UNA PENDEJADITA
Luis Barragán
Curiosos los
días y horas que cursan en Venezuela para una situación que la dicen completamente
inédita, ya hay un consenso definitivo y firme en torno a la existencia, convicción
y compromiso político de las grandes mayorías de venezolanos. Puede decirse que
la opinión pública ya lo asume sin ambages, dudas y malentendidos.
Diez o siete
años atrás, a pesar de las multitudes insuperables en las calles, hubo los que
auguraban un posible crecimiento de las fuerzas opositoras increíblemente
subestimadas a pesar de las evidencias. En tal sentido, desde mediados de la
primera década del presente siglo, se impuso y prolongó una sempiterna matriz
de opinión que resultó contrariada por cada consulta electoral, llegando al
consabido 28 de julio que, ni modo, olvidaron como fecha de cumpleaños.
Quizá todo se
deba a una pereza de un diagnóstico esencial, porque tampoco el proyecto
socialista supo de un debate público sostenido y convincente. Dizque la gente
no lo entendería y, todos aprendidos, aquí se sabría siempre lo que ocurriría,
siendo preferible hablar con una liviandad conceptual y de ánimo.
Ampliamente
conocido, Elías Pino Iturrieta es un historiador de oficio y polemista
político, con el que, a veces, coincidimos y, otras, no. Hace una semana y tanta, entrevistado en las
redes digitales, en un instante, comprobó y nos permitió comprobar que es ahora,
transcurrido demasiado tiempo, que la opinión
pública – nacional e internacional – asume cuan mayoritaria es la oposición.
En efecto, surgió
la pregunta clave, ¿para qué sirve demostrar que hay una inmensa mayoría ante
una reducida cúpula armada en el poder? Y respondió: toda una “pendejadita
(SIC), la de constatar que la sociedad cambió y está comprometida con el
retorno a los usos republicanos (https://www.youtube.com/watch?v=_wTzkQyRTsY).
Nada ocioso
significa anotar el detalle en el marco de una entrevista que tuvo sus bemoles,
porque la polarización artificial y populista, únicamente política ya que jamás
lograron hacerla social, es uno de los más acusados propósitos de los regímenes
que los especialistas y divulgadores incluyen en la órbita de los llamados
autoritarismos competitivos. Sentimos que tal razonamiento, a falta de otros
superiores, ni siquiera cupo en la opinión más o menos organizada y
generalizada que sostuvimos sobre las personas, el mundo y las cosas, al menos,
por estos años.
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