lunes, 27 de enero de 2025

Zozobra

RAMENTOL, VECINO DE LA CALLE 30, 1099

Luis Barragán

El uno, extenuado, fue irremediablemente sustituido como candidato presidencial, mientras que, el otro, excesivo según el hábito, copó los más disímiles escenarios apuntalado por una vigorosa polémica. Corto el camino de Joe Biden a Donald Trump, se extiende y entiende ahora inconmensurable en el sorteo de cualquier vicisitud que pueda arrojarnos a un conflicto de consecuencias impredecibles, faltándole al liderazgo occidental – acaso, por su inconsistencia y también puerilidad - una interlocución más responsable, sobria y confiable.

Por estas latitudes, nos presumimos completamente ajenos a los riesgos y peligros que únicamente comprometen a determinados y poderosos actores políticos, cuyas franquicias – si nos permiten el término – cuentan con representación o alguna representación en nuestro país. Creídos y engreídos por la lejanía de los hipotéticos teatros de guerra, tendemos a apostar por las respuestas y soluciones más simplistas en nombre de no sabemos cuáles garantías, como si la vida en este lado del mundo habrá de transcurrir de mil maneras con la normalidad de siempre; ilusión ésta, por cierto, heredada de la II Guerra Mundial, bajo la protección estadounidense, pues, se diría, los submarinos alemanes sólo privilegiaron a los tanqueros realengos y, todavía, asegurábamos, el petróleo de pronto agotamiento,  no ejercía el peso que luego tuvo en la economía del patio.

Persisten las dudas sobre la existencia de un sistema internacional que, faltando poco, sea capaz de aminorar cualesquiera turbaciones provocadas por las más sorprendentes contingencias, añadido el error garrafal como el huésped indeseable. Arriesgado por siempre a un cortocircuito, luce imposible concebir un sistema que incluya el fundamentalismo religioso, el terrorismo y la delincuencia organizada de toda ralea, y asombra que haya autocracias de larga duración que no cuenten con operadores equivalentes a Andréi Gromiko, el veterano diplomático al que la Unión Soviética le debió igualmente una prolongada supervivencia, coexistiendo con su principal adversario.  

En un mundo de perplejidades y ofuscaciones, es necesario pensarlo y pensarnos imbuidos de todas sus posibilidades, aunque la procesión vaya por dentro: una nación que expulsó a millones de sus hijos a los más apartados rincones del planeta,  debe recobrar – porque, sí, lo tuvo en los dos siglos y medio precedentes – un sentido cabal de la universalidad. El socialismo de la comuna, del vecindario, de la localidad, por una definición que no es otra que la del fallido proyecto de reforma constitucional de 2007, pretende aislarnos, relegarnos y explicarnos en el territorio más inmediato, el de la sobrevivencia y la parroquialidad, delegando en el reducido elenco del poder central las decisiones fundamentales; y, concursando en esta vorágine de desorientación planetaria, adscrito automáticamente a una superpotencia franquiciadora de marcado sesgo anti-occidental, además, desde una extrañísima perspectiva anti-imperialista que burla las tesis originales del mismísimo camarada Lenin.

Oficialmente ausente de la capital de la otra superpotencia, en aparente estado de abandono la sede de su embajada, no quita ni debe quitar de la preocupación, atención y ocupación de los venezolanos, lo que ocurra en Washington, por lo que se requiere – por lo menos, en relación con la alternativa opositora – un equipo más idóneo, eficiente y comprensivo de los desafíos y múltiples escenarios que se abren y cierran constantemente, retando al liderazgo – esta vez – emergente de América Latina.  Sobre todo, cuando se está al lado del otro epicentro político de ebullición de las tendencias globales que exige de una ininterrumpida actualización, como las que magníficamente recoge Santiago Ramentol con un título decidor, como “Teorías del desconcierto” (Barcelona, 2004), antojado cual vecino inevitable de la sede en cuestión, ubicada en el 1099 de la calle 30 al noroeste de Washington, D.C. Valga acotar, preferible a compartir la cuadra con personajes como el doctor Strangelove, el presidente Merkin Muffley y el capitán Lionel Mandrake, protagonizados por Peter Sellers para una película de Stanley Kubrick: “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú” (1964).

Composición gráfica: LB. 

28/01/2025:

https://www.elnacional.com/opinion/ramentol-vecino-de-la-calle-30-1099/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Sartenejas