, la izquierda y el centro, dificultada la
interpretación de lo acontecido y de lo que está por acontecer en Francia y
España; ineludible, el caso venezolano constituye un magnífico laboratorio que
sigue trajinando el siglo a pesar de sus trágicos costos.
Discurso
topográfico mediante, hoy, la izquierda levanta banderas de derecha, y la
derecha alza las de izquierda con absoluta impunidad, y, rebarajadas constantemente,
una y otra se acusan mutuamente de extremistas, ahorcando al centro:
groseramente simplificadas las posiciones, perdida la pluralidad, no admiten
matiz alguno en la correlación de las fuerzas que inexorablemente conforman el
escenario público. Absurda polarización, unos pactan con el invasivo fundamentalismo
religioso al mismo tiempo que el género atraviesa fronteras indecibles y contranaturales, mientras que, otros, caen en la tentación de un nacionalismo contaminado de aquél viejo e intolerable racismo.
A falta de
términos precisos y convincentes, apelamos a la cómoda referencia topográfica,
aunque – entre otros autores – el italiano Norberto Bobbio hizo un notable
esfuerzo de sistematización apuntando a los valores de la libertad e igualdad,
advirtiendo que la díada ha perdido la originalidad que alguna vez
ostentó, gracias a las luchas, o, mejor, reyertas políticas. Añadiendo al
meritorio mexicano Octavio Rodríguez que, valga observar, no oculta su compromiso
ideológico, podemos concluir, inventando el agua tibia, que son y serán de
izquierda y derecha los que se tengan por tales. Sin embargo, resulta
indispensable reivindicar el centro, la
honestísima aproximación de posturas, el apuntalamiento del consenso, la búsqueda de las coincidencias, la
justísima reconciliación de posiciones, pero también es necesario desconfiar de los
radicales del centro mismo que, en nuestro país, han dictado cátedra de
oportunismo, doblez y complacencia frente al régimen, incapaces por siempre de
protestarlo con el vigor y la vehemencia necesaria.
Por estas
latitudes, hubo experiencias y aportes importantes que muy bien lo ejemplificamos con una polémica, entre muchas de las sostenidas con intensidad
desde principios de los sesenta del veinte: los textos de Arturo Uslar Pietri
(“¿Somos, o no, un país petrolero?”, El Nacional, Caracas: 30/03/1960) y Juan
Nuño (“La voz de su amo: No somos un país petrolero”, Crítica Contemporánea,
Caracas, N° 1 de mayo-junio/60) [https://apuntaje.blogspot.com/2024/07/un-asunto-polemico.html],
demuestran con claridad el curso de los elementos de una política de centro que
muy bien identificó y calibró el venezolano Juan Carlos Rey.
Podemos considerar como una postura de derecha, la de Uslar Pietri al
proponer el otorgamiento de nuevas concesiones que reafirme nuestra condición
de país petrolero, siendo la de Nuño de izquierda al plantear la inmediata
nacionalización de la industria, permitiéndonos catalogar de centro la política
(de Estado), decidida por el presidente Betancourt e implementada por el
ministro Pérez Alfonzo de no más concesiones, el impulso de una comisión
coordinadora de las actividades del sector, una mayor participación en las
ganancias, la creación de la CVP y OPEP, ampliamente conocidas sus exitosas
consecuencias.
Paradójicamente,
en la presente centuria, la izquierda que hizo de la gasolina barata una
bandera histórica, no sólo la dolarizó y aumentó de precio en el mercado
interno, sino que literalmente quebró a una de las empresas transnacionales más
importantes del mundo, arrasó con una gerencia especializada de larga
formación, entregó la Faja del Orinoco y convirtió a PDVSA en un fantasma –
para más señas – constitucionalizado. Es
el régimen el que crea la ultraderecha de todos sus antojos, metiendo a la más
variada y legítima oposición en el mismo saco, por más pacífica y desarmada que
sea, al mismo tiempo que quema incienso por aquella vieja izquierda violenta,
terrorista y asociada a la dictadura habanera; vale decir, a punta de
propaganda, ha dislocado los más elementales parámetros del análisis
proclamándose cínicamente de una honradez frívola e ilimitada.
La venidera
transición democrática que la aspiramos iniciada por Edmundo González, sugiere
la asunción de un centro dinámico, realista e imaginativo a la vez, pero jamás
de la pueril neutralidad que encubrió el apoyo directo e indirecto del aún
vigente desorden establecido, ¿Para qué
un centro que, siempre afanosamente, consigo mismo, carece de todo valor,
utilidad y pertinencia?
Incluyendo a
los actores que la propulsan desde hace no poco tiempo, será otro el liderazgo
de la transición, entendido como misión y servicio, equilibrado, comunicativo,
realizador de valores, encaramado en las más insólitas cumbres para no perder
la perspectiva del camino, pero con los pies hundidos en la realidad andada. Y, esperamos, que insobornable, humilde,
transparente, profundamente comprometidos con los principios y valores que sólo
se realizan – exactamente – a punta de realidades.
Fotografías: LB. Avenida Francisco de Miranda, marcha de inicio e la campaña electoral (CCS, 04/07/24).
09/07/2024:
https://www.elnacional.com/opinion/comprension-o-asfixia-del-centro-politico/
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