DE LA CONSECUENCIA CON LA PRÉDICA POLÍTICA E IDEOLÓGICA
Luis Barragán
En diciembre
próximo pasado, tuvimos ocasión de ver y deleitarnos con una película de Cristina
Comencini, “El tren de los niños” (“Il treno dei bambini”, 2024), con un guión hecho a cuatro manos
sobre la novela homónima de Viola Ardone.
De un extraordinario cuadro actoral, destaca Christian Cervone, el niño sometido después
a un terrible dilema de amor materno.
La tentación es la de extenderse en torno al magnífico filme de un
desarrollo profundamente conmovedor que, ahora, nos lleva al libro de Adone. No
obstante, deseamos referirnos al retrato que hace de la convicción y la
solidaridad militante.
En efecto, de más de empobrecidos al concluir la II Guerra Mundial, hubo
una campaña de ayuda y de protección de las familias comunistas del norte hacia
la niñez desasistida y muy vulnerable del sur, en Italia. La adopción temporal
de los muchachos frecuentemente descalzos, desvestidos y desnutridos por esas
familias, fue un programa deliberado del partido que surgió fuertemente
competitivo en el escenario público, e, independientemente de su valoración,
rivalizó con la propia Iglesia Católica y sus programas, por cierto, beneficiaria
de una campaña sucia en contra de los comunistas: parecía más fácil decir que
éstos, simplemente, canibalizaban a los infantes que denunciar los crímenes de
Stalin, emergido como un héroe de la gran conflagración mundial.
El caso está en que las familias de una clase media ilustrada del norte,
era consecuente con los principios y valores que predicaban, recibiendo con
todo el amor posible a los indefensos y, al principio, naturalmente
desconfiados chamos. Por ello, no es difícil preguntarse, por una parte, sobre
la eficacia o ineficacia de los programas de asistencia de los comunistas y de
la catolicidad misma, cuyo predominio fue objeto de una adecuada advertencia y
reflexión de Antonio Gramsci; y, por la otra, cómo fue posible que una idea
sensibilizara y dinamizara a un sector de la población en tales magnitudes que,
a la postre, fue tan injustamente defraudado con la tragedia del socialismo real.
En definitiva, vale la constante interpelación sobre la posible
consecuencia con los principios y valores que inspiran y motorizan los cambios,
traducidos en un testimonio palpable y concreto de generosidad, de caridad y
amor, en el actual mundo de una feroz egolatría, puerilidad, deslealtad,
vanidad, ignorancia y rapacidad. Agreguemos, ¿solamente el afán proselitista
explicó los cursos de reparación de las materias del estudiantado de secundaria
que dictaban los partidos políticos décadas muy atrás y de los cuales no tienen
ni sospecha los jóvenes de hoy, dispensados de estudiar para aprobar sus materias?
Como vemos, hasta esto nos permitió recordar el filme.
Gráfica: tomada de la red.
27/01/2025:
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